miércoles, 6 de octubre de 2021

Liberados del materialismo egoísta e indiferente

PREPAREMOS EL PRÓXIMO DÍA DEL SEÑOR

Meditación sobre el Evangelio del próximo Domingo

10 de Octubre de 2021                                             

Domingo de la Vigésimo Octava Semana Durante el Año

 

Lecturas de la Misa:

Sabiduría 7, 7-11 / Salmo 89, 12-17 Señor, sácianos con tu amor / Hebreos 4, 12-13

 

+Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Marcos     10, 17-30


    Jesús se puso en camino. Un hombre corrió hacia Él y, arrodillándose, le preguntó: «Maestro bueno, ¿qué debo hacer para heredar la Vida eterna?»
    Jesús le dijo: «¿Por qué me llamas bueno? Sólo Dios es bueno. Tú conoces los mandamientos: No matarás, no cometerás adulterio, no robarás, no darás falso testimonio, no perjudicarás a nadie, honra a tu padre y a tu madre».
    El hombre le respondió: «Maestro, todo eso lo he cumplido desde mi juventud».
    Jesús lo miró con amor y le dijo: «Sólo te falta una cosa: ve, vende lo que tienes y dalo a los pobres; así tendrás un tesoro en el cielo. Después, ven y sígueme».
    Él, al oír estas palabras, se entristeció y se fue apenado, porque poseía muchos bienes.
    Entonces Jesús, mirando alrededor, dijo a sus discípulos: «¡Qué difícil será para los ricos entrar en el Reino de Dios!»
    Los discípulos se sorprendieron por estas palabras, pero Jesús continuó diciendo: «Hijos míos, ¡qué difícil es entrar en el Reino de Dios! Es más fácil que un camello pase por el ojo de una aguja, que un rico entre en el Reino de Dios».
    Los discípulos se asombraron aún más y se preguntaban unos a otros: «Entonces, ¿quién podrá salvarse?»
    Jesús, fijando en ellos su mirada, les dijo: «Para los hombres es imposible, pero no para Dios, porque para Él todo es posible».
    Pedro le dijo: «Tú sabes que nosotros lo hemos dejado todo y te hemos seguido».
    Jesús respondió: «Les aseguro que el que haya dejado casa, hermanos y hermanas, madre y padre, hijos o campos por mí y por la Buena Noticia, desde ahora, en este mundo, recibirá el ciento por uno en casas, hermanos y hermanas, madres, hijos y campos, en medio de las persecuciones; y en el mundo futuro recibirá la Vida eterna».

Palabra del Señor.

 

MEDITACIÓN                                                                                                             

En el tiempo de Jesús se creía que los ricos eran bendecidos por Dios, por eso asombra tanto a sus discípulos la dificultad para que estos entraran al Reino (Ev). Pero él sabía que, no el dinero, sino sólo la sabiduría «tenía en sus manos una riqueza incalculable» (1L). Por eso, «para que nuestro corazón alcance la sabiduría» (Sal), es necesario tener presente que, como «la Palabra de Dios penetra hasta la raíz del alma y del espíritu» (2L), hay que confiar más en ella que en los medios económicos. Esa es auténtica sabiduría, la sabiduría del Reino.

Las posibilidades de los camellos y de las agujas.

¿Cómo se hace para vivir sin depender del dinero?

«Para los hombres es imposible, pero no para Dios, porque para Él todo es posible»

Es muy decidor que, después de oír al Maestro acerca de la extrema dificultad que existe para quienes están aferrados al dinero, de poder acceder a la felicidad o «Vida eterna» (o al estilo «Reino de Dios», como lo llamaba él), justo después de esto, entonces, «los discípulos se asombraron aún más y se preguntaban unos a otros: “Entonces, ¿quién podrá salvarse?”».

Es que a sus seguidores -tan como nosotros que eran- les cuesta mucho entrar en sintonía con la práctica y la conciencia tan humanamente generosa de Jesús.

Ellos -tal como nosotros- tenían muy buenas intenciones hacia los demás, querían de verdad hacer la voluntad de Dios y estaban dispuestos a cambiar su vida y, por ello, la de todos.

Pero -como cualquiera de nosotros- tenían un límite: previamente hay que asegurar el sustento material.

Entre nosotros se dice: “de algo hay que vivir”, “con plata baila el mono”, y otras frases que indican que el sustento sobre el que construimos nuestras existencias requiere, antes que nada, tener ciertas seguridades económicas. Luego viene todo lo demás. Eso es “lo racional”.

Eso que suena con cierta coherencia tiene un inconveniente: las “necesidades” materiales son inacabables. Una vez que se adquiere un bien (lo que creemos necesitar), ya se quiere otro. O la versión más actualizada del mismo… Los celulares son un ejemplo claro de esto.

En fin, lo que queremos decir es que, si hay que esperar a que se tenga todo “lo necesario”, la espera será eterna.

Por otro lado, cuando, en la práctica, se pone en primer lugar el bienestar material propio, existen más posibilidades de dejar de lado el mensaje del Señor. Es decir, se puede “cumplir” bastante bien: «”Tú conoces los mandamientos: No matarás, no cometerás adulterio, no robarás, no darás falso testimonio, no perjudicarás a nadie, honra a tu padre y a tu madre”. El hombre le respondió: “Maestro, todo eso lo he cumplido desde mi juventud”».

Su problema no era cumplir (que es como decir evitar hacer el mal), -igual que como nos sucede a casi todos nosotros- sino ser capaz de involucrarse activamente en hacer el bien, para lo que es necesario antes desatarse de lo que aprisiona y acerca el corazón a la fuente de todo mal: el amor al dinero (1 Tim 6,10).


Eso explica por qué no se puede servir a Dios y al dinero a la vez (Mt 6,24).

Entonces, si alguien cree en -y le cree a- Jesús, necesita cambiar la forma de mirar las prioridades, intentando liberarse de la preocupación por el dinero (la riqueza en sus diferentes niveles), para poder ocuparse, amar, cuidar, proteger, involucrarse (preferentemente junto con otros a los que el Señor ayudó a liberarse del materialismo egoísta e indiferente) en la búsqueda de soluciones a las necesidades de otros más carenciados, que es la forma de pasar «por el ojo de una aguja», el cual lleva a un mundo más humanizado (donde se vive lo mejor de lo humano: la fraternidad solidaria), o, en otras palabras, al «Reino de Dios».

Porque donde los humanos, hijos del Padre Buenos, nos amamos (1 Jn 4,7), es a Él a quien estamos dejando reinar en nuestro corazón y entre nosotros.

 

Siempre tendremos al gran distractor, que es el dinero, creándonos ilusiones de seguridad y bienestar permanente, las que no son posibles, intentando sacarnos del camino del amor fraterno por el que nos guías, Señor, el cual es posible, porque Dios Padre Bueno así lo quiere. Ayúdanos a mantener la fidelidad. Así sea.

 

Buscando, con mucha Paz, Amor y Alegría, aprender la forma de heredar la Vida eterna, liberándonos de la dependencia del dinero y abriéndonos al amor,

Miguel.

1 comentario:

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