miércoles, 17 de febrero de 2021

Guiados por el Espíritu

PREPAREMOS EL PRÓXIMO DÍA DEL SEÑOR

Meditación sobre el Evangelio del próximo Domingo

21 de Febrero de 2021

Domingo de la Primera Semana de Cuaresma

 

Lecturas de la Misa:

Génesis 9, 8-15 / Salmo 24, 4-9 Tus senderos, Señor, son amor y fidelidad / I Pedro 3, 18-22

 

+Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Marcos     1, 12-15


El Espíritu lo llevó al desierto, donde estuvo cuarenta días y fue tentado por Satanás. Vivía entre las fieras, y los ángeles lo servían.

Después que Juan fue arrestado, Jesús se dirigió a Galilea. Allí proclamaba la Buena Noticia de Dios, diciendo: «El tiempo se ha cumplido: el Reino de Dios está cerca. Conviértanse y crean en la Buena Noticia.»

Palabra del Señor.

 

MEDITACIÓN                                                                                                             

La Cuaresma que comienza es un recordatorio de que «El Señor es bondadoso y recto: por eso muestra el camino a los extraviados» (Sal), es decir, a todos nosotros, debido a que Él es fiel a su promesa: «Yo establezco mi alianza con ustedes, con sus descendientes, y con todos los seres vivientes que están con ustedes» (1L). Por nuestra parte es momento para seguir intentando hacer concreto «el compromiso con Dios de una conciencia pura» (2L); aquella que nos impulsa a vivir de acuerdo a la Ley del Amor, acogiendo el llamado permanente de nuestro Señor: «Conviértanse y crean en la Buena Noticia» (Ev).

El Divino orientador.

Desde siempre, a través de la historia humana, ha habido quienes han pretendido guiar la vida de los demás. Unos lo han hecho con buenas intenciones; otros con las intenciones opuestas.

Probablemente hay muchos anteriores, pero de aquellos que tenemos información, podemos destacar desde el sabio famoso por “no saber” que fue Sócrates, cinco siglos antes de Cristo, el cual tuvo al menos un brillante discípulo, Platón, quien fue maestro a su vez de Aristóteles. Lo notable es que estos tres han tenido una importante influencia en el desarrollo de las ideas que sustentan nuestras actuales sociedades.

Y, por poner un final (provisorio, porque la historia sigue y, a la vez, arbitrario porque hay que cerrar esta parte de la reflexión), hasta el prisionero político por 27 años, quien después de ser liberado llegó a ser presidente de su nación, Sudáfrica, a la que lideró con sabiduría y ecuanimidad, sin ningún ánimo revanchista. Nos referimos a Nelson Mandela, ejemplo de líder político.

Claramente hay muchos más, incluso en la actualidad, con mayor o menor número de seguidores de sus doctrinas. Ocurre que, al parecer, los humanos necesitamos a alguien que vaya adelante del camino, iluminando por donde deberemos pasar.

Pero los cristianos sabemos que el Santo Espíritu es el guía divino. Ya lo decían los textos del Antiguo Testamento…

Recordando al gran líder liberador de su pueblo, el profeta clama: «¿Dónde está el que hizo subir de las aguas al pastor de su rebaño? ¿Dónde está el que puso dentro de él su santo espíritu, el que hizo marchar su brazo glorioso a la derecha de Moisés, el que separó las aguas delante de ellos, para ganarse un renombre eterno?» (Is 63,11-12).

En otro capítulo, un personaje afirma al profeta Elías (demostrando saber quién es su conductor): «en cuanto yo me aparte de ti, el espíritu del Señor te llevará quién sabe adónde» (I Rey 18,12).

Incluso, ya en el Nuevo Testamento, Pablo afirmará: «Todos los que son conducidos por el Espíritu de Dios son hijos de Dios» (Rom 8,14).

Pues, bien, Jesús, el hijo predilecto de Dios (Mc 1,10) se deja guiar también: «El Espíritu lo llevó al desierto», se nos dice. Él sintió que necesitaba un espacio de reflexión, “un retiro” lo llamaríamos ahora.

Estaba en los comienzos de la que sería su misión de vida, por lo que le parecía necesario meditar en la forma de llevarla a cabo y en las dificultades que esta conllevaría. Ahí, en la soledad y la quietud se enfrentaría a sus miedos y preocupaciones, señaladas con la frase: «fue tentado por Satanás», pero, a la vez, gozaría de los hermosos proyectos que le eran inspirados: «los ángeles lo servían».

La Cuaresma, que está comenzando, podría ser un buen momento para dejarnos conducir por el Espíritu de Dios en el análisis de nuestros planes a futuro, la evaluación de lo que hemos hecho hasta ahora y el cómo seguiremos en los distintos aspectos de nuestra vida.

Tal vez, como no tenemos suficiente conocimiento del Espíritu (es el “Dios desconocido”, como diría el Apóstol), podría afligirnos esta idea. Pero un “tip”, aprendido del Maestro mismo, nos ayudaría a identificar cómo es que se deja guiar Jesús. Veamos:

«Mientras estaba orando, se abrió el cielo. y el Espíritu Santo descendió sobre él en forma corporal, como una paloma. Se oyó entonces una voz del cielo: “Tú eres mi Hijo muy querido, en quien tengo puesta toda mi predilección”» (Lc 3,21-22). “Mientras estaba orando…” La oración es la clave.

Ejemplos:

Al amanecer del día siguiente a uno muy activo sirviendo en un pueblo, después de orar, decide que su labor no debe estancarse a un solo lugar (Mc 1,32-38);

Es en la oración donde encuentra la fuerza para derrotar al mal (Mc 9,25.29);

Tras toda una noche de oración, decide quiénes formarán su comunidad germinal (Lc 12-13);

En ambiente de oración honesta y estremecedora se fortalece para enfrentar los momentos culminantes de su existencia (Mc 14,32-42).


Entre tantos otros episodios similares.

Es que, como se nos ha enseñado: «si a alguno de ustedes le falta sabiduría, que la pida a Dios, y la recibirá» (Stg 1,5). Para tener la sabiduría suficiente como para dejarse guiar por el Divino orientador, entonces, hay que entablar comunicación con el Señor, pero, como «no sabemos orar como es debido […] el Espíritu intercede por nosotros» (Rom 8,26).

Es de esa manera que lograremos, como Jesús, entender hacia dónde se nos está guiando y poder caminar de la mano del Espíritu para poder hacer todo el bien y lo bueno posible.

Como lo hizo nuestro Maestro.

 

Abre nuestro corazón, nuestra alma, nuestro entendimiento, a tu guía, Señor Espíritu Santo, para que seamos capaces de ir comprendiendo lo que la bondad divina nos inspira para ponernos a realizar la bondad humana que Dios quisiera de nosotros. Así sea.

 

Buscando, con mucha Paz, Amor y Alegría, comprender, aceptar y hacer propias las motivaciones que pone en nosotros el Espíritu de Dios,

Miguel

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