miércoles, 11 de marzo de 2020

Jesús acoge, anuncia y acompaña


PREPAREMOS EL PRÓXIMO DÍA DEL SEÑOR
15 de Marzo de 2020
Domingo de la Tercera Semana de Cuaresma

Lecturas de la Misa:
Éxodo 17, 1-7 / Salmo 94, 1-2. 6-9 Cuando escuchen la voz del Señor, no endurezcan el corazón / Romanos 5, 1-2. 5-8

+Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Juan     4, 5-15. 19-26. 39-42
Jesús llegó a una ciudad de Samaría llamada Sicar, cerca de las tierras que Jacob había dado a su hijo José. Allí se encuentra el pozo de Jacob. Jesús, fatigado del camino, se había sentado junto al pozo. Era la hora del mediodía.
 Una mujer de Samaría fue a sacar agua, y Jesús le dijo: «Dame de beber.»
 Sus discípulos habían ido a la ciudad a comprar alimentos.
 La samaritana le respondió: «¡Cómo! ¿Tú, que eres judío, me pides de beber a mí, que soy samaritana?» Los judíos, en efecto, no se trataban con los samaritanos.
 Jesús le respondió: «Si conocieras el don de Dios y quién es el que te dice: "Dame de beber", tú misma se lo hubieras pedido, y él te habría dado agua viva.»
 «Señor, le dijo ella, no tienes nada para sacar el agua y el pozo es profundo. ¿De dónde sacas esa agua viva? ¿Eres acaso más grande que nuestro padre Jacob, que nos ha dado este pozo, donde él bebió, lo mismo que sus hijos y sus animales?»
 Jesús le respondió: «El que beba de esta agua tendrá nuevamente sed, pero el que beba del agua que yo le daré, nunca más volverá a tener sed. El agua que yo le daré se convertirá en él en manantial que brotará hasta la Vida eterna.»
 «Señor, le dijo la mujer, dame de esa agua para que no tenga más sed y no necesite venir hasta aquí a sacarla.» «Señor, veo que eres un profeta. Nuestros padres adoraron en esta montaña, y ustedes dicen que es en Jerusalén donde se debe adorar.»
 Jesús le respondió: «Créeme, mujer, llega la hora en que ni en esta montaña ni en Jerusalén se adorará al Padre. Ustedes adoran lo que no conocen; nosotros adoramos lo que conocemos, porque la salvación viene de los judíos. Pero la hora se acerca, y ya ha llegado, en que los verdaderos adoradores adorarán al Padre en espíritu y en verdad, porque esos son los adoradores que quiere el Padre. Dios es espíritu, y los que lo adoran deben hacerlo en espíritu y en verdad.»
 La mujer le dijo: «Yo sé que el Mesías, llamado Cristo, debe venir. Cuando él venga, nos anunciará todo.»
 Jesús le respondió: «Soy yo, el que habla contigo.»
 Muchos samaritanos de esta ciudad habían creído en él. Por eso, cuando los samaritanos se acercaron a Jesús, le rogaban que se quedara con ellos, y él permaneció allí dos días. Muchos más creyeron en él, a causa de su palabra. Y decían a la mujer: «Ya no creemos por lo que tú has dicho; nosotros mismos lo hemos oído y sabemos que él es verdaderamente el Salvador del mundo.»
Palabra del Señor.

