Ellos le dijeron: "¿Cómo se te han abierto los ojos?".
Él respondió: "Ese hombre que se llama Jesús hizo barro,
lo puso sobre mis ojos y me dijo: 'Ve a lavarte a Siloé'.
Yo fui, me lavé y vi".
(Jn 9,10-11)
y a ver los pasos por donde he venido,
me espanto de que un hombre tan perdido
a conocer su error haya llegado.
Cuando miro los años que he pasado
la divina razón puesta en olvido,
conozco qué piedad del cielo ha sido
no haberme en tanto mal precipitado.
Entré por laberinto tan extraño,
fiando al débil hilo de la vida
el tarde conocido desengaño,
Mas de tu luz mi oscuridad vencida,
el monstruo muerto de mi ciego engaño
vuelva a la patria, la razón perdida.
Félix Lope de Vega
y Carpio (Lope de Vega)
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