martes, 30 de julio de 2013

Buscar las condiciones apropiadas para descubrir al Padre misericordioso

30 de julio de 2013
Martes de la Décimo Séptima Semana Durante el Año

Lecturas:
Éxodo 33, 7-11; 34, 5-9. 28 / Salmo 102, 6-13 ¡El Señor es bondadoso y compasivo!

EVANGELIO
+ Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Mateo   13, 36-43
    Dejando a la multitud, Jesús regresó a la casa; sus discípulos se acercaron y le dijeron: «Explícanos la parábola de la cizaña en el campo.»
    Él les respondió: «El que siembra la buena semilla es el Hijo del hombre; el campo es el mundo; la buena semilla son los que pertenecen al Reino; la cizaña son los que pertenecen al Maligno, y el enemigo que la siembra es el demonio; la cosecha es el fin del mundo y los cosechadores son los ángeles.
    Así como se arranca la cizaña y se la quema en el fuego, de la misma manera sucederá al fin del mundo. El Hijo del hombre enviará a sus ángeles, y estos quitarán de su Reino todos los escándalos y a los que hicieron el mal, y los arrojarán en el horno ardiente: allí habrá llanto y rechinar de dientes. Entonces los justos resplandecerán como el sol en el Reino de su Padre.
    ¡El que tenga oídos, que oiga!»
Palabra del Señor.

MEDITACION
Hay que dejar «la multitud», el ruido, la agitación, de vez en cuando, para poder conversar con Jesús. Y plantearle nuestras inquietudes. Y buscar entender los planes de Dios para nuestra vida.
Para después volver “al campamento” de la vida diaria, de nuestras ocupaciones, con la convicción de que «El Señor es un Dios compasivo y bondadoso, lento para enojarse, y pródigo en amor y fidelidad. El mantiene su amor a lo largo de mil generaciones y perdona la culpa, la rebeldía y el pecado» (1L), por lo que podemos sacudirnos los temores infundados y, asumiendo nuestra condición de hijos del Padre misericordioso, buscar nuestra felicidad junto con toda la familia humana.

Porque «no nos trata según nuestros pecados ni nos paga conforme a nuestras culpas. [Y] cuanto se alza el cielo sobre la tierra, así de inmenso es su amor por los que lo temen» (Sal). Gracias, Señor.

Con Paz, Amor y Alegría por sabernos hijos muy queridos por el Padre Dios,
Miguel.


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