24 de agosto de 2013
San Bartolomé, apóstol
Lecturas:
Apocalipsis 21, 9-14
/ Salmo 144, 10-13. 17-18 Que tus santos, Señor, manifiesten la gloria
de tu reino
EVANGELIO
+ Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Juan
1, 45-51
Felipe encontró a Natanael y le dijo: «Hemos
hallado a aquel de quien se habla en la Ley de Moisés y en los Profetas. Es
Jesús, el hijo de José de Nazaret.»
Natanael le preguntó: «¿Acaso puede salir
algo bueno de Nazaret?»
«Ven y verás», le dijo Felipe.
Al ver llegar a Natanael, Jesús dijo: «Este
es un verdadero israelita, un hombre sin doblez.»
«¿De dónde me conoces?», le preguntó
Natanael.
Jesús le respondió: «Yo te vi antes que
Felipe te llamara, cuando estabas debajo de la higuera.»
Natanael le respondió: «Maestro, tú eres el
hijo de Dios, tú eres el Rey de Israel.»
Jesús continuó: «Porque te dije: "Te vi
debajo de la higuera", crees. Verás cosas más grandes todavía.»
Y agregó: «Les aseguro que verán el cielo
abierto, y a los ángeles de Dios subir y bajar sobre el Hijo del hombre.»
Palabra del Señor.
MEDITACION

Quienes
han intentado vivir seriamente esta misión (tomándosela “a pecho”, pero sin
perder la alegría) son nuestro modelo para buscar cómo llevarla a cabo en
nuestras condiciones y con nuestras capacidades.
En
la Iglesia Católica les llamamos “santos”, para distinguirlos, pese a que todos
debiésemos ser Natanael (“don de Dios”, su traducción) o Bernabé (“hijo de la
consolación” y transmisores del consuelo de Dios) para los demás.
Señor,
que «tus fieles anuncien la gloria de tu
reino» (Sal), esa que resplandece «como la más preciosa de las perlas» (1L), viviendo lo que
creen y creyendo en lo que viven. Así sea.
Buscando que el
fuego del Reino de la Paz, el Amor y la Alegría arda en nuestro tiempo y
nuestra vida,
Miguel.
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