PREPAREMOS
EL PRÓXIMO DÍA DEL SEÑOR
23 de marzo de 2014
Tercer Domingo de Cuaresma
Lecturas:
Éxodo 17, 1-7
/ Salmo 94, 1-2. 6-9 Cuando escuchen la voz del Señor, no
endurezcan el corazón / Romanos 5, 1-2. 5-8
EVANGELIO
+ Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Juan
4,
5-15. 19-26. 39-42
Jesús llegó a una ciudad de Samaría llamada
Sicar, cerca de las tierras que Jacob había dado a su hijo José. Allí se
encuentra el pozo de Jacob. Jesús, fatigado del camino, se había sentado junto
al pozo. Era la hora del mediodía.
Una mujer de Samaría fue a sacar agua, y
Jesús le dijo: «Dame de beber.»
Sus discípulos habían ido a la ciudad a
comprar alimentos.
La samaritana le respondió: «¡Cómo! ¿Tú, que
eres judío, me pides de beber a mí, que soy samaritana?» Los judíos, en efecto,
no se trataban con los samaritanos.
Jesús le respondió: «Si conocieras el don de
Dios y quién es el que te dice: "Dame de beber", tú misma se lo
hubieras pedido, y Él te habría dado agua viva.»
«Señor, le dijo ella, no tienes nada para
sacar el agua y el pozo es profundo. ¿De dónde sacas esa agua viva? ¿Eres acaso
más grande que nuestro padre Jacob, que nos ha dado este pozo, donde él bebió,
lo mismo que sus hijos y sus animales?»
Jesús le respondió: «El que beba de esta agua
tendrá nuevamente sed, pero el que beba del agua que Yo le daré, nunca más
volverá a tener sed.
El agua que Yo le daré se convertirá en él en
manantial que brotará hasta la Vida eterna.»
«Señor, le dijo la mujer, dame de esa agua
para que no tenga más sed y no necesite venir hasta aquí a sacarla.» «Señor,
veo que eres un profeta. Nuestros padres adoraron en esta montaña, y ustedes
dicen que es en Jerusalén donde se debe adorar.»
Jesús le respondió: «Créeme, mujer, llega la
hora en que ni en esta montaña ni en Jerusalén ustedes adorarán al Padre.
Ustedes adoran lo que no conocen; nosotros adoramos lo que conocemos, porque la
salvación viene de los judíos. Pero la hora se acerca, y ya ha llegado, en que
los verdaderos adoradores adorarán al Padre en espíritu y en verdad, porque
esos son los adoradores que quiere el Padre. Dios es espíritu, y los que lo
adoran deben hacerlo en espíritu y en verdad.»
La mujer le dijo: «Yo sé que el Mesías,
llamado Cristo, debe venir. Cuando él venga, nos anunciará todo.»
Jesús le respondió: «Soy yo, el que habla
contigo.»
Muchos samaritanos de esta ciudad habían
creído en Él. Por eso, cuando los samaritanos se acercaron a Jesús, le rogaban
que se quedara con ellos, y Él permaneció allí dos días. Muchos más creyeron en
Él, a causa de su palabra. Y decían a la mujer: «Ya no creemos por lo que tú
has dicho; nosotros mismos lo hemos oído y sabemos que Él es verdaderamente el
Salvador del mundo.»
Palabra del Señor.
MEDITACION
Durante nuestra vida muchas veces dudamos: «¿El Señor está
realmente entre nosotros, o no?» (1L). Pero Él está más que “entre nosotros”;
está en nosotros mismos, ya que «el amor de Dios ha sido derramado en nuestros
corazones por el Espíritu Santo, que nos ha sido dado» (2L), por eso la
invitación es que «Cuando escuchen la voz del Señor, no endurezcan el corazón»
(Sal), porque habrá muchos momentos, personas y situaciones a través de las que nos
señalará: «Soy yo, el que habla contigo» (Ev).
En
los encuentros de preparación de un grupo de padres para el bautismo de sus
hijos había un tema que llevaba a
explicitar qué tipo de personas les eran desagradables, como pie para hablar de
la discriminación.
Una
madre reconoció que tenía problemas con aceptar a los ciudadanos del Perú, sin
poder explicar a qué se debía esa aversión.
Unos
días después correspondía que a los encuentros se sumaran los padrinos de los
niños y en un momento en que había que compartir de dónde provenía la fe de
cada cual, esta señora se enteró que estaba sentada junto a una familia
peruana, lo que la hizo dar un salto en su asiento.
Como
si eso fuera poco, a causa del azar (o las Dios-cidencias, que son las
coincidencias que construye Dios) el día de la celebración del Bautismo,
nuevamente quedaron sentadas juntas ambas familias… Espero que el Señor haya
tocado su corazón y la experiencia le haya servido para crecer en tolerancia.
El
evangelio de hoy me hizo recordar este caso, porque Jesús en este pasaje rompe
con varias barreras artificiales, de esas que creamos los seres humanos: la
machista, porque en su cultura y en su época un hombre no se dirigía en público
a una mujer, menos una desconocida y por ningún motivo le pediría un favor; la
segunda, era la del patrioterismo, por la rivalidad histórica entre ambos
pueblos, ya que «los judíos […] no se trataban con los
samaritanos»; y, como si fuera poco, también la del
fundamentalismo religioso, ya que ambos pueblos esperaban la llegada del mismo
Mesías, pero diferían en cuál era la montaña correcta en la cual adorar al Dios
verdadero.
Si
es por divergencias, siempre habrá motivos para separarse de otros, ya que todos somos
diferentes, por eso es significativo que en este relato el Maestro ponga en
primer lugar las relaciones humanas, poniendo a un lado lo controversial.
Eso
no significa que no se discutan las naturales posturas de cada cual, siempre
que se haga lealmente y con respeto. De hecho Jesús reafirma que los que están
en lo correcto en materia doctrinal son los de su religión, pero eso no
significa imponerle su visión a la otra persona, ni intentar convertirla. Más
bien, la invita a buscar lo que dice su espíritu y seguir esa verdad. Y eso la
ayuda primero a encontrar lo que es esencial: al Esperado.
El
producto es que, feliz por eso, como es normal irá a contarles a sus amigos su
importante hallazgo y ellos, a su vez, se convertirán: «Muchos más creyeron en Él, a causa de su palabra»
Libéranos,
Señor, de los filtros que ponemos a los demás, para que, a cambio, abramos el
corazón y las manos a todos, tal como lo hizo tu Hijo por nosotros. Así sea.
Aprendiendo a
adorar en espíritu y en verdad al Dios de la Paz, el Amor y la Alegría,
Miguel.
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