¿Quiénes
son «los nuestros»?
PREPAREMOS EL PRÓXIMO DÍA DEL SEÑOR
27 de Septiembre de 2015
Domingo de la Vigésima Sexta Semana Durante el
Año
Lecturas:
Números 11, 16-17. 24-29 / Salmo 18, 8. 10. 12-14 Los preceptos
del Señor alegran el corazón / Santiago
5, 1-6
+ Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Marcos 9, 38-43. 45. 47-48
Juan dijo a Jesús: «Maestro,
hemos visto a uno que expulsaba demonios en tu Nombre, y tratamos de
impedírselo porque no es de los nuestros».
Pero Jesús les dijo: «No se lo
impidan, porque nadie puede hacer un milagro en mi Nombre y luego hablar mal de
mí. Y el que no está contra nosotros, está con nosotros.
Les aseguro que no quedará sin
recompensa el que les dé de beber un vaso de agua por el hecho de que ustedes
pertenecen a Cristo.
Si alguien llegara a
escandalizar a uno de estos pequeños que tienen fe, sería preferible para él
que le ataran al cuello una piedra de moler y lo arrojaran al mar.
Si tu mano es para ti ocasión
de pecado, córtala, porque más te vale entrar en la Vida manco, que ir con tus
dos manos al infierno, al fuego inextinguible. Y si tu pie es para ti ocasión
de pecado, córtalo, porque más te vale entrar lisiado en la Vida, que ser
arrojado con tus dos pies al infierno.
Y si tu ojo es para ti ocasión
de pecado, arráncalo, porque más te vale entrar con un solo ojo en el Reino de
Dios, que ser arrojado con tus dos ojos al infierno, donde el gusano no muere y
el fuego no se apaga».
Palabra del Señor.
MEDITACION
Durante la historia han existido
permanentemente quienes «han condenado y
han matado al Justo, sin que él les opusiera resistencia» (2L). En esas ocasiones ha hecho falta que «todos fueran profetas en el pueblo del Señor, porque él les infunde su
espíritu» (1L), porque «el testimonio del Señor
es verdadero, da sabiduría al simple» (Sal), por lo que nadie es
incapaz de hacer y decir justicia de parte de Dios. Sin embargo, pocos seguidores de Jesús han estado a la
altura, con lo que han logrado «escandalizar
a los pequeños que tienen fe» (Ev).
A veces no
es tan obvio quiénes son «los
nuestros»…
Se supone
que son los que asisten a nuestros mismos encuentros, oran de la misma manera y
usan los mismos distintivos que nosotros.
Pero
sabemos, por experiencia propia, que no siempre somos coherentes.
Muchos de
nosotros decimos creer, pero habitualmente esto no se manifiesta necesariamente
en la forma que vivimos
Sin
embargo, hay quienes con sus actitudes y palabras se comportan como si fueran
“los nuestros”, pese a no haber llenado ningún formulario que lo acredite.
Incluso muchos de ellos ni siquiera son creyentes.
Son
personas que, al ver a un necesitado, no quedan indiferentes y hacen algo al
respecto.
Son los que
dan de comer al hambriento y de beber al sediento; acogen al forastero; visten
al desnudo; visitan al enfermo y al preso; y buscan cómo ayudar a los
damnificados por las catástrofes que continuamente asolan a nuestro país.
Es decir,
hacen lo que enseñó Jesús (cf Mt 25,34ss), el cual, además y para que
ampliemos nuestros criterios, afirma: «nadie
puede hacer un milagro [algo bueno] en mi Nombre y luego hablar mal de mí».
Como
sabemos muy bien, lamentablemente, no tantos de quienes hacen todo eso son
cristianos. Es decir, nos decimos seguidores suyos, pero no seguimos sus
palabras.
Si ya eso
es cuestionable, lo empeora el hecho de pretender excluir de nuestras
organizaciones y de la vida de nuestras comunidades o criticar a esas mismas
personas por no cumplir con los requisitos formales, en vez de respetarles y
tenerles como ejemplo.
Eso suele
escandalizar a los de fe sencilla, los “pequeños”, quienes, pese a ello,
comprenden que en cada hombre y en cada mujer Dios ha
sembrado las semillas del Reino; y que éstas dan frutos, sin obedecer reglas ni
cumplir expectativas de otros, sino… cuando las dan y en el lugar que las dan.
En resumen, podemos decir que si hay quienes están “contra nosotros”, esos son quienes están contra el bien. Todo lo demás es prejuicio irracional y lejano al sentir de nuestro Señor.
Que ampliemos nuestros horizontes de manera
que quepan entre nosotros no sólo los que dicen, sino los que hacen según tu
palabra, Señor. Así sea.
Intentando permitir que sólo sea el
Espíritu el que nos guíe en reconocer a los que trabajan por el Reino de la Paz,
el Amor y la Alegría,
Miguel
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