12 de marzo de 2014
Miércoles de la Primera Semana de Cuaresma
Lecturas:
Jonás 3, 1-10
/ Salmo 50, 3-4. 12-13.
18-19 ¡Tú no desprecias un corazón
contrito, Señor!
EVANGELIO
+ Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Lucas
11,
29-32
Al ver Jesús que la multitud se apretujaba,
comenzó a decir: «Esta es una generación malvada. Pide un signo y no le será
dado otro que el de Jonás. Así como Jonás fue un signo para los ninivitas,
también el Hijo del hombre lo será para esta generación.
El día del Juicio, la Reina del Sur se
levantará contra los hombres de esta generación y los condenará, porque ella
vino de los confines de la tierra para escuchar la sabiduría de Salomón y aquí
hay alguien que es más que Salomón.
El día del Juicio, los hombres de Nínive se
levantarán contra esta generación y la condenarán, porque ellos se convirtieron
por la predicación de Jonás y aquí hay alguien que es más que Jonás.»
Palabra del Señor.
MEDITACION
Jonás
es un personaje simbólico del Antiguo Testamento: representa a muchos que
recibimos una misión y, de distintas maneras, intentamos rehuirla. Pero, que,
cuando finalmente realiza la voluntad de Dios, ayuda a muchos a cambiar su vida
y, por lo tanto, a salvarla (1L).
Jesús
–que, recordemos, significa “Dios salva”-, mediante sus acciones y sus gestos
de gran cercanía y solidaridad con su pueblo, es el gran signo de la misericordia
del Padre que se ha hecho cercana en el hoy de cada tiempo.
Él
es el misionero (enviado) del Padre a transmitirnos su compasión y su perdón
para que nos convirtamos, haciendo del mundo no un lugar de competidores sino
de hermanos agradecidos por ser depositarios de tan inmenso amor.
Porque
siempre nos envías “jonases” que nos hablen de tu misericordia y porque has
enviado a tu signo más luminoso, que es tu propio Hijo, gracias, Señor.
Queriendo ser
dóciles a la guía del Espíritu de la Paz, el Amor y la Alegría ante las
dificultades de la vida,
Miguel.
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