12 de febrero de 2015
Jueves de la Quinta Semana del Tiempo Común
Lecturas:
Génesis 2,
18-25 / Salmo 127, 1-5 ¡Feliz
el que teme al Señor!
EVANGELIO
+ Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Marcos 7, 24-30
Jesús partió de allí y fue a la región de Tiro. Entró en una casa y no
quiso que nadie lo supiera, pero no pudo permanecer oculto.
En seguida una mujer cuya hija estaba poseída por un espíritu impuro,
oyó hablar de él y fue a postrarse a sus pies. Esta mujer, que era pagana y de
origen sirofenicio, le pidió que expulsara de su hija al demonio.
Él le respondió: «Deja que antes se sacien los hijos; no está bien tomar
el pan de los hijos para tirárselo a los cachorros.»
Pero ella le respondió: «Es verdad, Señor, pero los cachorros, debajo de
la mesa, comen las migajas que dejan caer los hijos.»
Entonces Él le dijo: «A causa de lo que has dicho, puedes irte: el
demonio ha salido de tu hija.» Ella regresó a su casa y encontró a la niña
acostada en la cama y liberada del demonio.
Palabra del Señor.
MEDITACION
Hay en esta escena un trasfondo que no
se resalta suficiente.
Los tiempos en que vivió Jesús eran
extremadamente machistas. Según los estudiosos la mujer ni siquiera podía
dirigirle la palabra a otro hombre que no fuera de su familia.
Por otro lado, su cultura era muy
soberbia con los extranjeros, por no pertenecer como ellos al pueblo elegido
por Dios. Eso ellos lo sabían, por lo que no se atrevían a dirigirles la
palabra siquiera.
Incluso más, él era considerado un
hombre santo, por lo que un pagano no se atrevería a hablar directamente con
él.
Tres motivos para que esta madre
evitara contactarse con el Maestro.
Sin embargo, algo habría en la actitud
de Jesús, una sensación de cercanía que debía irradiar, de tal manera que ella
pudo osar hacerle su petición.
Por eso lo hacían también todo tipo de
enfermos y pecadores, todos considerados impuros, más aún los leprosos, con la
certeza –que él nunca defraudó- que serían acogidos.
Que tengamos un poco y cada vez más de
la acogida que tú tenías con todos, Señor, especialmente con aquellos que no
eran queridos por nadie. Así sea.
Con el corazón
lleno de la Paz, el Amor y la Alegría de ver cómo el Reino de Dios se realiza
en el servicio de unos por otros, a la manera de Jesús,
Miguel.
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