miércoles, 6 de enero de 2016

Cuando tengamos motivos para temer…



6 de Enero de 2016
Miércoles después de Epifanía

Lecturas:
I Juan 4, 11-18 / Salmo 1-2. 10-13 ¡Pueblos de la tierra alaben al Señor!

+ Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Marcos   6, 45-42
En seguida, Jesús obligó a sus discípulos a que subieran a la barca y lo precedieran en la otra orilla, hacia Betsaida, mientras él despedía a la multitud.

Una vez que los despidió, se retiró a la montaña para orar.

Al caer la tarde, la barca estaba en medio del mar y él permanecía solo en tierra.
Al ver que remaban muy penosamente, porque tenían viento en contra, cerca de la madrugada fue hacia ellos caminando sobre el mar, e hizo como si pasara de largo.
Ellos, al verlo caminar sobre el mar, pensaron que era un fantasma y se pusieron a gritar, porque todos lo habían visto y estaban sobresaltados. Pero él les habló enseguida y les dijo: "Tranquilícense, soy yo; no teman".

Luego subió a la barca con ellos y el viento se calmó. Así llegaron al colmo de su estupor, porque no habían comprendido el milagro de los panes y su mente estaba enceguecida.

Palabra del Señor.

MEDITACION

¿De qué le sirve al establecimiento del Reino de Dios en la tierra, del cual es su principal impulsor, que Jesús caminara sobre las aguas?
El sentido que quiere transmitir Marcos es que, cuando los discípulos (los de entonces y los de ahora: tú y yo, si queremos serlo), estemos trabajando por realizar su voluntad, muchas veces sentiremos que la tempestad azota la barca de nuestra vida o de nuestra comunidad y que nos hemos quedado sin el Señor (ambas cosas suelen ir vinculadas).
Es ahí que hay que creer que él siempre está ahí, sobreponiéndose a esas dificultades e invitándonos a la tranquilidad confiada en su poder, si es que hemos «comprendido el milagro de los panes» meditado ayer y no permitimos que nuestra mente se enceguezca.

Que en las tantas ocasiones y motivos que se nos presentan para temer, sepamos encontrar la confianza (con fe) en ti, en tu Palabra y en tu presencia permanente entre nosotros, Señor. Así sea.

Siguiendo las señales que el Señor nos da para construir la Paz, el Amor y la Alegría en nuestro mundo,
Miguel

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