miércoles, 23 de junio de 2021

Concretar la fe

PREPAREMOS EL PRÓXIMO DÍA DEL SEÑOR

Meditación sobre el Evangelio del próximo Domingo

27 de Junio de 2021

Domingo de la Décimo Tercera Semana Durante el Año

 

Lecturas de la Misa:

Sabiduría 1, 13-15; 2, 23-24 / Salmo 29, 2. 4-6. 11-13 Yo te glorifico, Señor, porque Tú me libraste / II Corintios 8, 7. 9. 13-15

 

+Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Marcos     5, 21-43


    Cuando Jesús regresó en la barca a la otra orilla, una gran multitud se reunió a su alrededor, y Él se quedó junto al mar. Entonces llegó uno de los jefes de la sinagoga, llamado Jairo, y al verlo, se arrojó a sus pies, rogándole con insistencia: «Mi hijita se está muriendo; ven a imponerle las manos, para que se cure y viva». Jesús fue con él y lo seguía una gran multitud que lo apretaba por todos lados.
    Se encontraba allí una mujer que desde hacía doce años padecía de hemorragias. Había sufrido mucho en manos de numerosos médicos y gastado todos sus bienes sin resultado; al contrario, cada vez estaba peor. Como había oído hablar de Jesús, se le acercó por detrás, entre la multitud, y tocó su manto, porque pensaba: «Con sólo tocar su manto quedaré sanada». Inmediatamente cesó la hemorragia, y ella sintió en su cuerpo que estaba sanada de su mal».
    Jesús se dio cuenta en seguida de la fuerza que había salido de Él, se dio vuelta y, dirigiéndose a la multitud, preguntó: «¿Quién tocó mi manto?»
    Sus discípulos le dijeron: «¿Ves que la gente te aprieta por todas partes y preguntas quién te ha tocado?» Pero Él seguía mirando a su alrededor, para ver quién había sido.
    Entonces la mujer, muy asustada y temblando, porque sabía bien lo que le había ocurrido, fue a arrojarse a los pies y le confesó toda la verdad.
    Jesús le dijo: «Hija, tu fe te ha salvado. Vete en paz, y queda sanada de tu enfermedad».
    Todavía estaba hablando, cuando llegaron unas personas de la casa del jefe de la sinagoga y le dijeron: «Tu hija ya murió; ¿para qué vas a seguir molestando al Maestro?» Pero Jesús, sin tener en cuenta esas palabras, dijo al jefe de la sinagoga: «No temas, basta que creas». Y sin permitir que nadie lo acompañara, excepto Pedro, Santiago y Juan, el hermano de Santiago, fue a casa del jefe de la sinagoga.
    Allí vio un gran alboroto, y gente que lloraba y gritaba. Al entrar, les dijo: «¿Por qué se alborotan y lloran? La niña no está muerta, sino que duerme». Y se burlaban de él.
    Pero Jesús hizo salir a todos, y tomando consigo al padre y a la madre de la niña, y a los que venían con él, entró donde ella estaba. La tomó de la mano y le dijo: «Talitá kum», que significa: «¡Niña, yo te lo ordeno, levántate!» En seguida la niña, que ya tenía doce años, se levantó y comenzó a caminar. Ellos, entonces, se llenaron de asombro, y él les mandó insistentemente que nadie se enterara de lo sucedido. Después dijo que le dieran de comer.

Palabra del Señor.

 

MEDITACIÓN                                                                                                             

Desde Jesús, creemos que Dios es un Padre bondadoso, por lo que nos hace sentido pensar que «Dios no ha hecho la muerte» (1L), sino que, por el contrario, Él y su enviado Jesús, luchan contra ella y contra todos nuestros dolores, para que podamos compartir esta alegría: «Tú convertiste mi lamento en júbilo» (Sal). Entonces el Señor nos invita: «No temas, basta que creas» (Ev), de tal manera que, después de vencido el temor y liberados, a nuestra vez, cada uno de los que creen «también se distingan en generosidad» (2L) hacia los sufrimientos de otros y e intenten ayudarlos a liberarse de los miedos y a crecer en la fe, también.

