1 de Octubre de 2015
Jueves de la Vigésima Sexta Semana Durante el Año
Lecturas:
Nehemías 8, 1-12 / Salmo 18, 8-11 La ley del Señor alegra el corazón
+ Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Lucas 10, 1-12
El Señor designó a otros
setenta y dos, y los envió de dos en dos para que lo precedieran en todas las
ciudades y sitios adonde él debía ir.
Y les dijo: «La cosecha es
abundante, pero los trabajadores son pocos. Rueguen al dueño de los sembrados
que envíe trabajadores para la cosecha. ¡Vayan! Yo los envío como a ovejas en
medio de lobos. No lleven dinero, ni alforja, ni calzado, y no se detengan a
saludar a nadie por el camino.
Al entrar en una casa, digan
primero: "¡Que descienda la paz sobre esta casa!." Y si hay allí
alguien digno de recibirla, esa paz reposará sobre él; de lo contrario, volverá
a ustedes. Permanezcan en esa misma casa, comiendo y bebiendo de lo que haya,
porque el que trabaja merece su salario.
No vayan de casa en casa. En
las ciudades donde entren y sean recibidos, coman lo que les sirvan; curen a
sus enfermos y digan a la gente: "El Reino de Dios está cerca de
ustedes." Pero en todas las ciudades donde entren y no los reciban, salgan
a las plazas y digan: "¡Hasta el polvo de esta ciudad que se ha adherido a
nuestros pies, lo sacudimos sobre ustedes! Sepan, sin embargo, que el Reino de
Dios está cerca."
Les aseguro que en aquel Día,
Sodoma será tratada menos rigurosamente que esa ciudad.»
Palabra del Señor.
MEDITACION
Siempre me ha
impresionado (perdón si ya me has leído al respecto) lo poco alegres que somos
los cristianos.
Parece no ser
cierto –al menos para el común de nosotros- que «la ley del Señor […] reconforta el alma» y sus preceptos «alegran
el corazón» (Sal).
Si fuera así, o
para los que sí es así, es posible que donde vayan descienda la paz sobre ese
lugar, como espera el Maestro, con lo que, de paso, nos invita a descubrir la
alegría de creer en su amor, el de su Padre y el que derrama en nuestros
corazones el Espíritu Santo y, luego, podamos desbordar de gozo y paz.
Que el caminar tras
tus pasos y junto a ti, Señor, pueda vencer las tristezas y preocupaciones que
nublan nuestra alegría, para mejorar la vida como quieres tú. Así sea.
Intentando permitir que sea sólo el
Espíritu el que nos guíe en reconocer a los que trabajan por el Reino de la Paz,
el Amor y la Alegría,
Miguel
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