19 de julio de 2013
Viernes de la Décimo Quinta Semana Durante el
Año
Lecturas:
Éxodo 11,
10-12. 14 / Salmo 115, 12-13. 15-18 ¡Invocaré el nombre del Señor!
EVANGELIO
+ Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Mateo
12, 1-8
Jesús atravesaba unos sembrados y era un día sábado. Como sus discípulos
sintieron hambre, comenzaron a arrancar y a comer las espigas.
Al
ver esto, los fariseos le dijeron: «Mira que tus discípulos hacen lo que no
está permitido en sábado».
Pero Él les respondió: «¿No han leído lo que hizo David, cuando él y sus
compañeros tuvieron hambre, cómo entró en la Casa de Dios y comieron los panes
de la ofrenda, que no les estaba permitido comer ni a él ni a sus compañeros,
sino solamente a los sacerdotes?
¿Y
no han leído también en la Ley, que los sacerdotes, en el Templo, violan el
descanso del sábado, sin incurrir en falta?
Ahora bien, yo les digo que aquí hay alguien más grande que el Templo.
Si hubieran comprendido lo que significa: Yo quiero misericordia y no
sacrificios, no condenarían a los inocentes. Porque el Hijo del hombre es dueño
del sábado.»
Palabra del Señor.
MEDITACION
¿Qué
es más importante: satisfacer una necesidad (el hambre, en este caso) o
respetar normas por importantes o aparentemente sagradas que sean?.
Es
clara cuál era la respuesta de Jesús. Y el fundamento está precisamente en la
segunda parte de la pregunta: nada es más sagrado que la vida humana. Porque «¡Qué penosa es para el Señor la muerte de
sus amigos!» (Sal), los seres humanos.
Y
eso ha sido así desde que, al crear Dios al hombre y a la mujer, primero los
bendijo (Gn 1,28) y
luego valoró su vida como algo «muy bueno»
(Gn 1,31). Y, como si fuera poco, posteriormente Él mismo tomó nuestra condición en la persona de
Jesús, quien dedicó su existencia a sanar, aliviar y hacer más plena la vida de
cada persona que se cruzó por su camino, como la parábola del Buen Samaritano
que nos relató el reciente domingo.
Por
eso, el cristiano, la cristiana, tiene misericordia en el corazón por los
padeceres y sufrimientos humanos, y no tiene condena en los labios por los
inocentes que intentan superar esas situaciones indignas de su condición de
hijos de Dios.
Transforma
esa piedad y misericordia que debe haber en nosotros, Señor, en acciones que,
en tu nombre, busquen ayudar a que nuestros hermanos alcancen una mejor vida.
Así sea.
Agradecidos de
los regalos de Paz, Amor y Alegría de Dios, buscando responder siendo buenos
samaritanos de quienes lo necesiten,
Miguel.
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