«Entonces se le acercó un leproso para pedirle ayuda
y, cayendo de rodillas, le dijo: "Si quieres, puedes
purificarme".
Jesús, conmovido,
extendió la mano y lo tocó, diciendo:
"Lo quiero, queda purificado".» (Mc
1,40-41)
Hasta aquí nos trajo el pecado,
Colgando días en el tiempo tirano
ese quemándose, llevando al lugar olvidado
la luz de nuestra mirada y un suspiro
temprano;
hemos caído
del dolor a la tortura, hemos caído.
Cuentas los días, podéis contar las batallas
porque hemos perdido ya sin pelear,
nos encierra la vida tras estas murallas
con la promesa del mañana nos otorgar el
llorar.
El precio de tu sonreír
lo cobra el llanto que no veras venir.
¡Dame esperanza!
para pagar al destino los suplicios venideros,
para poder apagar su oscura venganza
aquí, en mi corazón, en su angustia y
aguaceros;
porque estamos sin salida
en nuestra ruta, irracional, vivida y perdida.
Los anhelos y consuelos vienen al dormir
y los demonios y abismos al despertar,
he perdido mi alma en la angustia de vivir
con todas mis sonrisas sin completar.
Hace años, un día como hoy vi la luz
pero con tan corto camino, he perdido mi
último aliento.
Mano divina,
si quieres puedes limpiarme,
puedes ayudarme…
Christian
Road
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