PREPAREMOS
EL PRÓXIMO DÍA DEL SEÑOR
17 de Mayo de 2020
Domingo de la Sexta
Semana de Pascua
Lecturas
de la Misa:
Hechos 8, 5-8. 14-17 / Salmo 65, 1-7. 16. 20 ¡Aclame al Señor toda la tierra! / I Pedro 3, 15-18
+Evangelio de nuestro Señor Jesucristo
según san Juan
14, 15-21
En aquel tiempo, Jesús dijo a
sus discípulos:
«Si ustedes me aman, cumplirán mis
mandamientos. Y yo rogaré al Padre, y él les dará otro Paráclito para que esté
siempre con ustedes: el Espíritu de la Verdad, a quien el mundo no puede
recibir, porque no lo ve ni lo conoce. Ustedes, en cambio, lo conocen, porque
él permanece con ustedes y estará en ustedes.
No los dejaré huérfanos, volveré a ustedes.
Dentro de poco el mundo ya no me verá, pero ustedes sí me verán, porque yo vivo
y también ustedes vivirán. Aquel día comprenderán que yo estoy en mi Padre, y
que ustedes están en mí y yo en ustedes.
El que recibe mis mandamientos y los cumple,
ese es el que me ama; y el que me ama será amado por mi Padre, y yo lo amaré y
me manifestaré a él.»
Palabra del Señor.
MEDITACIÓN
Cuando el Espíritu del
Señor ha actuado en la historia humana, lo que es lo mismo que decir: cuando «ustedes se comportan como servidores de Cristo» (2L), «porque él permanece
con ustedes» (Ev), han surgido quienes aclaman: «Vengan a ver las obras
del Señor, las cosas admirables que hizo por los hombres» (Sal) y «fue grande la alegría
de aquella ciudad» (1L) y del mundo, que logra entender, gracias a quienes han dejado actuar a
Su Espíritu en ellos, cuánto le ama Dios (Jn 3,16).
Acerca de un amor concreto y útil.
De Jesús podemos decir que es el Señor del
Amor e hijo del mismísimo Amor, que es Dios (1
Jn 4,8). Y que esto lo manifestó en su accionar cotidiano, del cual nos han
transmitido sólo una pequeña porción los evangelistas: «Jesús hizo también muchas otras cosas. Si se las relatara
detalladamente, pienso que no bastaría todo el mundo para contener los libros
que se escribirían» (Jn 21,25). Sin
embargo, nos basta lo que conocemos para valorar su forma de proceder como
modelo para nosotros.
Él puso un parámetro inigualable: «No hay
amor más grande que dar la vida por los amigos» (Jn 15,13) y Pablo
comenta: «Difícilmente se encuentra alguien que dé su vida por un hombre justo;
tal vez alguno sea capaz de morir por un bienhechor. Pero la prueba de que Dios
nos ama es que Cristo murió por nosotros cuando todavía éramos pecadores» (Rom 5,7-8).
Pues bien, de entre tantos ejemplos de amor
activo y eficaz que nos dejó, relevemos algunos, como su preocupación y
ocupación por las necesidades de los demás: «Él les dijo: “Vengan ustedes solos
a un lugar desierto, para descansar un poco”. Porque era tanta la gente que iba
y venía, que no tenían tiempo ni para comer […] Al desembarcar, Jesús vio una
gran muchedumbre y se compadeció de ella, porque eran como ovejas sin pastor, y
estuvo enseñándoles largo rato» (Mc 6,30-34).
La actitud anterior lo diferenciaba
radicalmente de los fríos e inmisericordes guías religiosos de su tiempo: «Los
fariseos respondieron: “¿También ustedes se dejaron engañar? ¿Acaso alguno de
los jefes o de los fariseos ha creído en él (Jesús)? En cambio, esa gente que
no conoce la Ley está maldita”» (Jn 7,47-49).
Incluso, podemos recordar que a sus
apóstoles, esos que lo negaron y abandonaron, no volvió a “pasarles cuentas”
una vez resucitado, sino que siguió mostrándose cariñoso y servicial con ellos:
«Salieron y subieron a la barca. Pero esa noche no pescaron nada. Al amanecer,
Jesús estaba en la orilla, aunque los discípulos no sabían que era él. Al bajar
a tierra vieron que había fuego preparado, un pescado sobre las brasas y pan» (Jn 21,3-9).
Tengamos presente, por último, que él, en el
momento de sus últimas enseñanzas con ellos, les deja como mandato final a sus
seguidores nada más (ni nada menos) que amarse al estilo suyo (Jn 13,34). Es como el resumen de su vida y también de lo que
podían aprender de él: que lo hicieran (hiciéramos) todo con amor, como reflejo
de que el nuestro es el Maestro del Amor.
Este pasaje del evangelio que se nos
presenta en este día comienza y termina, precisamente, con recomendaciones del
Maestro sobre este mismo tema. En lo concreto, señala que la forma de mostrar
el amor por él es hacer lo que él invitó a realizar durante todo su ministerio.
Y termina con la misma idea: «El que recibe mis mandamientos y los cumple, ese es el que
me ama», agregando algo muy importante: la relación privilegiada que
tendrán quienes lo aman con Dios Padre y con él mismo: «el que me ama será amado por mi Padre, y yo
lo amaré y me manifestaré a él».
Es tiempo de Pascua de Resurrección,
tiempo de manifestar la alegría por este acontecimiento que cambió la historia
y cambia la vida de todos quienes creen en él (y de quienes los rodean, si se
intenta vivir más o menos coherentemente). La mejor manera parece ser compartir
esa alegría, llevando alegría, a su vez, a quienes lo necesiten (que, lamentablemente,
son demasiados), mostrando, mediante el amor activo (el servicio, la
fraternidad, la solidaridad) que el Resucitado y el mismo Creador se manifiesta
en nosotros.
Que podamos recordar que el distintivo que nos dejaste no está ni en
normas ni en edificios, sino en el amor, Señor. Y que esto lo entendamos como
el aportar para hacer de la vida de quienes nos rodean algo mejor que lo que
les va correspondiendo. Así sea.
Buscando, con mucha Paz, Amor y Alegría, intentar vivir
con y por el gran mandamiento que dejó Jesús, del cual él es su símbolo y el
que debiese caracterizarnos,
Miguel
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