jueves, 20 de marzo de 2014

Si es por divergencias, siempre habrá motivos para distanciarse de otros

PREPAREMOS EL PRÓXIMO DÍA DEL SEÑOR
23 de marzo de 2014
Tercer Domingo de Cuaresma

Lecturas:
Éxodo 17, 1-7 / Salmo 94, 1-2. 6-9 Cuando escuchen la voz del Señor, no endurezcan el corazón / Romanos 5, 1-2. 5-8

EVANGELIO
+ Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Juan   4, 5-15. 19-26. 39-42
Jesús llegó a una ciudad de Samaría llamada Sicar, cerca de las tierras que Jacob había dado a su hijo José. Allí se encuentra el pozo de Jacob. Jesús, fatigado del camino, se había sentado junto al pozo. Era la hora del mediodía.
Una mujer de Samaría fue a sacar agua, y Jesús le dijo: «Dame de beber.»
Sus discípulos habían ido a la ciudad a comprar alimentos.
La samaritana le respondió: «¡Cómo! ¿Tú, que eres judío, me pides de beber a mí, que soy samaritana?» Los judíos, en efecto, no se trataban con los samaritanos.
Jesús le respondió: «Si conocieras el don de Dios y quién es el que te dice: "Dame de beber", tú misma se lo hubieras pedido, y Él te habría dado agua viva.»
«Señor, le dijo ella, no tienes nada para sacar el agua y el pozo es profundo. ¿De dónde sacas esa agua viva? ¿Eres acaso más grande que nuestro padre Jacob, que nos ha dado este pozo, donde él bebió, lo mismo que sus hijos y sus animales?»
Jesús le respondió: «El que beba de esta agua tendrá nuevamente sed, pero el que beba del agua que Yo le daré, nunca más volverá a tener sed.
El agua que Yo le daré se convertirá en él en manantial que brotará hasta la Vida eterna.»
«Señor, le dijo la mujer, dame de esa agua para que no tenga más sed y no necesite venir hasta aquí a sacarla.» «Señor, veo que eres un profeta. Nuestros padres adoraron en esta montaña, y ustedes dicen que es en Jerusalén donde se debe adorar.»
Jesús le respondió: «Créeme, mujer, llega la hora en que ni en esta montaña ni en Jerusalén ustedes adorarán al Padre. Ustedes adoran lo que no conocen; nosotros adoramos lo que conocemos, porque la salvación viene de los judíos. Pero la hora se acerca, y ya ha llegado, en que los verdaderos adoradores adorarán al Padre en espíritu y en verdad, porque esos son los adoradores que quiere el Padre. Dios es espíritu, y los que lo adoran deben hacerlo en espíritu y en verdad.»
La mujer le dijo: «Yo sé que el Mesías, llamado Cristo, debe venir. Cuando él venga, nos anunciará todo.»
Jesús le respondió: «Soy yo, el que habla contigo.»
Muchos samaritanos de esta ciudad habían creído en Él. Por eso, cuando los samaritanos se acercaron a Jesús, le rogaban que se quedara con ellos, y Él permaneció allí dos días. Muchos más creyeron en Él, a causa de su palabra. Y decían a la mujer: «Ya no creemos por lo que tú has dicho; nosotros mismos lo hemos oído y sabemos que Él es verdaderamente el Salvador del mundo.»
Palabra del Señor.

MEDITACION
Durante nuestra vida muchas veces dudamos: «¿El Señor está realmente entre nosotros, o no?» (1L). Pero Él está más que “entre nosotros”; está en nosotros mismos, ya que «el amor de Dios ha sido derramado en nuestros corazones por el Espíritu Santo, que nos ha sido dado» (2L), por eso la invitación es que «Cuando escuchen la voz del Señor, no endurezcan el corazón» (Sal), porque habrá muchos momentos, personas y situaciones a través de las que nos señalará: «Soy yo, el que habla contigo» (Ev).
En los encuentros de preparación de un grupo de padres para el bautismo de sus hijos había un tema  que llevaba a explicitar qué tipo de personas les eran desagradables, como pie para hablar de la discriminación.
Una madre reconoció que tenía problemas con aceptar a los ciudadanos del Perú, sin poder explicar a qué se debía esa aversión.
Unos días después correspondía que a los encuentros se sumaran los padrinos de los niños y en un momento en que había que compartir de dónde provenía la fe de cada cual, esta señora se enteró que estaba sentada junto a una familia peruana, lo que la hizo dar un salto en su asiento.
Como si eso fuera poco, a causa del azar (o las Dios-cidencias, que son las coincidencias que construye Dios) el día de la celebración del Bautismo, nuevamente quedaron sentadas juntas ambas familias… Espero que el Señor haya tocado su corazón y la experiencia le haya servido para crecer en tolerancia.
El evangelio de hoy me hizo recordar este caso, porque Jesús en este pasaje rompe con varias barreras artificiales, de esas que creamos los seres humanos: la machista, porque en su cultura y en su época un hombre no se dirigía en público a una mujer, menos una desconocida y por ningún motivo le pediría un favor; la segunda, era la del patrioterismo, por la rivalidad histórica entre ambos pueblos, ya que «los judíos […] no se trataban con los samaritanos»; y, como si fuera poco, también la del fundamentalismo religioso, ya que ambos pueblos esperaban la llegada del mismo Mesías, pero diferían en cuál era la montaña correcta en la cual adorar al Dios verdadero.
Si es por divergencias, siempre habrá motivos para separarse de otros, ya que todos somos diferentes, por eso es significativo que en este relato el Maestro ponga en primer lugar las relaciones humanas, poniendo a un lado lo controversial.

Eso no significa que no se discutan las naturales posturas de cada cual, siempre que se haga lealmente y con respeto. De hecho Jesús reafirma que los que están en lo correcto en materia doctrinal son los de su religión, pero eso no significa imponerle su visión a la otra persona, ni intentar convertirla. Más bien, la invita a buscar lo que dice su espíritu y seguir esa verdad. Y eso la ayuda primero a encontrar lo que es esencial: al Esperado.
El producto es que, feliz por eso, como es normal irá a contarles a sus amigos su importante hallazgo y ellos, a su vez, se convertirán: «Muchos más creyeron en Él, a causa de su palabra»

Libéranos, Señor, de los filtros que ponemos a los demás, para que, a cambio, abramos el corazón y las manos a todos, tal como lo hizo tu Hijo por nosotros. Así sea.

Aprendiendo a adorar en espíritu y en verdad al Dios de la Paz, el Amor y la Alegría,

Miguel.

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