miércoles, 23 de septiembre de 2020

Aprender de quienes van adelante en la fila del Reino

 

PREPAREMOS EL PRÓXIMO DÍA DEL SEÑOR

Meditación sobre el Evangelio del próximo Domingo

27 de Septiembre de 2020

Domingo de la Vigésimo Sexta Semana Durante el Año

 

Lecturas de la Misa:

Ezequiel 18, 24-28 / Salmo 24, 4-9 Acuérdate, Señor, de tu compasión / Filipenses 2, 1-11

 

+Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Mateo     21, 28-32


    Jesús dijo a los sumos sacerdotes y a los ancianos del pueblo:
    «¿Qué les parece? Un hombre tenía dos hijos y, dirigiéndose al primero, le dijo: "Hijo, quiero que hoy vayas a trabajar a mi viña". Él respondió: "No quiero". Pero después se arrepintió y fue. Dirigiéndose al segundo, le dijo lo mismo y este le respondió: "Voy, Señor", pero no fue.
    ¿Cuál de los dos cumplió la voluntad de su padre?»
    «El primero», le respondieron.
    Jesús les dijo: «Les aseguro que los publicanos y las prostitutas llegan antes que ustedes al Reino de Dios. En efecto, Juan vino a ustedes por el camino de la justicia y no creyeron en él; en cambio, los publicanos y las prostitutas creyeron en él. Pero ustedes, ni siquiera al ver este ejemplo, se han arrepentido ni han creído en él»

Palabra del Señor.

 

MEDITACIÓN                                                                                                             

Afirma el Maestro que «los publicanos y las prostitutas llegan antes que ustedes al Reino de Dios» (Ev). Eso se debe a que «el Señor es bondadoso y recto: por eso muestra el camino a los extraviados» (Sal), y los invita (y nos invita) a que «Vivan con los mismos sentimientos que hay en Cristo Jesús. Él, que era de condición divina […] se anonadó a sí mismo, tomando la condición de servidor» (2L), porque de esa manera quien «ha abierto los ojos y se ha convertido de todas las ofensas que había cometido […] seguramente vivirá» (1L), sin que primen creencias o estilos de vida.

Y desaprender de aquellos que se creen primeros.

El evangelio para esta semana trae una de las frases más escandalosas de Jesús: «Les aseguro que los publicanos y las prostitutas llegan antes que ustedes al Reino de Dios».

Escandalosa para todos los tiempos y también preocupante para nosotros, porque, normalmente -sobre todos quienes tenemos algún encargo pastoral o una trayectoria en nuestras comunidades de fe- no nos sentimos parte de esas dos definiciones, pero sí sentimos (al menos interna y calladamente) que “debiésemos” estar bien evaluados para la acogida en eso que el Señor llama el Reino…

Pues bien, notemos, antes que nada, que estas palabras se las dirige Jesús «a los sumos sacerdotes y a los ancianos del pueblo», es decir a las autoridades religiosas -y, por el estilo de sociedad que tenían, también autoridades políticas y los más ricos- de su pueblo, por lo tanto, a aquellos acostumbrados a recibir -y a exigir, si no era así- respeto y veneración, porque decían saber mucho sobre Dios, lo que equivalía a ser considerados personas superiores, con mucha más cercanía al Creador Todopoderoso que el resto de los mortales.

Los publicanos (cobradores de impuestos para los invasores romanos) y las prostitutas, en cambio, estaban en el otro extremo de la valoración pública.

¿Qué clase de Reino de Dios anunciaba el Nazareno, si en él tenían entrada franca los pecadores antes que los virtuosos (o los que se suponía que lo eran)?

El “parte-aguas” lo pone Jesús en haber aceptado o no al profeta del Altísimo y el camino de la justicia, según el querer de Dios, como meditábamos recientemente.

Por lo tanto, la advertencia de Jesús es para los que en su tiempo no daban el ejemplo de vida que se esperaría de ellos, siguiendo el principio de que «al que se le dio mucho, se le pedirá mucho; y al que se le confió mucho, se le reclamará mucho más» (Lc 12,48)

Además, era gente que, en nombre de Dios (o aprovechándose de esa percepción que ellos mismos cultivaban), exigía mucho de los demás (cumplimiento de leyes), sin ponerse a su servicio para facilitarles la vida, como se atreve a recriminarles el profeta provinciano, Jesús: «por no comprender las Escrituras ni el poder de Dios» (Mc 12,24), cosa que remedia (y deja más de manifiesto aún por contraste) él mismo con sus actitudes y palabras de misericordia.

Ya recordábamos recientemente sus palabras: «los últimos serán los primeros y los primeros serán los últimos» (Mt 20,16)

En este caso se entiende que los que tienen los primeros lugares de la fila de entrada al Reino son los últimos en nuestra pobre forma de valorar a las personas, representados en este texto como publicanos y prostitutas: aquellos que aparentemente han dicho “no” a las invitaciones del Padre Dios (por su forma de enfrentar la religión, principalmente). Y, sin embargo, posteriormente, responder afirmativamente en lo que más importa: en el cuidado y atención por sus hermanos de humanidad, simbolizado en el creer en el camino de justicia que anunció Juan Bautista. Algo que parece claramente evidente para todos, ya que nadie se atreve a desmentir esta afirmación del Nazareno.

Por el otro lado, quienes están últimos en esa fila imaginaria son aquellos que nuestras sociedades, con su limitada valoración, mantiene en los lugares de privilegio, aun cuando dicen que “sí” a Dios para guardar las apariencias, sin tener intención alguna de contribuir a lograr lo que es justo para todos sus hijos, que es -insistamos- el Sí que vale, como nos enseñó Jesús: «Busquen primero el Reino y su justicia» (Mt 6,33).


Entonces, comprendamos que, en la valoración que hace nuestro Maestro, no importa lo que alguien diga o piense; son las obras las que hablan más certeramente sobre esa persona: «Por sus frutos, entonces, ustedes los reconocerán. No son los que me dicen: “Señor, Señor”, los que entrarán en el Reino de los Cielos, sino los que cumplen la voluntad de mi Padre que está en el cielo» (Mt 7,20-21).

Por todo lo anterior, parece saludable que nos preocupe la contundente afirmación acerca de la preeminencia en la lista de entrada al Reino, de tal manera que intentemos, cada vez más y cada vez mejor, no estar preocupados tanto de decir que decimos que “sí” a Dios, sino demostrar con nuestras acciones que son sus inspiraciones y enseñanzas las que guían nuestro actuar.

 

Somos una extraña mezcla de buenas intenciones y no tan buenas acciones. Peor aún, cuando nuestros caminos torcidos los justificamos usando tu nombre, Señor. No dejes nunca de alumbrarnos el correcto sendero y de darnos la fortaleza que nuestra debilidad necesita. Así sea.

 

Buscando, con mucha Paz, Amor y Alegría, aprender de los muchos buenos ejemplos que vamos descubriendo en la vida, sin importar ideologías, razas ni religiones,

Miguel

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Servir para ser cristianos

PREPAREMOS EL PRÓXIMO DÍA DEL SEÑOR Meditación sobre el Evangelio del próximo Domingo 22 de Septiembre de 2024                          ...