miércoles, 24 de agosto de 2022

Correcciones que necesitamos hacer

PREPAREMOS EL PRÓXIMO DÍA DEL SEÑOR

Meditación sobre el Evangelio del próximo Domingo

28 de Agosto de 2022                                              

Domingo de la Vigésimo Segunda Semana Durante el Año

 

Lecturas de la Misa:

Eclesiástico 3, 17-18. 20. 28-29 / Salmo 67, 4-7. 10-11 Señor, Tú eres bueno con los pobres / Hebreos 12, 18-19. 22-24

 

+Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Lucas     14, 1. 7-14


    Un sábado, Jesús entró a comer en casa de uno de los principales fariseos. Ellos lo observaban atentamente. Y al notar cómo los invitados buscaban los primeros puestos, les dijo esta parábola:
    «Si te invitan a un banquete de bodas, no te coloques en el primer lugar, porque puede suceder que haya sido invitada otra persona más importante que tú, y cuando llegue el que los invitó a los dos, tenga que decirte: "Déjale el sitio", y así, lleno de vergüenza, tengas que ponerte en el último lugar.
    Al contrario, cuando te inviten, ve a colocarte en el último sitio, de manera que cuando llegue el que te invitó, te diga: "Amigo, acércate más", y así quedarás bien delante de todos los invitados. Porque todo el que se eleva será humillado, y el que se humilla será elevado».
    Después dijo al que lo había invitado: «Cuando des un almuerzo o una cena, no invites a tus amigos, ni a tus hermanos, ni a tus parientes, ni a los vecinos ricos, no sea que ellos te inviten a su vez, y así tengas tu recompensa.
    Al contrario, cuando des un banquete, invita a los pobres, a los lisiados, a los paralíticos, a los ciegos.
    ¡Feliz de ti, porque ellos no tienen cómo retribuirte, y así tendrás tu recompensa en la resurrección de los justos!»

Palabra del Señor.

 

MEDITACIÓN                                                                                                             

Nuestro «Dios, que es el Juez del universo» (2L) es, a la vez, «padre de los huérfanos y defensor de las viudas» (Sal), es decir, que no es alguien indiferente al dolor de los desvalidos, sino que toma partido por los más desfavorecidos y los acoge con cariño, igual como lo hace con los que se hacen pequeños como ellos, aconsejándoles: «realiza tus obras con modestia y serás amado por los que agradan a Dios» (1L) y, además, porque «el que se humilla será elevado» (Ev). ¿Elevado hacia dónde? hacia Sus brazos misericordiosos.

Para parecer un poco más cristianos.

Hace unos días, en las redes sociales de una organización cristiana, alguien se lamentaba: “Hoy en día se cierran las puertas a la Comunidad hasta para velar a sus difuntos...😔”.

Sabemos que, también, habitualmente, se cuestiona el enquistamiento de algunas personas en instituciones de Iglesia, impidiendo o reduciendo a muy mínimos espacios la participación de otros.

Y, por cierto, tenemos la escandalosa orientación (aunque no cause escándalo normalmente) de porciones enteras de congregaciones y servicios privilegiando a los sectores más ricos de la población.

(Decimos que debiese ser considerada como escandalosa esta última opción porque la toman cristianos que hacen caso omiso a las muy conocida enseñanzas de Cristo acerca del camello y el ojo de la aguja (Mc 10,25), la de que a los pobres pertenece el Reino de Dios (Lc 6,20) y aquella acerca de optar entre Dios y el dinero (Mt 6,24), entre muchas otras).

Llevamos dos mil años tratando de doblarle la nariz a los criterios del Evangelio.

¿Quién hace banquetes dejando fuera a los importantes para privilegiar a los despreciados? Y, sin embargo, pese a esto, no sentimos tener impedimentos para seguir llamándonos cristianos…

Más bien nos caracterizamos por actitudes excluyentes que inclusivas, con notables y emotivas excepciones, gracias a Dios (literalmente).

Debiésemos tomarnos más en serio advertencias como esta: «el que se eleva será humillado, y el que se humilla será elevado», porque las acciones ya reseñadas, lo que muestran no es a creyentes en el Señor acogedor de los evangelios, sino a una perversa desviación aprendida y enseñada desde ambientes de poder en las iglesias, los que suponen que su fe, su permanencia y sus estudios son privilegios que los ponen por sobre otros.

Con eso, una vez más, han obviado (¿hemos obviado?) otra fundamental enseñanza de Jesús (las cuales debiesen ser, lo más posible, nuestras normas de vida, para que tenga sentido que participemos en comunidades que se llaman cristianas):


«Ustedes saben que los jefes de las naciones dominan sobre ellas y los poderosos les hacen sentir su autoridad. Entre ustedes no debe suceder así. Al contrario, el que quiera ser grande, que se haga servidor de ustedes; y el que quiera ser el primero que se haga su esclavo: como el Hijo del hombre, que no vino para ser servido, sino para servir y dar su vida en rescate por una multitud» (Mt 20,25-28).

Siempre es tiempo de convertirnos y de convertir a nuestras comunidades, de tal manera que nos alejemos del estilo dominador y excluyente de “los jefes de las naciones”, porque entre nosotros no debiese ser así, dice nuestro Maestro.

La tarea, entonces, debiese ser que, cada vez más y cada vez mejor, nos asemejemos a la forma de actuar del Hijo de Dios, quien humildemente se siente Hijo del hombre y se dedica principalmente a servir a todos y en todo lo que sea posible.

 

Ayúdanos, Señor, a librarnos del mal que es sentirnos (individual y comunitariamente) más importantes de lo que somos y, peor aún, más importantes que otros. Inspíranos a relacionarnos correctamente entre nosotros como “últimos” en jerarquías humanas, siendo servidores de todos como tú. Así sea.

 

Buscando, con mucha Paz, Amor y Alegría, atrevernos a ser más cristianos, que es como decir más humanos, mejorando nuestra relación con los demás, buscando acercarnos a sus necesidades,

Miguel.

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