27 de Enero de 2016
Miércoles de la Tercera Semana Durante el Año
Lecturas:
II Samuel 7, 4-17
/ Salmo 88, 4-5. 27-30 Le aseguraré mi amor eternamente
+ Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Marcos 4, 1-20
Jesús comenzó a enseñar de nuevo a orillas del mar. Una gran multitud se
reunió junto a él, de manera que debió subir a una barca dentro del mar, y
sentarse en ella. Mientras tanto, la multitud estaba en la orilla. El les
enseñaba muchas cosas por medio de parábolas, y esto era lo que les enseñaba:
«¡Escuchen! El sembrador salió a sembrar. Mientras sembraba, parte de la
semilla cayó al borde del camino, y vinieron los pájaros y se la comieron. Otra
parte cayó en terreno rocoso, donde no tenía mucha tierra, y brotó en seguida
porque la tierra era poco profunda; pero cuando salió el sol, se quemó y, por
falta de raíz, se secó. Otra cayó entre las espinas; estas crecieron, la
sofocaron, y no dio fruto. Otros granos cayeron en buena tierra y dieron fruto:
fueron creciendo y desarrollándose, y rindieron ya el treinta, ya el sesenta,
ya el ciento por uno.»
Y decía: «¡El que tenga oídos para oír, que oiga!»
Cuando se quedó solo, los que estaban alrededor de él junto con los
Doce, le preguntaban por el sentido de las parábolas. Y Jesús les decía: «A
ustedes se les ha confiado el misterio del Reino de Dios; en cambio, para los
de afuera, todo es parábola, a fin de que miren y no vean, oigan y no
entiendan, no sea que se conviertan y alcancen el perdón.
Jesús les dijo: «¿No entienden esta parábola? ¿Cómo comprenderán
entonces todas las demás?
El sembrador siembra la Palabra. Los que están al borde del camino, son
aquellos en quienes se siembra la Palabra; pero, apenas la escuchan, viene
Satanás y se lleva la semilla sembrada en ellos.
Igualmente, los que reciben la semilla en terreno rocoso son los que, al
escuchar la Palabra, la acogen en seguida con alegría; pero no tienen raíces,
sino que son inconstantes y, en cuanto sobreviene la tribulación o la
persecución a causa de la Palabra, inmediatamente sucumben.
Hay otros que reciben la semilla entre espinas: son los que han
escuchado la Palabra, pero las preocupaciones del mundo, la seducción de las
riquezas y los demás deseos penetran en ellos y ahogan la Palabra, y esta
resulta infructuosa.
Y los que reciben la semilla en tierra buena, son los que escuchan la
Palabra, la aceptan y dan fruto al treinta, al sesenta y al ciento por uno.»
Palabra del Señor.
MEDITACION
Como el Domingo reciente, se nos vuelve a invitar a meditar con respecto
a nuestra relación con la Palabra.
¿Qué disposición tenemos frente a ella?
Todo dependerá de si creemos de verdad que proviene de Dios o no. Y, por
supuesto, si le creemos a Él o no.
E insisto en que sea creer “de verdad”, porque, como todos sabemos, por
distintos motivos, muchas veces decimos lo que otros quieren oír, e, incluso,
lo que quisiéramos creer.
Entonces, para que nuestro corazón pueda ser, cada vez más y cada vez
mejor, «tierra buena» donde la
Palabra produzca fecundos frutos, previamente, es necesario estar convencidos;
no repetir el convencimiento de otros.
Que, así como quieres que usemos los oídos para oír, Señor, también
usemos el intelecto que nos has dado para comprender, ya sea tu Palabra,
nuestra relación con el Padre y el propio uso de nuestra inteligencia. Así sea.
Buscando llevar la Buena Noticia de la Paz,
el Amor y la Alegría a los empobrecidos materiales y los pobres de esperanzas,
Miguel
No hay comentarios:
Publicar un comentario