miércoles, 20 de enero de 2021

El mundo fue y será lo que hagamos de él

PREPAREMOS EL PRÓXIMO DÍA DEL SEÑOR

Meditación sobre el Evangelio del próximo Domingo

24 de Enero de 2021

Domingo de la Tercera Semana Durante el Año

 

Lecturas de la Misa:

Jonás 3, 1-5. 10 / Salmo 24, 4-9 Muéstrame, Señor, tus caminos / I Corintios 7, 29-31

 

+Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Marcos     1, 14-20


    Después que Juan fue arrestado, Jesús se dirigió a Galilea. Allí proclamaba la Buena Noticia de Dios, diciendo: «El tiempo se ha cumplido: el Reino de Dios está cerca. Conviértanse y crean en la Buena Noticia».
    Mientras iba por la orilla del mar de Galilea, vio a Simón y a su hermano Andrés, que echaban las redes en el agua, porque eran pescadores. Jesús les dijo: «Síganme, y yo los haré pescadores de hombres». Inmediatamente, ellos dejaron sus redes y lo siguieron.
    Y avanzando un poco, vio a Santiago, hijo de Zebedeo, y a su hermano Juan, que estaban también en su barca arreglando las redes. En seguida los llamó, y ellos, dejando en la barca a su padre Zebedeo con los jornaleros, lo siguieron.

Palabra del Señor.

 

MEDITACIÓN                                                                                                             

El Señor, que «guía a los humildes para que obren rectamente» (Sal), espera que quienes creemos en Él actuemos con la conciencia de que «queda poco tiempo» (2L), que «El tiempo se ha cumplido: el Reino de Dios está cerca» (Ev), por lo que nos dice a cada uno «anúnciale el mensaje que Yo te indicaré» (1L): el mensaje de su misericordia y su amor, el que debe ser anunciado haciéndolo vida -nuestra vida-, para que sea coherente frente a todos.

En el 506 y en el 2000 también…

Muchas veces nos parece que los problemas de nuestro mundo (el planeta y también todo lo que rodea más cercanamente a nuestras familias y a los que queremos, además de nuestras circunstancias personales) son demasiado grandes como para que podamos hacer algo al respecto. Es conocida la pesimista expresión, sobre esto, del famoso tango “Cambalache”, el cual afirma que desde siempre y para siempre el mundo será “una porquería”.

En nuestro caso, como amigos de Jesús, no logramos determinar qué nos corresponde aportar en lo que tiene de verdad esta afirmación, que es una opinión muy generalizada. De hecho, tenemos la tentación de pensar que sus enseñanzas ya no tienen vigencia, porque las dificultades de hoy no existían en aquel tiempo.

Pero eso está muy lejos de ser cierto.

·         En la época que le tocó vivir a él, su sociedad padecía también, por ejemplo, de las inequidades, de tal manera que Jesús, al proclamar las Bienaventuranzas, afirmó: «Felices los que tienen hambre y sed de justicia, porque serán saciados» (Mt 5,6). Es más, recordemos que el inicio del texto nos ubica «después que Juan fue arrestado», el cual fue un apresamiento arbitrario (Mt 14,3-4);

·         Ya existía la discriminación, que vemos, por ejemplo, en la parábola del fariseo y el publicano, la que es introducida con esta frase: «refiriéndose a algunos que se tenían por justos y despreciaban a los demás…» (Lc 9);

·         Como en toda sociedad estratificada económicamente, había explotación y abuso de unos por otros. De hecho, el Maestro se los recuerda a sus discípulos así: «Ustedes saben que aquellos a quienes se considera gobernantes, dominan a las naciones como si fueran sus dueños, y los poderosos les hacen sentir su autoridad» (Mc 10,42);

·         Y también encontramos el machismo maltratador, graficado en particular en el muy conocido episodio de la mujer adúltera que le traen a Jesús (Jn 8), porque, como es obvio, para cometer adulterio se necesitan dos y acá la acusada es sólo ella.

En fin, hay más, pero confiamos en que esta somera reseña sea suficiente para replicar a quienes hacen el cuestionamiento antes mencionado.

Despejado eso, para los fines de esta meditación, tengamos presente, por otro lado, que, según cuentan aquellos que tienen experiencia en el arte de pescar, esta es una actividad mucho más amplia que sólo tirar el cebo y esperar tener éxito en la recolección.

Esta conlleva madrugar, preparar los aparejos y prepararse personalmente y como equipo, si es el caso, para jornadas de esfuerzo físico extenuante. También es necesario saber de corrientes, vientos y, por cierto, los movimientos de los peces.

Sin embargo, hacer todo lo anterior correctamente no garantiza nada. De hecho, el mismo evangelio nos relata una ocasión en que estos profesionales de la pesca le confiesan: «Maestro, hemos trabajado la noche entera y no hemos sacado nada…» (Lc 5,5).

El evangelio de este día nos muestra cómo Jesús invita «a Simón y a su hermano Andrés […] a


Santiago, hijo de Zebedeo, y a su hermano Juan»
a ser «pescadores de hombres», una bella forma metafórica de decirles que espera que apliquen la misma tenacidad, paciencia y método de su oficio para ayudarle a anunciar a los demás que «El tiempo se ha cumplido: el Reino de Dios está cerca. Conviértanse y crean en la Buena Noticia»

Esa es también una manera de que nosotros comprendamos que esta tarea no es para superhéroes ni sobre-dotados de ninguna especie, sino que es para personas normales, como tú y yo, como esos pescadores y como los cientos de miles que a lo largo de la historia han aceptado el desafío, cada uno, cada una, aportando, ni más ni menos que las habilidades y capacidades de las que ha sido constituido.

De esa manera, se entiende que es misión nuestra, como seguidores de Cristo, ayudar a hacer que el mundo sea cada vez mejor, antes, ahora y después.

 

El mundo fue y será una serie de relaciones, lamentablemente, con mucha tendencia a aplicar mal los talentos que cada quien tiene, porque muchos privilegian su egoísmo indiferente. Tú nos invitas, Señor, a cambiar el mundo desde la ubicación y con las características que cada uno tiene. Ayúdanos a ser fieles a tu llamado. Así sea.

 

Buscando, con mucha Paz, Amor y Alegría, y también con fiel persistencia hacer el aporte correspondiente para que el mundo sea un mejor lugar para todos,

Miguel

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