27 de julio de 2013
Sábado de la Décimo Sexta Semana Durante el
Año
Lecturas:
Éxodo 24, 3-8
/ Salmo 49, 1-2. 5-6. 14-15 ¡Ofrece al Señor un sacrificio de alabanza!
EVANGELIO
+ Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Mateo
13, 24-30
Jesús propuso a la gente otra parábola:
El
Reino de los Cielos se parece a un hombre que sembró buena semilla en su campo;
pero mientras todos dormían vino su enemigo, sembró cizaña en medio del trigo y
se fue. Cuando creció el trigo y aparecieron las espigas, también apareció la
cizaña. Los peones fueron a ver entonces al propietario y le dijeron: «Señor,
¿no habías sembrado buena semilla en tu campo? ¿Cómo es que ahora hay cizaña en
él?»
Él
les respondió: «Esto lo ha hecho algún enemigo.»
Los
peones replicaron: «¿Quieres que vayamos a arrancarla?»
«No, les dijo el dueño, porque al arrancar la cizaña, corren el peligro
de arrancar también el trigo. Dejen que crezcan juntos hasta la cosecha, y
entonces diré a los cosechadores: Arranquen primero la cizaña y átenla en
manojos para quemarla, y luego recojan el trigo en mi granero».
Palabra del Señor.
MEDITACION
“Por
mucho que nos empeñemos en impedirlo, la cizaña y el trigo van a seguir
creciendo juntos. En la sociedad como personas más o menos buenas. En cada uno
de nosotros con nuestros aciertos y errores.
Si
descubres los fallos en los que tropiezas cada día, estarás en condiciones de
aceptar a los demás con los suyos. El objetivo del cristiano no es alcanzar la
perfección, sino descubrir al otro como hermano entrañable.
En
contra de lo que se nos ha inculcado desde niños, no son los fallos lo que te
hacen inhumano. La falta de comprensión y aceptación del otro con sus fallos, es
lo que te aleja de una pertenencia al Reino de Dios” (Fray Marcos, en www.feadulta.com)
Nosotros
también «Estamos decididos a poner en
práctica todas las palabras que ha dicho el Señor» (1L) y, sin embargo,
fallamos muchas veces. Peor aún, juzgamos las caídas de los demás como cizaña,
creyéndonos trigo bueno, olvidando que «el
Señor es el único Juez» (Sal). Aumenta nuestra misericordia y perdona
nuestra soberbia, Señor. Así sea.
Meditando tus
palabras de Paz, Amor y Alegría, para darle sentido a nuestro actuar,
Miguel.
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