miércoles, 4 de agosto de 2021

Alimentarnos de la Palabra del Pan vivo

PREPAREMOS EL PRÓXIMO DÍA DEL SEÑOR

Meditación sobre el Evangelio del próximo Domingo

8 de Agosto de 2021

Domingo de la Décimo Novena Semana Durante el Año

 

Lecturas de la Misa:

I Reyes 19, 1-8 / Salmo 33, 2-9 ¡Gusten y vean que bueno es el Señor! / Efesios 4, 30—5, 2

 

+Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Juan     6, 41-51


    Los judíos murmuraban de Jesús, porque había dicho: «Yo soy el pan bajado del cielo». Y decían: «¿Acaso este no es Jesús, el hijo de José? Nosotros conocemos a su padre y a su madre. ¿Cómo puede decir ahora: "Yo he bajado del cielo?"»

    Jesús tomó la palabra y les dijo:

«No murmuren entre ustedes.

Nadie puede venir a mí,

si no lo atrae el Padre que me envió;

y Yo lo resucitaré en el último día.

Está escrito en el libro de los Profetas:

"Todos serán instruidos por Dios".

Todo el que oyó al Padre

y recibe su enseñanza,

viene a mí.

Nadie ha visto nunca al Padre,

sino el que viene de Dios:

sólo Él ha visto al Padre.

Les aseguro

que el que cree, tiene Vida eterna.

Yo soy el pan de Vida.

Sus padres, en el desierto,

comieron el maná y murieron.

Pero éste es el pan que desciende del cielo,

para que aquél que lo coma no muera.

Yo soy el pan vivo bajado del cielo.

El que coma de este pan vivirá eternamente,

y el pan que Yo daré

es mi carne para la Vida del mundo».

Palabra del Señor.

 

MEDITACIÓN                                                                                                             

Es necesario «que lo oigan los humildes y se alegren» (Sal), porque «todo el que oyó al Padre y recibe su enseñanza» (Ev) sigue a Jesús de la siguiente manera: «sean mutuamente buenos y compasivos, perdonándose los unos a los otros como Dios los ha perdonado en Cristo» (2L). Para tener la energía suficiente para lograrlo, se nos invita: «¡Levántate, come, porque todavía te queda mucho por caminar!» (1L), sabiendo que ese alimento lo provee el mismo Señor.

Literalmente cristianos.

Una parte de los cristianos, los católicos, entiende este texto literalmente: «comer el pan de Vida» es comer físicamente a Jesús, el cual es el pan eucarístico. Sabemos que otras denominaciones no menos cristianas no lo comprenden así.

Estos últimos, sin embargo, entienden literalmente otras cosas.

Por ejemplo, algunos no veneran el domingo, siguiendo la enseñanza: «No dejen nunca de observar mis sábados, porque el sábado es un signo puesto entre yo y ustedes, a través de las generaciones, para que ustedes sepan que yo, el Señor, soy el que los santifico. Observarán el sábado, porque es sagrado para ustedes. El que lo profane, será castigado con la muerte» (Ex 31,13-14)

Otros creen firmemente (y luchan por ser parte de este número) que sólo una cantidad determinada se salvará, debido a esta imagen: «Después vi al Cordero que estaba de pie sobre el monte Sión, acompañado de ciento cuarenta y cuatro mil elegidos, que tenían escrito en la frente el nombre del Cordero y de su Padre» (Apoc 14,1)

Y, así, tantas prácticas y creencias más.

Sin embargo, ningún grupo de fieles, que se sepa, está lleno de mancos, cojos y tuertos, por obedecer las instrucciones del mismo Cristo: «Si tu mano o tu pie son para ti ocasión de pecado, córtalos y arrójalos lejos de ti […] Y si tu ojo es para ti ocasión de pecado, arráncalo y tíralo lejos» (Mt 18,8-9). Esto debido a que en esta ocasión sí entienden que no es una enseñanza literal… a menos que pretendan negar que esas partes de sus cuerpos hayan jamás pecado, como nos sucede normalmente a la inmensa mayoría de los demás otros mortales.

Pues bien, la Biblia misma afirma que ella es Palabra de Dios escrita por hombres a través de la inspiración del Espíritu Santo: «Toda la Escritura está inspirada por Dios, y es útil para enseñar y para argüir, para corregir y para educar en la justicia» (2 Tim 3, 16); «ninguna profecía ha sido anunciada por voluntad humana, sino que los hombres han hablado de parte de Dios, impulsados por el Espíritu Santo» (2 Pe 1, 21).

También, que la Biblia es infalible y no se contradice: «la palabra de nuestro Dios permanece para siempre» (Is 40, 8).

Todo esto ayuda a creer que la Biblia es la forma en que Dios comunica “la” verdad. Y Él ha escogido comunicarse mediante la palabra humana, la que tienen significados objetivos que llevan a tomar lo que ahí se lee al pie de la letra.

Pero el lenguaje humano también incluye figuras como las metáforas y una gran variedad de expresiones idiomáticas, las que intuitivamente entendemos como tales dependiendo del contexto de lo que se esté hablando y en el cual se esté hablando.

De hecho, Jesús habitualmente usa una forma simbólica para expresarse, que son las parábolas y se entiende claramente que no está diciendo que el Reino es un árbol, o una moneda o cualquier otro objeto por él mencionado.


Entonces, si eliges creer que el que Jesús sea «el pan vivo bajado del cielo», implica comerlo en el pan consagrado en la Eucaristía católica o tratar de ser fiel a cualquier otra imagen de las que trae tu Biblia (o que te han enseñado que hay ahí), no olvides alimentarte de (es decir, de seguir), más aún, las siguientes enseñanzas de quien es el Pan de vida, las cuales son bien concretas: «Así como yo los he amado, ámense también ustedes los unos a los otros» (Jn 13,34); «El que quiere ser el primero, debe hacerse el último de todos y el servidor de todos» (Mc 9,35); «Todo lo que deseen que los demás hagan por ustedes, háganlo por ellos» (Lc 9,12-13)

Y así, hay muchas otras que no se prestan a interpretación y que, si los millones que nos decimos cristianos las siguiésemos “al pie de la letra”, le daríamos vida al mundo, ya que nuestro mundo cercano y el mundo de todos sería muy diferente: uno según el querer del Señor.

Esta sí podemos estar seguros que es Palabra y Voluntad de Dios.

 

Repetimos demasiado livianamente la intención “Venga a nosotros tu Reino, hágase tu voluntad”, pero, como sabes bien, Señor, poco aportamos para que esto suceda realmente en nosotros y en nuestra sociedad. Guíanos por los caminos de la fidelidad coherente. Así sea.

 

Buscando, con mucha Paz, Amor y Alegría, encontrar siempre las formas de ser coherentes entre lo que decimos creer y la manera de manifestar esto en nuestra vida,

Miguel

 

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