miércoles, 29 de diciembre de 2021

Nosotros somos la respuesta

PREPAREMOS EL PRÓXIMO DÍA DEL SEÑOR

Meditación sobre el Evangelio del próximo Domingo

2 de Enero de 2022                                                  

Domingo de la Segunda Semana después de Navidad

 

Lecturas de la Misa:

Eclesiástico 24, 1-2. 8-12 / Salmo 147, 12-15. 19-20 La Palabra se hizo carne y habitó entre nosotros / Efesios 1, 3-6. 15-18

 

+Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Juan     1, 1-5. 9-14


Al principio existía la Palabra,
y la Palabra estaba junto a Dios,
y la Palabra era Dios.
Al principio estaba junto a Dios.
Todas las cosas fueron hechas por medio de la Palabra
y sin ella no se hizo nada de todo lo que existe.
En ella estaba la vida,
y la vida era la luz de los hombres.
La luz brilla en las tinieblas,
y las tinieblas no la percibieron.
La Palabra era la luz verdadera
que, al venir a este mundo,
ilumina a todo hombre.
Ella estaba en el mundo,
y el mundo fue hecho por medio de ella,
y el mundo no la conoció.
Vino a los suyos,
y los suyos no la recibieron.
Pero a todos los que la recibieron,
a los que creen en su Nombre,
les dio el poder de llegar a ser hijos de Dios.
Ellos no nacieron de la sangre,
ni por obra de la carne,
ni de la voluntad del hombre,
sino que fueron engendrados por Dios.
Y la Palabra se hizo carne
y habitó entre nosotros.
Y nosotros hemos visto su gloria,
la gloria que recibe del Padre como Hijo único,
lleno de gracia y de verdad.

Palabra del Señor.

 

MEDITACIÓN                                                                                                             

Nos cuenta la sabiduría de Dios: «Yo eché raíces en un Pueblo glorioso» (1L) y el salmista abunda en su origen, diciendo que es Dios mismo quien «envía su mensaje a la tierra» (Sal). Por la fe, nosotros sabemos que esta sabiduría, este mensaje, es la persona de Jesús y que «a los que creen en su Nombre, les dio el poder de llegar a ser hijos de Dios» (Ev). Es así que podemos recibir agradecidos la siguiente bendición: «Que el Dios de nuestro Señor Jesucristo, el Padre de la gloria, les conceda un espíritu de sabiduría y de revelación que les permita conocerlo verdaderamente» (2L), para, posteriormente, vivir ese conocimiento de una forma fecundamente servidora, como lo harían sus hijos.

Cuando nos toca ser mediadores de la Palabra.

La Palabra dinámica y fecunda de Dios, esa que se hace concreta una vez que se pronuncia: «Entonces Dios dijo: “Que exista la luz”. Y la luz existió» (Gn 1,3) llegó a encarnarse, hacerse carne, en una persona concreta, para cumplir una misión: «La Palabra era la luz verdadera que, al venir a este mundo, ilumina a todo hombre»

Es que el Creador necesitaba comunicarse de otra forma con sus criaturas, ya que no lo entendíamos bien en la naturaleza, en los acontecimientos, ni siquiera en las Escrituras y tenía una palabra importante que decirnos, una palabra que necesitábamos escuchar de su parte: misericordia.

En tiempos en que su pueblo buscaba agradarle sacrificando animales (Ex 29,15-18), la palabra viva del Padre de la Creación, encarnada en Jesús, tuvo que repetirles lo dicho ya por el profeta siglos antes: «Yo quiero misericordia y no sacrificios» (Mt 9,13; Os 6,6).

Y, como su palabra no es agua estancada, sino ríos de agua viva (Jn 7,38), el Maestro enseñó de qué maneras efectivas se podía llevar a cabo la misericordia que Dios ama de nosotros, siendo él mismo misericordioso, en primer lugar: «Al desembarcar, Jesús vio una gran muchedumbre y se compadeció de ella, porque eran como ovejas sin pastor, y estuvo enseñándoles largo rato» (Mc 6,34), pero no se queda en las palabras, sino que las transforma en acciones, alimentando a la multitud (Mc 6,39-42), no sin antes darles la orden de ser activos, efectivos y eficientemente misericordiosos a quienes le siguen: «Denles de comer ustedes mismos» (Mc 6,37).

¿Cómo hacer actualidad esta palabra?

La Palabra de Dios se hizo hombre, se hizo gestos, se hizo misericordia activa, Jesús fue la respuesta de Dios a las inquietudes de la humanidad hace siglos, pero «el mundo no la conoció».  

Los que sí tuvimos la oportunidad de conocerla (los “otros Cristos”, los cristianos, nosotros, que «hemos visto su gloria, la gloria que recibe del Padre como Hijo único, lleno de gracia y de verdad») somos invitados, como una forma fecunda de agradecer que Dios esté en nuestra vida, a ser la respuesta que el mundo busca cuando quiere superar los males que lo aquejan.

Cuando el mundo se pregunta ¿dónde está Dios en las situaciones catastróficas?, nosotros somos la respuesta, brindando misericordia solidaria.


Cuando el mundo se pregunta ¿dónde está Dios en los muchos dolores de la gente?, nosotros somos la respuesta, brindando misericordia fraterna.

Cuando el mundo se pregunta ¿dónde está Dios en nuestras sociedades violentas?, nosotros somos la respuesta, brindando misericordia reconciliadora.

Cuando el mundo se pregunta ¿dónde está Dios ante la destrucción de la naturaleza?, nosotros somos la respuesta, brindando misericordia ecológica.

Acabamos de celebrar la Navidad, de estas actitudes depende el que se entienda que es el evento de la encarnación del Dios del presente y el futuro, y no un hecho que se quedó estático en el pasado.

 

Señor, Palabra Viva, activa y efectiva del Padre Dios, ayúdanos a encontrar lo que nos falta de valentía y ganas para poder ser también parte de Su misericordia que quiere llegar a todos los que la necesiten. Es decir, a todas y todos nuestros hermanos de humanidad. Así sea.

 

Buscando, con mucha Paz, Amor y Alegría, descubrir y aplicar todas la implicancias de creer en un Dios encarnado en nuestra humanidad,

Miguel.

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