miércoles, 17 de marzo de 2021

Los superhéroes de verdad no usan capas

PREPAREMOS EL PRÓXIMO DÍA DEL SEÑOR

Meditación sobre el Evangelio del próximo Domingo

21 de Marzo de 2021

Domingo de la Quinta Semana de Cuaresma

 

Lecturas de la Misa:

Jeremías 31, 31-34 / Salmo 50, 3-4. 12-15 Crea en mí, Dios mío, un corazón puro / Hebreos 5, 7-9

 

+Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Juan     12, 20-33


    Entre los que habían subido para adorar durante la fiesta, había unos griegos que se acercaron a Felipe, el de Betsaida de Galilea, y le dijeron: «Señor, queremos ver a Jesús.» Felipe fue a decírselo a Andrés, y ambos se lo dijeron a Jesús. Él les respondió:
    «Ha llegado la hora
en que el Hijo del hombre va a ser glorificado.
Les aseguro que
si el grano de trigo que cae en la tierra no muere,
queda solo;
pero si muere,
da mucho fruto.
El que tiene apego a su vida la perderá;
y el que no está apegado a su vida en este mundo,
la conservará para la Vida eterna.
El que quiera servirme
que me siga,
y donde Yo esté, estará también mi servidor.
El que quiera servirme, será honrado por mi Padre.
Mi alma ahora está turbada.
¿Y qué diré:
"Padre, líbrame de esta hora"?
¡Si para eso he llegado a esta hora!
¡Padre, glorifica tu Nombre!»
Entonces se oyó una voz del cielo: «Ya lo he glorificado y lo volveré a glorificar.» La multitud que estaba presente y oyó estas palabras, pensaba que era un trueno. Otros decían: «Le ha hablado un ángel.»
Jesús respondió:
«Esta voz no se oyó por mí, sino por ustedes.
Ahora ha llegado el juicio de este mundo,
ahora el Príncipe de este mundo será arrojado afuera;
y cuando yo sea levantado en alto sobre la tierra,
atraeré a todos hacia mí.»

Palabra del Señor.

 

MEDITACIÓN                                                                                                             

Si somos honestos con nosotros mismos y con los demás, debiésemos necesitar hacer nuestra la oración: «Crea en mí, Dios mío, un corazón puro» (Sal), para que Él pueda, a la vez, cumplir en nosotros su promesa: «pondré mi Ley dentro de ellos, y la escribiré en sus corazones» (1L) y, luego, guiándonos por ella, podamos cambiar nuestra forma de relacionarnos entre nosotros, lo que nos permitiría estar en condiciones de aceptar la invitación del Señor: «El que quiera servirme que me siga, y donde Yo esté, estará también mi servidor» (Ev), entendiendo que servirlo es servir a los pequeños del mundo, que es con quienes se identifica. De esa manera nos hacemos parte de su misión: «llegó a ser causa de salvación eterna» (2L), y nosotros podemos aportar en aquello.

Granos heroicos.

Es muy difícil que alguien no tenga conocimientos o, incluso, simpatía por algún “superhéroe”, de esos a los que últimamente nos tienen muy acostumbrados los medios de entretención. Y eso, pese a tener plena conciencia de que son personajes ficticios.

Pero saltándonos esa consideración, convengamos en que la sola denominación es errada: con esos extremos poderes que poseen, no tiene mucha gracia, no hay mucho esfuerzo de su parte para ser “héroes”.

Los que sí lo son, en la realidad, en la vida cotidiana, no utilizan capa ni trajes llamativos; son aquellos y aquellas que sí hacen sacrificios, más allá de lo que cualquiera haría, de su tiempo o incluso autocuidado, desinteresadamente, con tal de ayudar a mejorar la vida de otros.

