4 de Enero de 2016
Lunes después de Epifanía
Lecturas:
I Juan 3, 22—4, 6
/ Salmo 2, 7-8. 10-12 ¡Te daré las naciones como herencia!
+ Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Mateo 4, 12-17. 23-25
Cuando Jesús se enteró de que Juan Bautista había sido arrestado, se
retiró a Galilea. Y, dejando Nazaret, se estableció en Cafarnaúm, a orillas del
lago, en los confines de Zabulón y Neftalí, para que se cumpliera lo que había
sido anunciado por el profeta Isaías:
¡Tierra de Zabulón, tierra de Neftalí, camino del mar, país de la
Transjordania, Galilea de las naciones! El pueblo que se hallaba en tinieblas
vio una gran luz; sobre los que vivían en las oscuras regiones de la muerte, se
levantó una luz.
A partir de ese momento, Jesús comenzó a proclamar: «Conviértanse,
porque el Reino de los Cielos está cerca.»
Jesús recorría toda la Galilea, enseñando en las sinagogas, proclamando
la Buena Noticia del Reino y curando todas las enfermedades y dolencias de la
gente. Su fama se extendió por toda la Siria, y le llevaban a todos los
enfermos, afligidos por diversas enfermedades y sufrimientos: endemoniados,
epilépticos y paralíticos, y él los curaba. Lo seguían grandes multitudes que
llegaban de Galilea, de la Decápolis, de Jerusalén, de Judea y de la
Transjordania.
Palabra del Señor.
MEDITACION
Juan alcanzó a ser, probablemente, maestro de Jesús. Eso significa
hacerse bautizar por alguien.
Tal vez terminaron alejándose debido a sus estilos tan diferentes: el
Bautista era muy austero: «no come pan ni bebe vino», el
Maestro era más sociable: «come y bebe [y es] amigo de publicanos y pecadores» (Lc 7,33-34).
Sin embargo, Jesús nunca dejó de admirarlo: «Les
aseguro que no hay ningún hombre más grande que Juan» (Lc 7,28).
Al enterarse que éste había sido arrestado, se dio cuenta que era una
posibilidad muy cierta que eso significase su muerte y que el proyecto del
Reino peligraba.
Necesitaba pensar y analizar sus siguientes pasos.
Por eso, abandona Judea, donde se encontraba, entre otras, Jerusalén, la
capital, para dirigirse a Galilea, su provincia, donde se sentía más seguro
para tener el tiempo y el espacio apropiado para meditar.
Y su resolución fue comenzar a proclamar: «Conviértanse,
porque el Reino de los Cielos está cerca».
Que también meditemos bastante los “signos de los tiempos”, para
reconocer en ellos las dificultades a vencer y las posibilidades a desarrollar,
de tal manera de hacer nuestro aporte para acercar tu Reino, Señor. Así sea.
Siguiendo las señales que el Señor nos da
para construir la Paz, el Amor y la Alegría en nuestro mundo,
Miguel


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