8 de Enero de 2016
Viernes después de Epifanía
Lecturas:
I Juan 5, 5-13
/ Salmo 147, 12-15. 19-20 ¡Pueblos de la tierra alaben al Señor!
+ Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Lucas 5, 12-16
Mientras Jesús estaba en una ciudad, se presentó un hombre cubierto de
lepra. Al ver a Jesús, se postró ante él y le rogó: "Señor, si quieres,
puedes purificarme".
Jesús extendió la mano y lo tocó, diciendo: "Lo quiero, queda
purificado". Y al instante la lepra desapareció.
Él le ordenó que no se lo dijera a nadie, pero añadió: "Ve a
presentarte al sacerdote y entrega por tu purificación la ofrenda que ordenó
Moisés, para que les sirva de testimonio".
Su fama se extendía cada vez más y acudían grandes multitudes para
escucharlo y hacerse curar de sus enfermedades.
Pero él se retiraba a lugares desiertos para orar.
Palabra del Señor.
MEDITACION
Hace pocos días vivíamos la efervescencia de las fiestas de Navidad y
Año Nuevo.
Mucho ajetreo, mucha gente…
Normalmente, si se es una persona equilibrada, posteriormente a eso, se
necesitan momentos de quietud y hasta de soledad.
Jesús, maestro de la fe y de la vida, muestra que, pese a que se sentía
enviado a estar permanentemente disponible para sanar y acoger a todos, también
necesitaba, de vez en cuando, recuperar su espacio y meditar-hablar con su
Padre, para analizar lo realizado y proyectar lo que haría, por eso «se retiraba a lugares desiertos para orar».
Que sepamos, queramos y tratemos de darle más espacio a la reflexión y a
la oración en nuestras agitadas vidas, Señor. Por nuestro bien y el de quienes
nos rodean. Así sea.
Siguiendo las señales que el Señor nos da
para construir la Paz, el Amor y la Alegría en nuestro mundo,
Miguel
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