viernes, 5 de abril de 2013

Jesús Resucitado continúa sirviendo, atendiendo a los suyos



5 de abril de 2013
Viernes de la Octava de Pascua

Lecturas:
Hechos 4, 1-12 / Salmo 117, 1-2. 4. 22-27 ¡Den gracias al Señor, porque es bueno, porque es eterno su amor!

EVANGELIO
+ Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Juan    21, 1-14
Jesús se apareció otra vez a los discípulos a orillas del mar de Tiberíades.
Sucedió así: estaban juntos Simón Pedro, Tomás, llamado el Mellizo, Natanael, el de Caná de Galilea, los hijos de Zebedeo y otros dos discípulos.
Simón Pedro les dijo: «Voy a pescar.»
Ellos le respondieron: «Vamos también nosotros.» Salieron y subieron a la barca. Pero esa noche no pescaron nada.
Al amanecer, Jesús estaba en la orilla, aunque los discípulos no sabían que era él. Jesús les dijo: «Muchachos, ¿tienen algo para comer?»
Ellos respondieron: «No.»
El les dijo: «Tiren la red a la derecha de la barca y encontrarán.» Ellos la tiraron y se llenó tanto de peces que no podían arrastrarla. El discípulo al que Jesús amaba dijo a Pedro: «¡Es el Señor!.»
Cuando Simón Pedro oyó que era el Señor, se ciñó la túnica, que era lo único que llevaba puesto, y se tiró al agua. Los otros discípulos fueron en la barca, arrastrando la red con los peces, porque estaban sólo a unos cien metros de la orilla.
Al bajar a tierra vieron que había fuego preparado, un pescado sobre las brasas y pan. Jesús les dijo: «Traigan algunos de los pescados que acaban de sacar.»
Simón Pedro subió a la barca y sacó la red a tierra, llena de peces grandes: eran ciento cincuenta y tres y, a pesar de ser tantos, la red no se rompió. Jesús les dijo: «Vengan a comer.»
Ninguno de los discípulos se atrevía a preguntarle: «¿Quién eres?», porque sabían que era el Señor. Jesús se acercó, tomó el pan y se lo dio, e hizo lo mismo con el pescado.
Esta fue la tercera vez que Jesús resucitado se apareció a sus discípulos.
Palabra del Señor.

MEDITACION
Estos días el evangelio nos ha ido trayendo múltiples relatos de apariciones de Jesús, a quien «Dios resucitó de entre los muertos» (1L). Esta es una de las más entrañables, muy propia de la imagen suya que transmite habitualmente el discípulo amado, porque lo encontramos sirviendo, atendiendo a los suyos.
Apropiada imagen para inspirar nuestro caminar recogiendo los frutos de la Pascua del Señor y también a toda nuestra vida de cristianos: igual que quien se definió como el que está entre nosotros como el que sirve (Lc 22,27), en todo lugar y momento, ponerse a disposición de buscar soluciones a las carencias y necesidades de los demás.

Cantamos junto al salmista, mirando los acontecimientos que hemos celebrado estos días y siendo lúcidos a la acción sanadora, salvadora y servidora de Dios: «Den gracias al Señor, porque es bueno, porque es eterno su amor» (Sal). Por eso y tanto más que no alcanzamos siquiera a notar, gracias, Señor.

Celebrando la fuerza de la Paz, el Amor y la Alegría  con que se manifiesta la Resurrección,
Miguel.

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