miércoles, 3 de febrero de 2021

Servidores como Jesús

PREPAREMOS EL PRÓXIMO DÍA DEL SEÑOR

Meditación sobre el Evangelio del próximo Domingo

7 de Febrero de 2021

Domingo de la Quinta Semana Durante el Año

 

Lecturas de la Misa:

Job 7, 1-4. 6-7 / Salmo 146, 1-6 Alaben al Señor, que sana a los que están afligidos / I Corintios 9, 16-19. 22-23

 

+Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Marcos     1, 29-39


Cuando salió de la sinagoga, fue con Santiago y Juan a casa de Simón y Andrés. La suegra de Simón estaba en cama con fiebre, y se lo dijeron de inmediato. Él se acercó, la tomó de la mano y la hizo levantar. Entonces ella no tuvo más fiebre y se puso a servirlos.

Al atardecer, después de ponerse el sol, le llevaron a todos los enfermos y endemoniados, y la ciudad entera se reunió delante de la puerta. Jesús curó a muchos enfermos, que sufrían de diversos males, y expulsó a muchos demonios; pero a estos no los dejaba hablar, porque sabían quién era él.

Por la mañana, antes que amaneciera, Jesús se levantó, salió y fue a un lugar desierto; allí estuvo orando. Simón salió a buscarlo con sus compañeros, y cuando lo encontraron, le dijeron: «Todos te andan buscando».

Él les respondió: «Vayamos a otra parte, a predicar también en las poblaciones vecinas, porque para eso he salido».

Y fue predicando en las sinagogas de toda la Galilea y expulsando demonios.

Palabra del Señor.

 

MEDITACIÓN                                                                                                             

Nosotros también podemos tener la necesidad de decirle al Señor «Todos te andan buscando» (EV). Algunos conscientemente, confiando en que «El Señor eleva a los oprimidos y humilla a los malvados hasta el polvo» (Sal) y otros tan profundo en su interior que no lo saben, cuando sienten: «la noche se hace muy larga y soy presa de la inquietud hasta la aurora» (1L). Su respuesta, la que necesitan, es que más cristianos puedan decir, como el Apóstol: «Me hice todo para todos» (2L) y, sirviendo, acercarles el Reino, que es lo que Jesús espera de nosotros, para seguir llegando hasta los necesitados de hoy como a los de su tiempo.

¿El que no vive para servir no sirve para vivir?

Probablemente todos recordamos lo que contestó Jesús cuando fue consultado acerca del mandamiento principal de todos (lo que es una forma de preguntar cuál es la forma esencial de vivir la fe en Dios). «Jesús respondió: “El primero es: Escucha, Israel: el Señor nuestro Dios es el único Señor; y tú amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón y con toda tu alma, con todo tu espíritu y con todas tus fuerzas. El segundo es: Amarás a tu prójimo como a ti mismo. No hay otro mandamiento más grande que estos”» (Mc 12,29-31).

Así dejaba claro que ambos amores no se pueden separar, o, mejor, que el amor al prójimo es signo visible del amor a Dios (1 Jn 4,20).

Pero no se quedó ahí, pues en otro momento puso al amor como distintivo de sus seguidores (Jn 13,35). Esto significa que tener como regla de vida el amor a los hermanos es muestra fiel de que se han entendido sus enseñanzas.

Y fue más lejos aún al enseñar: «Amen a sus enemigos, rueguen por sus perseguidores» (Mt 5,44). Es decir, que el cristiano no pone límites a su amor.

Por todo esto, bien se dice que el cristianismo es la religión del amor.

Pero, para que no hubiese espacio a la duda acerca de las implicancias de esto, o porque en su sabiduría, vislumbraba la posibilidad de que podíamos tomar de una manera pasiva su gran mandato, se preocupó de enseñar con dichos y hechos que estaba hablando de amor activo y eficaz por los demás, mediante el servicio, poniéndose él mismo como ejemplo: «el que quiera ser grande, que se haga servidor de ustedes; y el que quiera ser el primero, que se haga servidor de todos. Porque el mismo Hijo del hombre no vino para ser servido, sino para servir y dar su vida en rescate por una multitud» (Mc 10,43-45).

Podríamos entender, entonces, que si hay algo por lo que debería ser reconocido un cristiano es por su espíritu de servicio, siguiendo el modelo de su maestro de vida.

En el texto del evangelio de esta semana se resalta muy bien esto.

Se nos relata que la suegra de Pedro, después de recibir una gracia del Señor, encuentra que lo más natural es responder a la bendición con la actitud de quien ha escuchado y entendido a Jesús, pues inmediatamente después «se puso a servirlos».

Y, como decíamos, el Maestro es el primer servidor: «Al atardecer, después de ponerse el sol, le llevaron a todos los enfermos y endemoniados, y la ciudad entera se reunió delante de la puerta. Jesús curó a muchos enfermos, que sufrían de diversos males, y expulsó a muchos demonios».

A la mañana siguiente, después de alimentarse de la comunicación con el Padre Dios, decide que su entrega a los demás no debe estancarse: «”Vayamos a otra parte, a predicar también en las poblaciones vecinas, porque para eso he salido”. Y fue predicando en las sinagogas de toda la Galilea y expulsando demonios».

Ser cristianos se entiende como “hacerse otros cristos”, buscando asemejarse, cada vez más y cada vez mejor, a la forma en que vivió él entre nosotros.


Entonces, si él se identificó de esta manera: «yo estoy entre ustedes como el que sirve» (Lc 22,27); si, en el momento cúlmine de su vida con los discípulos se puso en actitud de esclavo para lavarles los pies a ellos y encargarles la misma actitud hacia los demás (Jn 13); si después de su partida de la tierra, buscando una forma de definir su misión, se dijo: «Él pasó haciendo el bien» (Hch 10,38)

Si todo esto y lo anteriormente señalado, es así, ¿puede haber cristianos que no sean servidores?

O, en otras palabras: si los cristianos no viven sirviendo, ¿para qué sirven los cristianos?

 

Siempre encontraremos una buena razón (que será, a la vez, una buena excusa) para no dedicar más tiempo, ganas y esfuerzo a ayudar a los demás cuando tienen una necesidad. Ayúdanos a vencer el individualismo indiferente que parece dominarnos, Señor, para ser más fieles a tu ejemplo. Así sea.

 

Buscando, con mucha Paz, Amor y Alegría, poner mayor atención a las múltiples necesidades de quienes nos rodean para, luego, buscar la mejor forma de servirles,

Miguel

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