3 de enero de 2014
Viernes de la Feria de Navidad
Lecturas:
I Juan 2, 29—3,
6 / Salmo 97, 1. 3-6 ¡El
Señor manifestó su victoria!
EVANGELIO
Después de mí viene un hombre que me precede,
porque existía antes que yo.
Yo no lo conocía, pero he venido a bautizar
con agua para que Él fuera manifestado a Israel.»
Y Juan dio este testimonio: «He visto al
Espíritu descender del cielo en forma de paloma y permanecer sobre Él. Yo no lo
conocía, pero el que me envió a bautizar con agua me dijo: "Aquel sobre el
que veas descender el Espíritu y permanecer sobre él, ese es el que bautiza en
el Espíritu Santo"
Yo lo he visto y doy testimonio de que Él es
el Hijo de Dios.»
MEDITACION
Muchos
fueron testigos del actuar de Jesús, pero pocos dieron testimonio.
Así
es la naturaleza humana.
Recientemente,
muchos también dijimos o pensamos que Navidad debiese ser un alto en nuestra
agitada existencia para vivir un momento de paz. Sin embargo pocos –demasiado
pocos- dieron testimonio de aquello, porque la mayoría de nosotros cayó en el
frenesí consumista y en todas las tradiciones que dan culto no al Niño Dios,
sino al dios-mercado.
Por
eso mismo, pasado el feriado no hubo gente que diera testimonio de lo vivido y
todo volvió a la rutina cotidiana al retornar a nuestras respectivas labores.
El
Nacimiento no nos cambió la vida. Y nosotros tampoco fuimos capaces de
cambiársela a nadie…
Sin
embargo, aún quedan oportunidades. Se te indicará de una manera u otra dónde y
cuándo dar razón de tu esperanza (1 Pe 3,15). ¿Darás testimonio
en la siguiente ocasión?
En
cualquier tiempo y lugar, Señor; en múltiples oportunidades y de diferentes
formas, nos invitas a transmitir el amor con que has colmado nuestros corazones
(cf Rm 5,5), de manera que todos puedan descubrirte.
Danos sabiduría y valor para ser testimonio de esto. Así sea.
Buscando vivir
con Paz, Amor y Alegría en la gran familia humana,
Miguel.
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