miércoles, 25 de noviembre de 2020

Sin miedo, con Amor

PREPAREMOS EL PRÓXIMO DÍA DEL SEÑOR

Meditación sobre el Evangelio del próximo Domingo

29 de Noviembre de 2020

Domingo de la Primera Semana de Adviento

 

Lecturas de la Misa:

Isaías 63, 16-17. 19; 64, 2-7 / Salmo 79, 2-3. 15-16. 18-19 Restáuranos, Señor del universo / I Corintios 1, 3-9

 

+Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Marcos     13, 33-37


En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos:
«Tengan cuidado y estén prevenidos, porque no saben cuándo llegará el momento. Será como un hombre que se va de viaje, deja su casa al cuidado de sus servidores, asigna a cada uno su tarea, y recomienda al portero que permanezca en vela.
Estén prevenidos, entonces, porque no saben cuándo llegará el dueño de casa, si al atardecer, a medianoche, al canto del gallo o por la mañana. No sea que llegue de improviso y los encuentre dormidos.
Y esto que les digo a ustedes, lo digo a todos: ¡Estén prevenidos!».

Palabra del Señor.

 

MEDITACIÓN                                                                                                             

Comienza Adviento y el llamado de Jesús –una especie de lema que debiésemos tener presente todo este tiempo- es: «estén prevenidos, porque no saben cuándo llegará el momento» (Ev). Entonces, con la confianza puesta en Quien vendrá, vino y sigue estando, le podemos pedir: «reafirma tu poder y ven a salvarnos» (Sal). Y, como creemos que Dios está cerca «de los que practican la justicia y se acuerdan de sus caminos» (1L), sabemos que, si enrielamos nuestra vida por el camino del bien para todos, nos podemos acoger a esta promesa: «mientras esperan la Revelación de nuestro Señor Jesucristo, no les falta ningún don de la gracia» (2L). Por lo tanto, sintámonos llamados a no temer y sí a amar, para hacer una espera productiva.

Para no ser sorprendidos en la incoherencia.

La semana anterior se nos recordaba el evangelio del “juicio final”. Este día en sintonía con aquel evento -así se ha entendido por siglos-, Jesús advierte: «Tengan cuidado y estén prevenidos, porque no saben cuándo llegará el momento». Debido a ello, estas palabras suelen entenderse como una especie de amenaza atemorizante.

Pero ¿cómo podría ser posible llegar a temer a nuestro amigo, hermano y maestro del amor?

Como si fuera poco lo anterior, en la Biblia encontramos una cincuentena de ocasiones en las que, de parte de Dios, se nos invita a la confianza: «No temas, porque yo estoy contigo, no te inquietes, porque yo soy tu Dios; yo te fortalezco y te ayudo, yo te sostengo con mi mano victoriosa» (Is 41,10). Porque el temor es enemigo de Dios: fe con miedo es esoterismo, esperanza con miedo es superstición, amor con miedo es esclavitud.

Recordemos que, en un evangelio anterior (el de los “talentos”), la actitud del siervo que es recriminado por su señor -y por Jesús- estuvo motivada por esto mismo: «tuve miedo y fui a enterrar tu talento» (Mt 25,25), lo que significaba que ese personaje tampoco había entendido el proyecto del Reino.

Estar prevenidos, entonces, tiene más que ver con tener, desde ahora, actitudes acordes con la Vida en abundancia que el Buen Pastor quiere para su rebaño (Jn 10,10), la cual, precisamente se irá haciendo cada vez más presente, más real, más actual, en la medida que no nos domine el miedo y nos atrevamos, cada vez más y cada vez mejor, a vivir según sus enseñanzas humanizadoras.

Por ejemplo:

Que podamos ser capaces de desprendernos de las amarras materiales y tratar de aprender el bello camino de la generosidad, la que es un anticipo del Reino: «No temas, pequeño Rebaño, porque el Padre de ustedes ha querido darles el Reino. Vendan sus bienes y denlos como limosna. Háganse bolsas que no se desgasten y acumulen un tesoro inagotable en el cielo, donde no se acerca el ladrón ni destruye la polilla» (Lc 12,31-33).

Que podamos ser capaces de confiar, pese a las dificultades que lo anterior conlleve, en que otro mundo es posible; uno en el que se pueda ver que reina Dios: «¿Acaso no se vende un par de pájaros por unas monedas? Sin embargo, ni uno solo de ellos cae en tierra, sin el consentimiento del Padre que está en el cielo […] No teman entonces, porque valen más que muchos pájaros» (Mt 10,29-31).

Que podamos ser capaces de creer en Él aún (y sobre todo) en esas y todas las dificultades, creyéndoLE
que sus acciones y enseñanzas son semillas y frutos del Reino: «A la madrugada, Jesús fue hacia ellos, caminando sobre el mar. Los discípulos, al verlo caminar sobre el mar, se asustaron. “Es un fantasma”, dijeron, y llenos de temor se pusieron a gritar. Pero Jesús les dijo: “Tranquilícense, soy yo; no teman. Entonces Pedro le respondió: “Señor, si eres tú, mándame ir a tu encuentro sobre el agua”. “Ven”, le dijo Jesús. Y Pedro, bajando de la barca, comenzó a caminar sobre el agua en dirección a él. Pero, al ver la violencia del viento, tuvo miedo, y como empezaba a hundirse, gritó: “Señor, sálvame”. En seguida, Jesús le tendió la mano y lo sostuvo, mientras le decía: “Hombre de poca fe, ¿por qué dudaste?”»
(Mt 14,25-31).

El temor (a no depender del dinero, al porvenir, a las tormentas, a lo que sea) oscurece la alegría, por lo que sería imposible anunciar y vivir la Buena Noticia, es decir, dejar a Jesús guiar nuestros actos.

No se trata, por lo tanto, de prepararse con miedo a una venida justiciera de un dios vengador; sino de tener la prevención de ir actuando como nuestro amigo, hermano y maestro del amor nos enseñó que era la manera en que el Reino de Dios viene permanentemente a nosotros, hasta que llegue definitivamente el tiempo en que «Dios sea todo en todos» (1 Cor 15,28).

Que Dios, el que es Amor, esté en mí y en todos, que sea nuestro todo, es decir, que nos fundamos en amor, no es nada para temer; todo lo contrario, es la Gran Alegría, la Buena Noticia a la que somos llamados a celebrar desde nuestro hoy.

«Y esto que les digo a ustedes, lo digo a todos: ¡Estén prevenidos!»

 

Sabes mejor que nosotros, Señor, que se nos infiltró el mensaje del miedo en la fe llena de misericordia que nos diste, para que fuésemos felices. Ayúdanos a recobrar la esencia de tus palabras, para estar bien preparados al encuentro con el Amor Eterno, construyendo fraternidad solidaria desde hoy. Así sea.

 

Buscando, con mucha Paz, Amor y Alegría, la valentía que otorga la confianza, de tal manera de calcular menos y hacer más, en sintonía con el mensaje de Jesús,

Miguel

 

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