9 de Enero de 2016
Sábado después de Epifanía
Lecturas:
I Juan 5, 14-21
/ Salmo 149, 1-6. 9 ¡Glorifica al Señor, Jerusalén!
+ Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Juan 3, 22-30
Después de esto, Jesús fue con sus discípulos a Judea. Permaneció allí
con ellos y bautizaba.
Juan seguía bautizando en Enón, cerca de Salim, porque había mucha agua
en ese lugar y la gente acudía para hacerse bautizar.
Juan no había sido encarcelado todavía.
Se originó entonces una discusión entre los discípulos de Juan y un
judío, acerca de la purificación.
Fueron a buscar a Juan y le dijeron: "Maestro, el que estaba
contigo al otro lado del Jordán y del que tú has dado testimonio, también
bautiza y todos acuden a él".
Juan respondió: "Nadie puede atribuirse nada que no haya recibido
del cielo.
Ustedes mismos son testigos de que he dicho: 'Yo no soy el Mesías, pero
he sido enviado delante de él'.
En las bodas, el que se casa es el esposo; pero el amigo del esposo, que
está allí y lo escucha, se llena de alegría al oír su voz. Por eso mi gozo es
ahora perfecto.
Es necesario que él crezca y que yo disminuya.
Palabra del Señor.
MEDITACION
¿Sabemos reconocer y aceptar que otros u otras son superiores a nosotros
en algunos o muchos aspectos, capacidades o labores?
Sería bastante bueno aprenderlo.
Porque, cuando lo hacemos humilde y correctamente, crece nuestra alma.
Claro que hay que evitar hacerlo por conveniencia: para conseguir algo
de esa otra persona; o por esa patología llamada “sentimiento de inferioridad”
en la que no se valora nada de lo que uno/a es o puede realizar.
Se trata de ser honestos/as con nosotros/as mismos/as.
De tal manera que lo que sea nuestra ocupación la hagamos bien y que,
cuando haya alguien más capacitado, sepamos delegar, para bien de los objetivos
y para mal de nuestro ego, con la alegría de Juan, quien fue capaz de decir: «mi gozo es ahora perfecto. Es necesario que él crezca y que yo disminuya».
Que se manifieste en nosotros la alegría de ser de los tuyos, Señor,
aprendiendo a ser auténticamente humildes y desinteresados, como tú, Juan y todos
quienes tienen al Reino en el corazón. Así sea.
Siguiendo las señales que el Señor nos da
para construir la Paz, el Amor y la Alegría en nuestro mundo,
Miguel
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