MEDITACIÓN                                                                                                             
Durante nuestra vida muchas veces nos asaltará la duda: «¿El Señor está realmente entre nosotros, o no?» (1L). Pero, por la fe en Jesús hemos comprendido que Él está más que “entre nosotros”; Él se encuentra en nosotros mismos, ya que «el amor de Dios ha sido derramado en nuestros corazones por el Espíritu Santo, que nos ha sido dado» (2L), y, gracias a eso, nos será posible tener la alegría de vivir muchos momentos, compartir con personas y experimentar situaciones a través de los que Él nos señalará: «Soy yo, el que habla contigo» (Ev). Por eso la invitación es que «Cuando escuchen la voz del Señor, no endurezcan el corazón» (Sal), sino que intentemos hacer a esta parte de nuestra vida.
Para ser buena noticia.
(Les invitamos a dejarnos guiar para esta meditación por este texto de Julián Rodríguez, op)
Contexto
- Palestina, año 30 (cuando se vivió): Más de una vez el Jesús histórico se encontró con los samaritanos, pues Samaría quedaba entre Galilea y Judea, y el Nazareno era abierto.
- Jerusalén, año 100 (cuando se escribió): Ya existían seguidores de Cristo en Samaría (Hch 1,8; 8,5-25; 9,31; 15,3), pero había que fortalecer la unidad de la fe en la persona de Jesús entre ellos y los de la Iglesia Madre de Jerusalén.
Sentido
El tema del Evangelio es “Jesús entre los samaritanos: ¿Cómo actúa?”. Esta catequesis manifiesta las siguientes actitudes de Cristo:
Derriba fronteras para acoger (Jn 4,5-15). «¡Cómo! ¿Tú, que eres un judío, …?» (4,9): La sorpresa de ella se debe a que reúne en sí tres rasgos, que, a los ojos del “verdadero israelita”, la hacen despreciable y objeto de marginación: es mujer, es samaritana y es prostituta. «El que beba del agua que Yo le daré, nunca más volverá a tener sed» (4,14a): El Nazareno se presenta como el Dador del Agua Viva; esta agua es símbolo del Espíritu de Dios; el Espíritu es único y Jesús histórico hizo la experiencia de Él; ahora, resucitado, Cristo posee la plenitud del Espíritu de Dios. «El agua que Yo le daré, se convertirá en él en manantial» (4,14b): El ser humano recibe esa Vida Nueva en su raíz misma, en lo profundo de su ser, y así el Espíritu de Dios, aunque constituye un principio vital en cada individuo, va creando la unidad en la diversidad. Para colaborar con el Espíritu de Dios, es necesario buscarlo en lo hondo de uno mismo, como se extrae el agua de las profundidades de la tierra.
Escucha para anunciar (Jn 4,19b-26). «La salvación viene de los judíos» (4,22): Los samaritanos
poseen su templo en Garizim reconstruido el año 30 a. C.; los judíos no tienen el templo de Jerusalén, pues fue destruido por Tito y sus tropas el año 70; el redactor del Evangelio, en el año 100, estima que los judíos están en una situación más provechosa, porque han encontrado formas de culto más familiar, mientras que los samaritanos continúan con sus antiguos ritos más despersonalizados. «La hora se acerca, y ya ha llegado» (4,23): No es la hora cronológica, sino mesiánica; se refiere al instante en que Jesús manifiesta el Amor del Padre por todos, durante su Pascua (cf. Jn 13,1). «Dios es espíritu, y los que lo adoran, deben hacerlo en espíritu y en verdad» (4,24): Espíritu, en la mentalidad bíblica, significa que Dios es fuerza, dinamismo de amor, vida para los seres humanos; la liturgia ya no es tema de lugar físico (Jerusalén o Garizim), pues Dios está en todos y cada uno de los seres humanos, que pueden adorarlo “en espíritu y en verdad”. Salgamos de una religiosidad sacrificial y entremos en una religiosidad profética y encarnada: porque la dedicación con amor al bien de todos, ha de ser nuestro culto, desde el interior, al Padre, que vive en cada ser humano.
Permanece para acompañar (Jn 4,39a.40-42). Los samaritanos reciben a Jesús, y le piden que se quede un tiempo con ellos. Él acepta y los acompaña. Los herejes pueden descubrir realidades más profundas de Dios, si son sinceros y desarrollan la capacidad de amar al prójimo.

Que podamos aprender de ti, Señor, la forma cómo recibir, sin pelear, las creencias y opciones de los que no se asemejan a las nuestras, para acoger lo bueno de ellas y cambiar lo erróneo de las nuestras. Porque siempre habrá unas y otras. Así sea.

Intentando, con mucha Paz, Amor y Alegría, saciar la sed de Dios que tenemos, bebiendo abundantemente del Agua Viva de su Palabra,
Miguel

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Servir para ser cristianos

PREPAREMOS EL PRÓXIMO DÍA DEL SEÑOR Meditación sobre el Evangelio del próximo Domingo 22 de Septiembre de 2024                          ...