miércoles, 11 de noviembre de 2020

Mejorar el mundo

PREPAREMOS EL PRÓXIMO DÍA DEL SEÑOR

Meditación sobre el Evangelio del próximo Domingo

15 de Noviembre de 2020

Domingo de la Trigésimo Tercera Semana Durante el Año

 

Lecturas de la Misa:

Proverbios 31, 10-13. 19-20. 30-31 / Salmo 127, 1-5 ¡Feliz quien ama al Señor! / Tesalonicenses 5, 1-6

 

+Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Mateo     25, 14-30


    Jesús dijo a sus discípulos esta parábola:
    El Reino de los Cielos es también como un hombre que, al salir de viaje, llamó a sus servidores y les confió sus bienes. A uno le dio cinco talentos, a otro dos, y uno solo a un tercero, a cada uno según su capacidad; y después partió.
    En seguida, el que había recibido cinco talentos, fue a negociar con ellos y ganó otros cinco. De la misma manera, el que recibió dos, ganó otros dos, pero el que recibió uno solo, hizo un pozo y enterró el dinero de su señor.
    Después de un largo tiempo, llegó el señor y arregló las cuentas con sus servidores. El que había recibido los cinco talentos se adelantó y le presentó otros cinco. «Señor, le dijo, me has confiado cinco talentos: aquí están los otros cinco que he ganado». «Está bien, servidor bueno y fiel, le dijo su señor, ya que respondiste fielmente en lo poco, te encargaré de mucho más: entra a participar del gozo de tu señor».
    Llegó luego el que había recibido dos talentos y le dijo: «Señor, me has confiado dos talentos: aquí están los otros dos que he ganado». «Está bien, servidor bueno y fiel, ya que respondiste fielmente en lo poco, te encargaré de mucho más: entra a participar del gozo de tu señor».
    Llegó luego el que había recibido un solo talento. «Señor, le dijo, sé que eres un hombre exigente: cosechas donde no has sembrado y recoges donde no has esparcido. Por eso tuve miedo y fui a enterrar tu talento: ¡aquí tienes lo tuyo!» Pero el señor le respondió: «Servidor malo y perezoso, si sabías que cosecho donde no he sembrado y recojo donde no he esparcido, tendrías que haber colocado el dinero en el banco, y así, a mi regreso, lo hubiera recuperado con intereses. Quítenle el talento para dárselo al que tiene diez, porque a quien tiene, se le dará y tendrá de más, pero al que no tiene, se le quitará aun lo que tiene. Echen afuera, a las tinieblas, a este servidor inútil; allí habrá llanto y rechinar de dientes»

Palabra del Señor.

 

MEDITACIÓN                                                                                                             

El Señor se ha ido de viaje, no sabemos por cuánto tiempo, y en espera de su regreso, te «confió sus bienes» (Ev): y a eso se responde utilizándolos para ser quien «Abre su mano al desvalido y tiende sus brazos al indigente» (1L), de manera tal que se diga de la comunidad de creyentes, seguidores de Jesús: «todos ustedes son hijos de la luz» (2L), porque hemos comprendido que así se entra en su gozo, ya que es «Feliz quien ama al Señor» (Sal), amando sus iluminadores caminos e inspiraciones.

Dejarlo (al menos) un poco mejor que como lo encontramos.

Muchas religiones, espiritualidades y organizaciones promueven el mejorar el mundo, porque mayoritariamente los humanos creemos -o lo percibimos inconscientemente- que nuestras sociedades son perfectibles, por lo que es posible -o imprescindible, según la motivación de la persona- hacerles bastantes cambios.

¿Para lograr qué, exactamente?

Las respuestas pueden diferir, pero hay claridad en lo que está mal (y, como suele suceder, teniendo claro el diagnóstico, es más fácil comprender qué hay que solucionar). Apoyémonos en unos versos del finamente irónico cantautor Joan Manuel Serrat (Tema: A quien corresponda, 1981, fragmento), para enumerar algunos males que nos toca vivir:

Que nadie conoce al vecino / Que a los viejos se les aparta después de haberlos servido bien / Que el mar está agonizando / Que no hay quien confíe en su hermano / Que la tierra cayó en manos de unos locos con carnet / Que el mundo es de peaje y experimental / Que todo es desechable y provisional…

O, en otras palabras, desde la óptica creyente, podríamos decir que este mundo que Dios hizo completamente bueno (Gn 1,31), no lo es tanto, debido a que, durante el desarrollo material de nuestra humanidad, que es evidente, hemos perdido el desarrollar nuestras capacidades y habilidades humanas, lo que, según hemos dicho, también ha ido quedado en evidencia históricamente.

