11 de febrero de 2015
Miércoles de la Quinta Semana del
Tiempo Común
Lecturas:
Génesis 2,
4-9. 15-17 / Salmo 103, 1-2. 27-30 ¡Bendice alma mía, al Señor!
EVANGELIO
+ Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Marcos 7, 14-23
Jesús, llamando otra vez a la gente, les dijo: «Escúchenme todos y
entiéndanlo bien. Ninguna cosa externa que entra en el hombre puede mancharlo;
lo que lo hace impuro es aquello que sale del hombre. ¡Si alguien tiene oídos
para oír, que oiga!»
Cuando se apartó de la multitud y entró en la casa, sus discípulos le
preguntaron por el sentido de esa parábola. El les dijo: «¿Ni siquiera ustedes
son capaces de comprender? ¿No saben que nada de lo que entra de afuera en el
hombre puede mancharlo, porque eso no va al corazón sino al vientre, y después
se elimina en lugares retirados?» Así Jesús declaraba que eran puros todos los
alimentos.
Luego agregó: «Lo que sale del hombre es lo que lo hace impuro. Porque
es del interior, del corazón de los hombres, de donde provienen las malas
intenciones, las fornicaciones, los robos, los homicidios, los adulterios, la
avaricia, la maldad, los engaños, las deshonestidades, la envidia, la
difamación, el orgullo, el desatino. Todas estas cosas malas proceden del
interior y son las que manchan al hombre.»
Palabra del Señor.
MEDITACION
Acababa de dejar en evidencia a los
celosos guardianes de la religión como unos hipócritas que hablan mucho de Dios,
en vez de dedicar su esfuerzo a amarlo y
enseñar a amarlo a los demás, especialmente los más humildes, como nos
recordaba el evangelio ayer.
A continuación, se dirige a la gente
sencilla que siempre lo rodeaba, la que probablemente no alcanzaba a comprender
por qué para el Maestro parecía no ser importante una práctica ancestralmente
considerada sagrada como era el lavado o “purificación” de las manos.
En esas circunstancias, les explica
que lo que ha entendido acerca del Padre Dios es que quiere la felicidad de la
humanidad y sus normas son para nuestro bienestar, no para esclavizarla.
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Por lo tanto, si de verdad se quiere
servir, honrar o amar al Señor los ritos externos no tienen tanta importancia,
sino las acciones y decisiones que toma nuestro corazón.
Que no olvidemos nunca esta lección,
Señor, para que no perdamos tiempo en analizar lo que “consumimos”, sino en qué
“producimos” en beneficio de los demás. Así sea.
Con el corazón
lleno de la Paz, el Amor y la Alegría de ver cómo el Reino de Dios se realiza
en el servicio de unos por otros, a la manera de Jesús,
Miguel.
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