«"¿Qué
es lo que Moisés les ha ordenado?".
Ellos dijeron: "Moisés permitió redactar una declaración de
divorcio
y separarse de ella".
Entonces Jesús les respondió: "Si Moisés les dio esta prescripción
fue debido a la dureza del corazón de ustedes.
Pero desde el principio de la creación, Dios los hizo varón y mujer» (Mc 10,3-6)
La respuesta de Jesús es significativa cuando caemos en
cuenta de que, tanto en el judaísmo como en el mundo greco-romano, el repudio
era algo muy corriente y estaba regulado por la ley. Si Jesús respondía que no
era lícito, estaba contra la ley de Moisés. Por eso les devuelve la pregunta y
les dice que la ley de Moisés es provisional y que ahora se han inaugurado los
tiempos de la plenitud en los que la vida se construye desde un orden social
nuevo, en el que el hombre y la mujer forman parte de la armonía y el
equilibrio de la creación. La novedad de esta afirmación de Jesús saltaba a la
vista; en su interpretación desautorizaba no sólo las opiniones de los maestros
de la ley que pensaban que a una mujer se le podía repudiar incluso por una
cosa tan insignificante como dejar quemar la comida, sino incluso, relativizaba
la misma motivación de la ley de Moisés. Además tiraba por tierra las
pretensiones de superioridad de los fariseos, que despreciaban a la mujer, como
despreciaban a los niños, a los pobres, a los enfermos, al pueblo. Nuevamente,
al defender a la mujer, Jesús se ponía de parte de los rechazados, los
marginados, los ‘sin derechos’.
Servicio Bíblico
Latinoamericano (servicioskoinonia.org)
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