miércoles, 14 de abril de 2021

“¡Cómo no hablar, si tu voz me quema adentro!”

PREPAREMOS EL PRÓXIMO DÍA DEL SEÑOR

Meditación sobre el Evangelio del próximo Domingo

18 de Abril de 2021

Domingo de la Tercera Semana de Pascua

 

Lecturas de la Misa:

Hechos 3, 13-15. 17-19 / Salmo 4, 2. 4. 7. 9 Muéstranos, Señor, la luz de tu rostro / I Juan 2, 1-5

 

+Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Lucas     24, 35-48


    Los discípulos contaron lo que les había pasado en el camino y cómo lo habían reconocido al partir el pan.
    Todavía estaban hablando de esto, cuando Jesús se apareció en medio de ellos y les dijo: «La paz esté con ustedes.»
    Atónitos y llenos de temor, creían ver un espíritu, pero Jesús les preguntó: «¿Por qué están turbados y se les presentan esas dudas? Miren mis manos y mis pies, soy yo mismo. Tóquenme y vean. Un espíritu no tiene carne ni huesos, como ven que yo tengo.»
    Y diciendo esto, les mostró sus manos y sus pies. Era tal la alegría y la admiración de los discípulos, que se resistían a creer. Pero Jesús les preguntó: «¿Tienen aquí algo para comer?» Ellos le presentaron un trozo de pescado asado; él lo tomó y lo comió delante de todos.
    Después les dijo: «Cuando todavía estaba con ustedes, yo les decía: Es necesario que se cumpla todo lo que está escrito de mí en la Ley de Moisés, en los Profetas y en los Salmos.»
    Entonces les abrió la inteligencia para que pudieran comprender las Escrituras, y añadió: «Así estaba escrito: el Mesías debía sufrir y resucitar de entre los muertos al tercer día, y comenzando por Jerusalén, en su Nombre debía predicarse a todas las naciones la conversión para el perdón de los pecados. Ustedes son testigos de todo esto.»

Palabra del Señor.

 

MEDITACIÓN                                                                                                             

Confiados en que, como al salmista, «Él me escucha siempre que lo invoco» (Sal), pidámosle que, tal como hizo con sus discípulos, a quienes «les abrió la inteligencia para que pudieran comprender las Escrituras» (Ev), nos ilumine qué significa que «El Dios de Abraham, de Isaac y de Jacob, el Dios de nuestros padres, glorificó a su servidor Jesús» (1L), de tal manera que, pudiendo comprender sus enseñanza y su ejemplo, vivamos de esta manera nuestra fe: «La señal de que lo conocemos, es que cumplimos sus mandamientos» (2L).

“Tengo que andar, tengo que luchar”.

Un canto cristiano exclama: “Cómo escapar de ti, cómo no hablar si tu voz me quema dentro” (El profeta, de Gilmer Torres) y a muchos estas palabras nos hacen sentido y nos identifican. Pero a la vez nos frustran, debido a que sabemos que estamos más bien lejos de hacerlas parte efectiva de nuestras vivencias: queremos, pero no podemos. O eso sentimos.

Hoy, en pleno siglo XXI, un tiempo lleno de incredulidad, (aunque hay que reconocer que siempre ha sido y será así), es muy difícil entender y, mucho más, explicar cómo se puede creer eso tan extraordinario que es el que alguien haya podido volver de la muerte.

Y, sin embargo, esa es nuestra creencia. No sólo eso: es el fundamento del ser cristiano, es lo principal que habría que gritar y arriesgar, como también dice aquella canción. De hecho, un escritor sagrado argumenta categórico, al respecto: «si Cristo no resucitó, es vana nuestra predicación y vana también la fe de ustedes» (1 Cor 15,14)

Entonces, parece que sería mucho más fructífero, para cada quien y para los demás, que, en vez de alimentar sentimientos de culpa, busquemos hablar de aquello que “nos quema adentro” (Lc 24,34). Para eso, es importante sentir suficiente confianza en el qué decir (el contenido) y el cómo decirlo (la forma como lo expresaremos).

El presente texto nos da dos pistas, dos ayudas, para fortalecernos en esa misión.

Primero, los discípulos afirman que al Resucitado «lo habían reconocido al partir el pan». Es decir, lo descubrieron al hacer el gesto eucarístico de partir, repartir y compartir fraternalmente el alimento, como habían visto hacer a su Maestro, Jesús, y como habían vivido esa experiencia tantas veces antes.

En segundo lugar, se nos cuenta que el Resucitado «les abrió la inteligencia para que pudieran comprender las Escrituras». Es decir, les refuerza la necesidad de acudir permanentemente a la Palabra, y hacerlo con la mente abierta, para ir entendiendo cada vez más y cada vez mejor las cosas de la fe.

Y hay otra más, una que es más bien implícita y es muy importante: donde se manifiesta y enseña preferentemente el Señor de la Vida es en la comunidad.

Los cristianos somos llamados a ser «testigos de todo esto», que es aquello que tiene relación con la fuerza y significancia de la Resurrección para el mundo y todos nuestros hermanos que lo habitan.

Pero nosotros tendemos a vivir rutinariamente los encuentros eucarísticos, en vez de que sean convivencias fraternas que nos inspiren a llenar la vida de más encuentros entrañables, a la vez de ser el motor que nos impulse a buscar que haya menos falta de pan para todo el mundo.

También quienes nos identificamos como amigos de Jesús, poco o nada leemos y medita


mos la Biblia, o, si lo hacemos, tendemos a usar los mismos “lentes” que usaron otros (y nos heredaron) para entender sus enseñanzas, renunciando a discernirla personalmente, para encontrarles un sentido propio y que se comprenda con la mentalidad del siglo XXI, por lo tanto, dirigido a personas adultas con criterio formado.

Por último, nuestro mayor “pecado” es la permanente tentación que tenemos de hacer una vivencia religiosa mayormente personalista e individualista, aunque participemos en alguna congregación, porque nuestras opciones mayoritarias no tienen espíritu comunitario.

¿Será por todo esto que nos cuesta tanto exponer esa “voz que nos quema adentro” y, por eso mismo, es tan difícil para el mundo creer en la Resurrección?

 

El mundo necesita el anuncio de una vida mejor para todos, lo que es fruto, según nuestra fe, de creer en tu resurrección, Señor. Fortalece nuestro espíritu y danos el valor necesario para ser fieles a esta misión que nos encomiendas. Así sea.

 

Buscando, con mucha Paz, Amor y Alegría, captar la mejor forma y adquirir todo el valor necesario para dar a conocer la Buena Noticia de la Resurrección,

Miguel

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Servir para ser cristianos

PREPAREMOS EL PRÓXIMO DÍA DEL SEÑOR Meditación sobre el Evangelio del próximo Domingo 22 de Septiembre de 2024                          ...