lunes, 14 de septiembre de 2015

¿Quién tiene más fe?



14 de Septiembre de 2015
Lunes de la Vigésima Cuarta Semana Durante el Año

Lecturas:
Timoteo 2, 1-8 / Salmo 27, 2. 7-9 El Señor es mi fuerza y mi escudo

+ Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Lucas   7, 1-10
Jesús entró en Cafarnaún.
Había allí un centurión que tenía un sirviente enfermo, a punto de morir, al que estimaba mucho.
Como había oído hablar de Jesús, envió a unos ancianos judíos para rogarle que viniera a curar a su servidor.
Cuando estuvieron cerca de Jesús, le suplicaron con insistencia, diciéndole: "Él merece que le hagas este favor, porque ama a nuestra nación y nos ha construido la sinagoga".
Jesús fue con ellos, y cuando ya estaba cerca de la casa, el centurión le mandó decir por unos amigos: "Señor, no te molestes, porque no soy digno de que entres en mi casa; por eso no me consideré digno de ir a verte personalmente. Basta que digas una palabra y mi sirviente se sanará.
Porque yo -que no soy más que un oficial subalterno, pero tengo soldados a mis órdenes- cuando digo a uno: 'Ve', él va; y a otro: 'Ven', él viene; y cuando digo a mi sirviente: '¡Tienes que hacer esto!', él lo hace".
Al oír estas palabras, Jesús se admiró de él y, volviéndose a la multitud que lo seguía, dijo: "Yo les aseguro que ni siquiera en Israel he encontrado tanta fe".
Cuando los enviados regresaron a la casa, encontraron al sirviente completamente sano.
Palabra del Señor.

MEDITACION

Los evangelistas y todos los primeros discípulos vieron muchas muestras variadas y bellísimas de formas de creer en distintos lugares en su tiempo.
Pero el problema grande y grave que tenían en la época que se escriben los evangelios, era con la gente de Israel, los judíos, quienes los expulsaron de las sinagogas y dejaron de considerarlos hermanos en la misma fe, algo que quienes provenían del judaísmo no consideraban incompatible con creer en Jesús.
Por eso y para ellos va este capítulo, confrontando la fe de un pagano, alguien que ni siquiera conocía a Dios, pero confiaba en él, un soldado romano, con la de los que provenían del Pueblo Elegido.
Y este texto nos sirve a nosotros, que creemos ser el Pueblo de Dios hoy, para que nos demos cuenta que entre quienes no conocen o no creen en nuestro Señor puede haber mayores muestras de humanidad (o de obras concretas) que entre quienes usamos su Nombre.

Que seamos cristianos no sólo de nombre, sino, por sobre todo, que vivamos nuestra fe, sin importar qué denominación religiosa puedan darnos. Así sea.

Buscando los caminos de Paz, Amor y Alegría para seguir por ellos al Señor con la cruz del servicio al hombro,
Miguel

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