Corazón en el cielo, pies en tierra.

Es importante, para comprender mejor los evangelios, recordar que estos no fueron escritos “on line”. Ni siquiera unos días después de ocurridos los “hechos” que relatan. Más bien son recopilaciones realizadas varias décadas después, tomadas de la transmisión llamada “boca a boca”, de los recuerdos de los primeros discípulos.

Los episodios que se nos presentan este día nos dicen que en el recuerdo alegre y la percepción generalizada de los contemporáneos de Marcos destacaba el hecho de que Jesús, primero, tenía trato con las mujeres (recordemos que eso no era lo habitual) y, segundo, que ese trato era muy deferente.

Quién sabe cómo ocurrió realmente la curación de aquella mujer. Sin embargo, podemos entender el enorme sufrimiento que arrastraba, la esperanza que la llevó hacia el Nazareno, el temor posterior por haberse atrevido a tocar a un hombre y, por último, el inmenso alivio que sintió gracias a él.

Pero, además de lo mencionado respecto a la inédita ocupación del Maestro por aquellas despreciadas en su tiempo -entre muchos otros- que fueron las mujeres; además, decíamos, vemos otro hermoso atributo de quien es nuestro guía en la vida: la delicada ternura que muestra hacia ellas y hacia todos:

A la aterrada hemorroísa le dirije estas consoladoras palabras: «Hija… Vete en paz »;

Pese a su intensa actividad, igual se desvía de su accionar para asistir al atribulado padre (que no era de sus “amigos”, ya que representaba a la religión oficial, que se le oponía);

Y, por último, está la poco valorada, pero maravillosa orden final después de atender a la niña: «dijo que le dieran de comer», porque también lo necesitaba.

Un tema muy importante en este evangelio, como podemos notar, es el de la fe: Jairo cree que Jesús puede hacer algo por su hija agonizante; él mismo cree poder; la mujer cree que él la sanará de su eterna dolencia; el Maestro le confirma que gracias a que creyó pudo curarse y también le dice al hombre que creer es lo único que necesita.

La fe es poderosa… pero cómo la aplicamos hoy, cada uno de nosotros, es el tema.

Podríamos quedarnos -y de hecho muchos se quedan- en la espectacularidad de los milagros, cosa que no tiene mucha relación con nosotros que no tenemos ese poder. Pero, como el cristianismo es un estilo de vida, nos sirve más rescatar aquellas actitudes en las que sí podríamos -si de verdad tenemos fe («basta que creas»)-, intentar asemejarnos a nuestro Maestro en la relación con los demás.

Resumamos, como conclusiones, entonces:

Parecemos más cristianos si nos esforzamos por no discriminar y, mejor, si nos acercarnos y buscamos acoger a quienes son dejados de lado por nuestra sociedad;

Parecemos más cristianos si no permitimos que el rencor nos ciegue y, pese a las diferencias, somos capaces de ayudar a quien nos necesita, sin importar a qué “bando” pertenece;

Parecemos más cristianos si no olvidamos las diversas hambres de muchos que están a nuestro


alrededor e intentamos hacer algo al respecto.

Todo esto, que es contrario a como hace las cosas el mundo, que es lo que nos ha condenado a tanta infelicidad colectiva, va haciendo un cambio en nuestras sociedades; un cambio que mejora a la humanidad.

Y así, también descubrirás que «tu fe te ha salvado» de la forma miserable en que nos tratamos.

 

Hemos demostrado, y seguimos demostrándolo, que necesitamos de tu parte, Señor, una especie de «Talitá kum», a ver si nos levantamos desde nuestras miserias egoístas e indiferentes con el sufrimiento de los demás, cada vez más y cada vez mejor. Así sea.

 

Buscando, con mucha Paz, Amor y Alegría, ir descubriendo los milagros que se producen en nuestros tiempos egoístas, cuando crece la solidaridad y la fraternidad,

Miguel

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