miércoles, 1 de septiembre de 2021

¡Ábranse!

PREPAREMOS EL PRÓXIMO DÍA DEL SEÑOR

Meditación sobre el Evangelio del próximo Domingo

5 de Septiembre de 2021

Domingo de la Vigésimo Tercera Semana Durante el Año

 

Lecturas de la Misa:

Isaías 35, 4-7 / Salmo 145, 7-10 ¡Alaba al Señor, alma mía! / Santiago 2, 1-7

 

+Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Marcos     7, 31-37


    Cuando Jesús volvía de la región de Tiro, pasó por Sidón y fue hacia el mar de Galilea, atravesando el territorio de la Decápolis.
    Entonces le presentaron a un sordomudo y le pidieron que le impusiera las manos. Jesús lo separó de la multitud y, llevándolo aparte, le puso los dedos en las orejas y con su saliva le tocó la lengua. Después, levantando los ojos al cielo, suspiró y le dijo: «Efatá», que significa: «Ábrete». Y en seguida se abrieron sus oídos, se le soltó la lengua y comenzó a hablar normalmente.
    Jesús les mandó insistentemente que no dijeran nada a nadie, pero cuanto más insistía, ellos más lo proclamaban y, en el colmo de la admiración, decían: «Todo lo ha hecho bien: hace oír a los sordos y hablar a los mudos».

Palabra del Señor.

 

MEDITACIÓN                                                                                                             

El profeta anuncia los tiempos en que Dios consolará a su pueblo, utilizando esta imagen: «se abrirán los ojos de los ciegos y se destaparán los oídos de los sordos; entonces el tullido saltará como un ciervo y la lengua de los mudos gritará de júbilo» (1L), a lo que hace eco el salmista: «El Señor libera a los cautivos. Abre los ojos de los ciegos y endereza a los que están encorvados» (Sal). Porque nuestro Dios, como sabemos, se pone del lado de los menoscabados. Lo reafirma el Apóstol: «¿Acaso Dios no ha elegido a los pobres de este mundo para enriquecerlos en la fe y hacerlos herederos del Reino que ha prometido a los que lo aman?» (2L). En la sanación del sordo mudo por parte de Jesús (Ev), vemos realizarse la esperanza mesiánica de los pobres y sencillos y la de todos quienes estemos de su lado.

A modo de salmo

(Por Florencio Ulibarri, tomado de www.feadulta.org)

 

Que los sordos dejen de hacerse los sordos,

que se limpien los oídos a fondo

y salgan a las plazas y caminos,

que se atrevan a oír lo que tienen que oír:

el grito y el llanto, la súplica y el silencio

de las personas que ya no aguantan su situación.

 

Que los mudos tomen la palabra

y hablen clara y libremente

en esta sociedad confusa y cerrada,

que se quiten miedos y mordazas

y se atrevan a pronunciar las palabras

que todos tienen derecho a oír:

las que nombran, se entienden y no engañan.

 

¡Danos oídos atentos y lenguas liberadas!

 

Que nadie deje de oír el clamor de los silenciados,

ni se quede sin palabra ante tantos enmudecidos.

Sed, para los que no oyen, tímpanos que se conmuevan;

palabras vivas para los que no hablan;

micrófonos y altavoces sin trabas ni filtros

para pronunciar la vida y susurrar la esperanza,

en todos los que caminan y buscan.

¡Que los sordos oigan y los mudos hablen!

 

Que se rompan las barreras

de la incomunicación humana

en personas, familias, pueblos y culturas.

Que todos tengamos voz cercana y clara

y seamos oyentes de la Palabra en las palabras.

Que construyamos redes firmes

para el diálogo, el encuentro y el crecimiento

en diversidad y tolerancia.

 

¡Danos oídos atentos y lenguas desatadas!

 

Que se nos destrabe la lengua

y salga de la boca la Palabra inspirada.

Que se nos abran los oídos para recibir,

la Palabra salvadora, ya pronunciada,

en lo más hondo de nuestras entrañas.

Que se haga el milagro en los sentidos

de nuestra condición humana

para recobrar la dignidad y la esperanza.

 

Para el grito y la plegaria,

para el canto y la alabanza,

para la música y el silencio,

para el monólogo y el diálogo,

para la brisa y el viento,

para escuchar y pronunciar tus palabras

aquí y ahora, en esta sociedad incomunicada,

Tú que haces oír a sordos y hablar a mudos...

 

¡Danos oídos atentos y lenguas desatadas!

 

Ya se nos dijo: «Abre tu boca en favor del mudo y en defensa de todos los desamparados;

abre tu boca, juzga con justicia y defiende la causa del desvalido y del pobre» (Prov 31,8). Cada vez más, cada vez mejor y cada vez más fecundos. Hoy y siempre. Así sea.

 

Buscando, con mucha Paz, Amor y Alegría, encontrar la forma de destrabar efectivamente nuestros oídos y nuestra lengua para que nada nos impida escuchar y unirnos al clamor de los sufrientes,

Miguel

 

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