También en lógica creyente, pero más específicamente cristiana, es necesario recordar que tenemos un Maestro de vida en esto, quien nos ha dejado muchas enseñanzas, las cuales, si quienes nos decimos seguidores-amigos suyos intentásemos con más ganas hacerlas carne en nuestra vida, serían un gran aporte para cambiar el mundo.

Este día se nos presenta, en labios suyos, una nueva parábola sobre el Reino, el cual es una forma de comprender un estilo más humano de relacionarnos entre nosotros, de tal manera que se pueda afirmar que Dios efectivamente reina en nuestra cultura y en nuestro mundo.

Durante las últimas semanas hemos meditado varias de estas.

A modo de breve resumen, para contextualizar, consignemos algunas: según Jesús, este Reino se parece a un mundo donde haya más personas capaces de perdonar de corazón, porque se sienten infinitamente perdonados (Mt 18,23-35); a un mundo donde las personas pueden sustentar dignamente su vida, de acuerdo a sus necesidades y no a la competencia con otros (Mt 20,1-15); a un mundo donde se respete y se escuche a quienes demuestran con su vida, más allá de sus palabras, que tienen una buena comprensión de la voluntad divina, aunque no tengan títulos oficiales para eso (Mt 21,28-43); a un mundo donde se comprenda que el Dios Padre de todos nos quiere unidos y sin excepciones y que esto se celebre con inmensa alegría (Mt 22,1-14); y un mundo donde, quienes decimos amar a Dios, lo demostremos con acciones concretas de servicio-amor a todos sus hijos, o ese decir estaría vacío de contenido real (Mt 22,36-40)


Y, así tantas enseñanzas más que son el contenido del Evangelio o la Noticia Feliz (Mc 1,1) del Dios con Nosotros (Mt 1,23), entre nosotros (Lc 17,21) y desde nosotros (Ef 3,20).

Pues bien, ahora la pregunta que normalmente surge es: “yo soy tan débil y, sin embargo, entiendo que, si creo en Jesús, tengo una misión, pero ¿qué puedo hacer, a pesar de eso, para cambiar el mundo?”

La respuesta podría ser el evangelio de este día: usa tus talentos (capacidades, habilidades, características… lo que te sale mejor). Nadie es tan pobre que no tenga nada para dar (tiempo, preocupación, solidaridad, soporte…) y nadie es tan rico como para no tener nada que recibir.

Si el Creador lo hizo todo bien, como creemos, nos hizo con habilidades (cinco, tres o una, las que sean), para aportar al bien de nuestra comunidad (1 Cor 12,7), sea esta nuestra familia, nuestro barrio, el lugar donde desarrollamos nuestro trabajo, el país y, por medio de todo esto, al mundo.

El llamado es a desarrollarlos (“invertirlos”) en los demás y no a “enterrarlos” (guardarlos cómodamente).

 

Generalmente somos conscientes de las capacidades o habilidades con que fuimos dotados, Señor, pero nos quedamos atrapados en las posibles dificultades u obstáculos que tendrá el camino. Danos la valentía y las ganas alegres de sacar brillo a nuestros talentos para mejorar el mundo. Al menos el que nos rodea. Así sea.

 

Buscando, con mucha Paz, Amor y Alegría, ser cada vez más generosos con lo que tenemos, reconociendo que no es algo que hayamos adquirido con nuestro esfuerzo, sino dones gratuitos para entregarlos gratuitamente,

Miguel

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Servir para ser cristianos

PREPAREMOS EL PRÓXIMO DÍA DEL SEÑOR Meditación sobre el Evangelio del próximo Domingo 22 de Septiembre de 2024                          ...