Son héroes no reconocidos -y eso mismo los hace más valiosos aún-, por ejemplo, los padres/madres que se postergan a sí mismos para conseguir darle lo más cercano a lo necesario a sus hijos;

También lo son los bomberos de Chile, quienes, como sabemos, son voluntarios, por lo que deben pedir permiso en sus trabajos o interrumpir descanso o el compartir con sus familias para poder atender a las emergencias que afectan a la comunidad;

Y, por cierto, la terrible pandemia que nos azota desde hace más de un año nos hace visualizar en este ítem al no suficientemente bien ponderado personal sanitario, los que, yendo más allá de sus obligaciones, e intentando vencer el muy humano miedo a la muerte, han dado mucho por combatir los efectos de esta enfermedad.

Gracias a Dios, hay muchos otros más que no alcanzaron a ser mencionados en este somero recuento, pero que tal vez cada quien pudo recordar al pensar en héroes reales.

En la propia Biblia encontramos una lista de algunos héroes: «Moisés, siendo ya grande, renunció a ser llamado hijo de la hija del Faraón. Él prefirió compartir los sufrimientos del Pueblo de Dios, antes que gozar los placeres efímeros del pecado […] Rahab, la prostituta, no pereció con los incrédulos, ya que había recibido amistosamente a los que fueron a explorar la Tierra». Y a otros más, precisando que «su debilidad se convirtió en vigor: fueron fuertes en la lucha y rechazaron los ataques de los extranjeros. […] Unos se dejaron torturar, renunciando a ser liberados, para obtener una mejor resurrección. Otros sufrieron injurias y golpes, cadenas y cárceles. Fueron apedreados, destrozados, muertos por la espada. Anduvieron errantes, cubiertos con pieles de ovejas y de cabras, desprovistos de todo, oprimidos y maltratados» (Heb 11)

Lo que tienen en común todos los mencionados y muchos otros que no, es que quedaron grabados en la mente y el corazón de sus hermanos, pero no por las palabras bonitas o inspiradoras que pronunciaron, sino porque fueron considerados “héroes” por sus acciones (Mt 7,20) en bien de los demás, aun a costa (y sobre todo por ello) de su propio bienestar, de lo que es su vida.

Es que, como nos enseñó nuestro Maestro, sólo «si el grano de trigo […] muere, da mucho fruto».

Nuestro principal ejemplo de heroísmo -el de los cristianos nos referimos- es el mismo Jesús, quien demostró, con su forma de realizar sus actos y de relacionarse con los demás, lo cierto que es aquello de que «El que tiene apego a su vida la perderá; y el que no está apegado a su vida en este mundo, la conservará para la Vida eterna».

Pero aprovechemos de aclarar en este punto que sólo los superhéroes de ficción no temen; los reales sí, porque son humanos. Le sucedió a Jesús: «Mi alma ahora está turbada. ¿Y qué diré: "Padre, líbrame de esta hora"?. Lo que los hace héroes es que no se dejan vencer por el natural temor, porque tienen presente la obra que es necesaria para otros que realicen: «¡Si para eso he llegado a esta hora! ¡Padre, glorifica tu Nombre!»


Claro, la inmensa mayoría de nosotros cuidamos mucho nuestra “vida” (nuestra forma de vivirla) y, a la larga, la perdemos en sinsentidos, rutinas y, a fin de cuentas, sensación de vacío.

Por otro lado, aquellos que, como él, se esfuerzan por superar ese apego tan natural, llegan a tener una vida plena, digna y dignificadora, es decir una con auténtico sentido de Vida eterna.

Estos últimos, sin necesidad de usar capa, llegan a ser los verdaderos superhéroes de la humanidad.

 

Reconocemos que distamos mucho de la abnegación en nuestra existencia, Señor. Sin embargo, nos hace tanto bien que nos recuerdes hacia dónde nos conviene dirigir nuestros pasos: hacia mayor solidaridad, fraternidad y generosidad con nuestro tiempo y disposición. Por eso te pedimos: mantén tu mano sobre nosotros. Así sea.

 

Buscando, con mucha Paz, Amor y Alegría, encontrar el valor necesario y la comunidad necesaria para hallarlo, de tal manera de ser más coherentes, pese a las dificultades,

Miguel

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