jueves, 11 de febrero de 2016

La Palabra versus las tentaciones



PREPAREMOS EL PRÓXIMO DÍA DEL SEÑOR
14 de Febrero de 2016
Primer Domingo de Cuaresma

Lecturas:
Deuteronomio 26, 1-2. 4-10 / Salmo 90, 1-2. 10-15 En el peligro, Señor, estás conmigo / Romanos 10, 5-13

+ Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Lucas   4, 1-13
    Jesús, lleno del Espíritu Santo, regresó de las orillas del Jordán y fue conducido por el Espíritu al desierto, donde fue tentado por el demonio durante cuarenta días. No comió nada durante esos días, y al cabo de ellos tuvo hambre. El demonio le dijo entonces: «Si tú eres Hijo de Dios, manda a esta piedra que se convierta en pan.» Pero Jesús le respondió: «Dice la Escritura: El hombre no vive solamente de pan.»
    Luego el demonio lo llevó a un lugar más alto, le mostró en un instante todos los reinos de la tierra y le dijo: «Te daré todo este poder y el esplendor de estos reinos, porque me han sido entregados, y yo los doy a quien quiero. Si tú te postras delante de mí, todo eso te pertenecerá.» Pero Jesús le respondió: «Está escrito: ‘Adorarás al Señor, tu Dios, y a él solo rendirás culto’.»
    Después el demonio lo condujo a Jerusalén, lo puso en la parte más alta del Templo y le dijo: «Si tú eres Hijo de Dios, tírate de aquí abajo, porque está escrito: ‘Él dará órdenes a sus ángeles para que ellos te cuiden’.
    Y también: ‘Ellos te llevarán en sus manos para que tu pie no tropiece con ninguna piedra’.»
    Pero Jesús le respondió: «Está escrito: No tentarás al Señor, tu Dios.»
    Una vez agotadas todas las formas de tentación, el demonio se alejó de él, hasta el momento oportuno.
Palabra del Señor.

MEDITACION
De parte del Señor «Está escrito» (Ev): «La palabra está cerca de ti, en tu boca y en tu corazón» (2L), de tal manera que se ha hecho parte de nuestra vida y le creemos. Por medio de ella, conocimos su voluntad: «Estaré con él en el peligro» (Sal). Por eso, cada vez que estuvimos en dificultad, confiados «pedimos auxilio al Señor, y Él escuchó nuestra voz» (1L).
Sabemos que leyendo los mismos textos de la Biblia se pueden sacar conclusiones diferentes. O no habría tantas iglesias distintas y tantos grupos dentro de ellas que se diferencian por la forma en que cada uno entiende las Escrituras o los énfasis que ponen en su aplicación.
¿Cómo orientarnos? Una señal potente para ayudarnos en la comprensión del mensaje de Dios para nuestra vida de cada día usándola es que, al contrario de la forma de relacionarnos y comportarnos en nuestras sociedades (motivos por los que estamos como estamos), la Palabra nos fue dada no para satisfacer gustos personales, sino, como recordará Moisés en la primera lectura de la liturgia de este Domingo, para guiar a su Pueblo hacia la liberación de la esclavitud, o la vida en abundancia o eterna en lenguaje del Nuevo Testamento. O, en otras palabras, una vida comunitaria en la que llegamos a ser mejor humanidad, porque, precisamente, nos comportamos más humanamente, sirviéndonos y respetándonos unos a otros, utilizando las capacidades que el Espíritu de Dios ha puesto en nosotros (cf. Rm 12,7).
Las interpretaciones que se orienten por ese espíritu tienen mucha más posibilidades de ser las correctas, según el sentir del Señor.
Usémoslo en este evangelio.
Entonces, en primer lugar, descartemos la interpretación individualista que se suele hacer de este: no es un tema “personal” entre el Maestro y el Demonio.
Las “tentaciones” buscan convencer a Jesús que se atreva a probar a Dios para que actúe en su favor. Verdaderamente diabólico.
Nos cuenta este relato que él se encuentra en el desierto, «conducido por el Espíritu», es decir, por el mismo Espíritu de su Dios, a quien quiere obedecer y para lo cual, para comprender su voluntad, realiza este “retiro”, sometiéndose a un prolongado ayuno, que es un método tradicional de purificación interior, que ayuda a liberarse de las pulsiones e inclinaciones puramente materialistas.
En esa situación, con el hambre asediándolo, pese a su disposición de serle fiel a Dios, ¿acaso no sería un buen gesto de Su parte hacer que al menos una sola de las muchas piedras que lo rodean se convierta en pan?.
Viene a su mente, entonces, la Palabra Santa: «El hombre no vive solamente de pan» (Dt 8,3).
Prosiguiendo su meditación, va comprendiendo que Dios esperaba hacer de él alguien importante, por lo que echa a volar su imaginación y se pregunta qué tan alto conseguirá Él hacerlo ascender en la jerarquía humana: ¿a rey? ¿a emperador?.
Pero su conciencia le señala que «este poder y el esplendor de estos reinos» sólo se consigue postrándose y adorando lo opuesto a la sencillez y generosidad que el Señor Dios quiere de sus hijos, la cual es la forma adecuada de adorarlo sólo a Él (Dt 6,13).

Y, por último, consciente de que dedicarse por completo a hacer concreta y efectiva la Palabra, suele conllevar aflicciones y hasta la muerte, ¿será apropiado probar qué tan atentos están los ángeles de Dios, y, de pasada, dar una especie de muestra de confianza en que cuenta con su protección, arriesgando la vida premeditadamente?.
La respuesta la encuentra en la sentencia: «No tentarás al Señor, tu Dios» (Dt 6,16).
Concluyendo: es más difícil caer en la tentación si se tiene un trato cercano y permanente con la Palabra de Dios.
Y, en segundo lugar, Dios nos habla en plural, como comunidad, para saber vivir mejor en comunidad, que es la imagen y semejanza de Él con que fuimos creados (cf. Gn 1,26-27), de Él que no es un Dios solitario ni personalista, sino un Dios comunidad: Padre, Hijo y Espíritu Santo (cf Mt 28,19).

La tentación siempre buscará el momento oportuno. Que sepamos enfrentarla con la Palabra leída en comunidad, que es el arma invencible que nos has dejado, Señor. Así sea.

Armados de la Buena Noticia de la Paz, el Amor y la Alegría del Señor, para enfrentar las dificultades que se nos presenten,
Miguel

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