miércoles, 13 de mayo de 2020

Lecciones del Maestro del Amor


PREPAREMOS EL PRÓXIMO DÍA DEL SEÑOR
17 de Mayo de 2020
Domingo de la Sexta Semana de Pascua

Lecturas de la Misa:
Hechos 8, 5-8. 14-17 / Salmo 65, 1-7. 16. 20 ¡Aclame al Señor toda la tierra! / I Pedro 3, 15-18

+Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Juan     14, 15-21
En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos:
 «Si ustedes me aman, cumplirán mis mandamientos. Y yo rogaré al Padre, y él les dará otro Paráclito para que esté siempre con ustedes: el Espíritu de la Verdad, a quien el mundo no puede recibir, porque no lo ve ni lo conoce. Ustedes, en cambio, lo conocen, porque él permanece con ustedes y estará en ustedes.
 No los dejaré huérfanos, volveré a ustedes. Dentro de poco el mundo ya no me verá, pero ustedes sí me verán, porque yo vivo y también ustedes vivirán. Aquel día comprenderán que yo estoy en mi Padre, y que ustedes están en mí y yo en ustedes.
 El que recibe mis mandamientos y los cumple, ese es el que me ama; y el que me ama será amado por mi Padre, y yo lo amaré y me manifestaré a él.»
Palabra del Señor.

MEDITACIÓN                                                                                                             
Cuando el Espíritu del Señor ha actuado en la historia humana, lo que es lo mismo que decir: cuando «ustedes se comportan como servidores de Cristo» (2L), «porque él permanece con ustedes» (Ev), han surgido quienes aclaman: «Vengan a ver las obras del Señor, las cosas admirables que hizo por los hombres» (Sal) y «fue grande la alegría de aquella ciudad» (1L) y del mundo, que logra entender, gracias a quienes han dejado actuar a Su Espíritu en ellos, cuánto le ama Dios (Jn 3,16).
Acerca de un amor concreto y útil.
De Jesús podemos decir que es el Señor del Amor e hijo del mismísimo Amor, que es Dios (1 Jn 4,8). Y que esto lo manifestó en su accionar cotidiano, del cual nos han transmitido sólo una pequeña porción los evangelistas: «Jesús hizo también muchas otras cosas. Si se las relatara detalladamente, pienso que no bastaría todo el mundo para contener los libros que se escribirían» (Jn 21,25). Sin embargo, nos basta lo que conocemos para valorar su forma de proceder como modelo para nosotros.
Él puso un parámetro inigualable: «No hay amor más grande que dar la vida por los amigos» (Jn 15,13) y Pablo comenta: «Difícilmente se encuentra alguien que dé su vida por un hombre justo; tal vez alguno sea capaz de morir por un bienhechor. Pero la prueba de que Dios nos ama es que Cristo murió por nosotros cuando todavía éramos pecadores» (Rom 5,7-8).
Pues bien, de entre tantos ejemplos de amor activo y eficaz que nos dejó, relevemos algunos, como su preocupación y ocupación por las necesidades de los demás: «Él les dijo: “Vengan ustedes solos a un lugar desierto, para descansar un poco”. Porque era tanta la gente que iba y venía, que no tenían tiempo ni para comer […] Al desembarcar, Jesús vio una gran muchedumbre y se compadeció de ella, porque eran como ovejas sin pastor, y estuvo enseñándoles largo rato» (Mc 6,30-34).
La actitud anterior lo diferenciaba radicalmente de los fríos e inmisericordes guías religiosos de su tiempo: «Los fariseos respondieron: “¿También ustedes se dejaron engañar? ¿Acaso alguno de los jefes o de los fariseos ha creído en él (Jesús)? En cambio, esa gente que no conoce la Ley está maldita”» (Jn 7,47-49).
Incluso, podemos recordar que a sus apóstoles, esos que lo negaron y abandonaron, no volvió a “pasarles cuentas” una vez resucitado, sino que siguió mostrándose cariñoso y servicial con ellos: «Salieron y subieron a la barca. Pero esa noche no pescaron nada. Al amanecer, Jesús estaba en la orilla, aunque los discípulos no sabían que era él. Al bajar a tierra vieron que había fuego preparado, un pescado sobre las brasas y pan» (Jn 21,3-9).
Tengamos presente, por último, que él, en el momento de sus últimas enseñanzas con ellos, les deja como mandato final a sus seguidores nada más (ni nada menos) que amarse al estilo suyo (Jn 13,34). Es como el resumen de su vida y también de lo que podían aprender de él: que lo hicieran (hiciéramos) todo con amor, como reflejo de que el nuestro es el Maestro del Amor.

Este pasaje del evangelio que se nos presenta en este día comienza y termina, precisamente, con recomendaciones del Maestro sobre este mismo tema. En lo concreto, señala que la forma de mostrar el amor por él es hacer lo que él invitó a realizar durante todo su ministerio. Y termina con la misma idea: «El que recibe mis mandamientos y los cumple, ese es el que me ama», agregando algo muy importante: la relación privilegiada que tendrán quienes lo aman con Dios Padre y con él mismo: «el que me ama será amado por mi Padre, y yo lo amaré y me manifestaré a él».
Es tiempo de Pascua de Resurrección, tiempo de manifestar la alegría por este acontecimiento que cambió la historia y cambia la vida de todos quienes creen en él (y de quienes los rodean, si se intenta vivir más o menos coherentemente). La mejor manera parece ser compartir esa alegría, llevando alegría, a su vez, a quienes lo necesiten (que, lamentablemente, son demasiados), mostrando, mediante el amor activo (el servicio, la fraternidad, la solidaridad) que el Resucitado y el mismo Creador se manifiesta en nosotros.

Que podamos recordar que el distintivo que nos dejaste no está ni en normas ni en edificios, sino en el amor, Señor. Y que esto lo entendamos como el aportar para hacer de la vida de quienes nos rodean algo mejor que lo que les va correspondiendo. Así sea.

Buscando, con mucha Paz, Amor y Alegría, intentar vivir con y por el gran mandamiento que dejó Jesús, del cual él es su símbolo y el que debiese caracterizarnos,
Miguel

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Servir para ser cristianos

PREPAREMOS EL PRÓXIMO DÍA DEL SEÑOR Meditación sobre el Evangelio del próximo Domingo 22 de Septiembre de 2024                          ...