8 de marzo de 2013
Viernes de la Tercera Semana de Cuaresma
Lecturas:
Oseas 14,
2-10 / Salmo 80, 6-11. 14. 17 ¡Ojalá
escuchemos la voz del Señor!
EVANGELIO
+ Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Marcos
12, 28-34
Un escriba se acercó a Jesús y le preguntó:
«¿Cuál es el primero de los mandamientos?».
Jesús respondió: «El primero es: Escucha,
Israel: el Señor nuestro Dios es el único Señor; y tú amarás al Señor, tu Dios,
con todo tu corazón y con toda tu alma, con todo tu espíritu y con todas tus
fuerzas. El segundo es: Amarás a tu prójimo como a tí mismo. No hay otro
mandamiento más grande que éstos.»
El escriba le dijo: «Muy bien, Maestro,
tienes razón al decir que hay un solo Dios y no hay otro más que él, y que
amarlo con todo el corazón, con toda la inteligencia y con todas las fuerzas, y
amar al prójimo como a sí mismo, vale más que todos los holocaustos y todos los
sacrificios.»
Jesús, al ver que había respondido tan
acertadamente, le dijo: «Tú no estás lejos del Reino de Dios.»
Y nadie se atrevió a hacerle más preguntas.
Palabra del Señor.
MEDITACION
¿Cuál
era la actitud de Jesús ante las mujeres?. Usemos como ejemplo, entre muchas
otras escenas, la curación de la hemorroísa (Mc 5,25-34). Según la ley
vigente (Lev 15,19-31), la mujer durante el período de la
menstruación no sólo se volvía impura, sino que contaminaba todo lo que tocaba.
Entonces, ella era doblemente marginada de la sociedad, porque cargaba de
manera permanente, por ya doce años, con esa condición, que era considerada
como “pecado”. La extrema sensibilidad de Jesús percibe su toque, a pesar de la
multitud. Queda curada, Jesús la llama “hija”, presentándola públicamente como
representante del pueblo elegido y alabando su fe, que es la que salva (Mt
15,28; Lc 1,28).
Hay que decir que la fe de las mujeres no era tomada en cuenta en ese tiempo.
Jesús, al dejarse tocar por una mujer, que además era “impura”, devuelve su
dignidad al género, pues enseña, contra los usos contemporáneos que el cuerpo
femenino es parte de la creación buena de Dios (Gn
1,10.12.18.21.25).
En
nuestras sociedades aún machistas y con mayorías denominadas cristianas, bien
podríamos, aprovechando la conmemoración del Día Internacional de la Mujer,
sentirnos llamados los hombres a amar a Dios en su creación amando a las
mujeres como a nosotros mismos, concretamente: no permitiendo que sus derechos
o dignidad sean menores que los nuestros, que no reciban menos sueldo por hacer
el mismo tipo de trabajo, que no haya labor que no deban realizar si son
capaces de hacerla, que no sufran discriminación o represalia por el tiempo que
requieren para ser madres y que los padres de sus hijos no deslinden toda la
carga de responsabilidades que conlleva su crianza en ellas… en fin, tanto más
que, por ser injusto, aleja el Reino de Dios para hombres y mujeres. «¡Que el sabio comprenda estas cosas!» (1L).
Queremos
seguir avanzando en construir tu Reino, Señor, trabajando por recomponer la
justa relación hombre-mujer, tal como fuimos creados, juntos, a tu imagen y
semejanza. Guíanos en este empeño. Así sea.
Con Paz, Amor y
Alegría agradecidas por la misericordia de nuestro Dios,
Miguel.
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