miércoles, 18 de noviembre de 2020

Amor concreto y eficaz

PREPAREMOS EL PRÓXIMO DÍA DEL SEÑOR

Meditación sobre el Evangelio del próximo Domingo

22 de Noviembre de 2020

Jesucristo, Rey del Universo

 

Lecturas de la Misa:

Ezequiel 34, 11-12. 15-17 / Salmo 22, 1-3. 5-6 El Señor es mi pastor, nada me puede faltar / I Corintios 15, 20-26. 28

 

+Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Mateo     25, 31-46


    Jesús dijo a sus discípulos:
    Cuando el Hijo del hombre venga en su gloria rodeado de todos los ángeles, se sentará en su trono glorioso. Todas las naciones serán reunidas en su presencia, y Él separará a unos de otros, como el pastor separa las ovejas de los cabritos, y pondrá a aquellas a su derecha y a estos a su izquierda.
    Entonces el Rey dirá a los que tenga a su derecha: «Vengan, benditos de mi Padre, y reciban en herencia el Reino que les fue preparado desde el comienzo del mundo, porque tuve hambre, y ustedes me dieron de comer; tuve sed, y me dieron de beber; estaba de paso, y me alojaron; desnudo, y me vistieron; enfermo, y me visitaron; preso, y me vinieron a ver».
    Los justos le responderán: «Señor, ¿cuándo te vimos hambriento, y te dimos de comer; sediento, y te dimos de beber? ¿Cuándo te vimos de paso, y te alojamos; desnudo, y te vestimos? ¿Cuándo te vimos enfermo o preso, y fuimos a verte?»
    Y el Rey les responderá: «Les aseguro que cada vez que lo hicieron con el más pequeño de mis hermanos, lo hicieron conmigo».
    Luego dirá a los de su izquierda: «Aléjense de mí, malditos; vayan al fuego eterno que fue preparado para el demonio y sus ángeles, porque tuve hambre, y ustedes no me dieron de comer; tuve sed, y no me dieron de beber; estaba de paso, y no me alojaron; desnudo, y no me vistieron; enfermo y preso, y no me visitaron»
    Éstos, a su vez, le preguntarán: «Señor, ¿cuándo te vimos hambriento o sediento, de paso o desnudo, enfermo o preso, y no te hemos socorrido?»
    Y Él les responderá: «Les aseguro que cada vez que no lo hicieron con el más pequeño de mis hermanos, tampoco lo hicieron conmigo».
    Éstos irán al castigo eterno, y los justos a la Vida eterna».

Palabra del Señor.

 

MEDITACIÓN                                                                                                             

El Señor, el Buen Pastor «que hace descansar en verdes praderas, conduce a las aguas tranquilas y repara las fuerzas» (Sal), a la vez, advierte: «Yo voy a juzgar entre oveja y oveja, entre carneros y chivos» (1L). Y los criterios del juicio nos los revela Jesús: auxiliar a quien pasa por necesidades, como si lo hicieran con Él, ya que «cada vez que lo hicieron con el más pequeño de mis hermanos, lo hicieron conmigo» (Ev), porque Dios es «todo en todos» (2L), partiendo por los más débiles.

Elegidos por intentar dar a quien lo necesita.

Es interesante hacer el contraste entre la fiesta que celebra la Iglesia Católica en este domingo y el evangelio que proclama como lectura central de esta celebración.

El título de la fiesta es “Nuestro Señor Jesucristo, Rey del Universo”, mientras que, en el texto que se nos propone, Jesús indica que siempre estuvo en una posición diametralmente distinta a la de un rey: entre los más necesitados de entre nosotros.

En una parroquia hubo un fiel que era conocido principalmente porque al llegar esta celebración anual, siempre al final de la eucaristía gritaba: “¡Viva Cristo Rey!”. Y se le seguía recordando, años después de su fallecimiento, principalmente por el mismo hecho.

¿Cuántos cristianos son recordados por estar entre aquellos a los que el Juez definitivo les diría: «tuve hambre, y ustedes me dieron de comer; tuve sed, y me dieron de beber; estaba de paso, y me alojaron; desnudo, y me vistieron; enfermo, y me visitaron; preso, y me vinieron a ver»?

Es que es bastante más fácil hacer homenajes a una estatua de yeso que comprometerse con las necesidades de las personas de carne y hueso.

Y, sin embargo, se nos ha mandatado esto: «No te harás ninguna escultura y ninguna imagen de lo que hay arriba, en el cielo, o abajo, en la tierra, o debajo de la tierra, en las aguas. No te postrarás ante ellas, ni les rendirás culto, porque yo soy el Señor, tu Dios» (Ex 20,4-5), debido al peligro evidente de terminar cambiando el objetivo de nuestra alabanza desde Dios hacia la representación de Él que nos hemos hecho.

Para evitar tropezar en esto y ayudarnos, más aún, a adorar a quien lo merece y de la manera que Él mismo lo quiere, se nos fueron dando las siguientes pistas:

La única imagen validada de Dios que existe es el ser humano: «Y Dios creó al hombre a su imagen; lo creó a imagen de Dios, los creó varón y mujer» (Gn 1,27)

Toda la creación fue puesta para la alegría del humano: «¿Qué es el hombre para que pienses en él, el ser humano para que lo cuides? Lo hiciste poco inferior a los ángeles, lo coronaste de gloria y esplendor; le diste dominio sobre la obra de tus manos» (Sal 8,5-7)

Incluso, para confirmarnos lo importante que era la persona humana para Él, se hizo uno de nosotros: «Y la Palabra se hizo carne y habitó entre nosotros. Y nosotros hemos visto su gloria, la gloria que recibe del Padre como Hijo único» (Sal 8,5-7)

Porque Jesús, sus acciones y su palabra, su misericordia y su ternura, su atención y servicio por los demás… todo eso, hacía visible el amor del Padre Bueno por todos: «Él es la Imagen del Dios invisible» (Col 1,15)

Esa entrega generosa de su vida es señal del amor que el Padre tiene por todos: «la prueba de que Dios nos ama es que Cristo murió por nosotros cuando todavía éramos pecadores» (Rm 5,8)

Es así que se releva la imagen que Jesús nos presenta hoy, acerca de la evaluación concluyente sobre nuestra vida: se nos medirá en el amor eficaz hacia los demás.

Los benditos del Padre, por lo tanto, no son los que cuidaron templos de concreto o tuvieron fervientes devociones, sino los que dieron alegremente (2 Cor 9,7) de su tiempo y de sus recursos, para ayudar a recobrar su dignidad al templo más sagrado habitado por Dios (1 Cor 6,19): la persona humana. Esto, teniendo especial atención hacia los más desvalidos de la sociedad, porque un buen padre cuida a todos sus hijos, pero trata con especial dedicación a quienes entre ellos son más débiles.

Y el Padre Dios es el mejor padre que existe (Lc 11,13).

Entonces, si queremos celebrar a Cristo como rey, que sea en sus términos -los pensamientos de Dios Padre-, y no en los nuestros -los pensamientos de los hombres- (Mt 16,23).

 

Por diversos motivos nos hemos convencido de adorarte sólo “espiritualmente”, Señor, entendiendo por esto desechar lo más terrenamente humano, sin comprender que amarte sin amar al hermano más desfavorecido va contra tus enseñanzas. Ayúdanos a reorientar nuestra fe. Así sea.

 

Buscando, con mucha Paz, Amor y Alegría, estar cada vez más atentos a quienes sufren y tienen carencias inaceptables, para estar más cerca del Dios Misericordioso,

Miguel

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