PREPAREMOS
EL PRÓXIMO DÍA DEL SEÑOR
5 de Marzo de 2017
Domingo de la Primera Semana de Cuaresma
Lecturas:
Génesis 2, 7-9; 3, 1-7 / Salmo 50, 3-6. 12-14. 17 ¡Ten piedad, Señor, pecamos contra ti! /
Romanos 5, 12-19
+Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Mateo 4, 1-11
Jesús fue llevado por el Espíritu al
desierto, para ser tentado por el demonio. Después de ayunar cuarenta días con
sus cuarenta noches, sintió hambre. Y el tentador, acercándose, le dijo: «Si tú
eres Hijo de Dios, manda que estas piedras se conviertan en panes.»
Jesús le respondió: «Está escrito: "El
hombre no vive solamente de pan, sino de toda palabra que sale de la boca de
Dios"».
Luego el demonio llevó a Jesús a la Ciudad
santa y lo puso en la parte más alta del Templo, diciéndole: «Si tú eres Hijo
de Dios, tírate abajo, porque está escrito: "Dios dará órdenes a sus
ángeles, y ellos te llevarán en sus manos para que tu pie no tropiece con
ninguna piedra"».
Jesús le respondió: «También está escrito:
"No tentarás al Señor, tu Dios"».
El demonio lo llevó luego a una montaña muy
alta; desde allí le hizo ver todos los reinos del mundo con todo su esplendor,
y le dijo: «Te daré todo esto, si te postras para adorarme.»
Jesús le respondió: «Retírate, Satanás,
porque está escrito: "Adorarás al Señor, Dios, y a Él solo rendirás
culto"».
Entonces el demonio lo dejó, y unos ángeles
se acercaron para servirlo.
Palabra del Señor.
MEDITACIÓN
Siempre hemos
sido, somos y seremos tentados (1L y Ev), pero no por un ente, sino por nuestro
egoísmo en lo personal y por su manifestación social que es el individualismo,
a los cuales podemos darle el nombre de “demonio”. Ante eso, debemos orar
permanentemente: «Crea en mí, Dios mío, un corazón puro, y renueva la firmeza
de mi espíritu» (Sal), para que sea posible que sigamos recibiendo los frutos
del hecho que «la gracia de Dios y el don conferido por la gracia de un solo
hombre, Jesucristo, fueron derramados mucho más abundantemente sobre todos»
(2L).
El
evangelio de este día nos narra una situación que está antes del comienzo del
ministerio humanizador y misericordioso de Jesús, el cual llevó a cabo de tal
manera que cuando Pedro, posteriormente, quiso resumirlo, lo hizo afirmando: «Él
pasó haciendo el bien» (Hch 10,38). Y
eso a todos y cada uno de quienes se acercaron a su corazón compasivo. Esto fue
así porque era su forma de entender cómo se hace presente en medio de nosotros
el Reino de Dios (cf Lc 17,21).
El
Nazareno, pues, se tomó un tiempo, «cuarenta
días con sus cuarenta noches», para
meditar en oración, guiado por el Espíritu, para poder descubrir cuáles serían
los alcances y consecuencias de la tarea que entendía que el Padre le
encomendaba.
Es posible
que ahí tomase conciencia de que Dios no se dedica a hacernos fáciles las
cosas, porque en ese caso, ¿qué mérito habría en dedicarse a intentar vivir de
acuerdo a su Palabra? Todos amarían y servirían, pero automáticamente. Y eso
dejaría de ser amor y servicio realmente.
En su
retiro en el desierto comprendió que, por muy hijo de Dios que fuese, este
camino conllevaría momentos de dificultad: que tendría que renunciar a muchas
cosas, por lo que pasaría necesidades y hasta hambre. ¿Qué haría en esas
circunstancias?; que, si quería ser fiel a su misión, probablemente, le tocaría
pasar por situaciones peligrosas (no sería necesario buscarlas; llegarían
solas). ¿Cómo actuaría entonces?; y que hasta podría equivocarse, corriendo el
riesgo de perder la brújula, adorando al dios equivocado ¿Cómo prevenir y
afrontar esos casos?…
Pues bien,
como cada uno de nosotros sabe, en cada ocasión en que queremos acometer alguna
obra de bien, especialmente si ésta nos demandará esfuerzo y sacrificio, nos
asaltan las dudas y las tentaciones: “si no lo hago, puede que nadie se dé
cuenta…”; “no es mi obligación, no me pagan por esto…”; “no soy el único acá,
¿por qué no lo hacen ellos?”
Aquellas
fueron (y siguieron siendo) algunas de las tentaciones de Jesús, pero cada
quien (y cada comunidad) debe descubrir las que se le van presentando cotidianamente,
si realmente quiere ser fiel a su Maestro.
Un
criterio: son todas aquellas que pretenden impedir que busquemos «primero el
Reino y su justicia» (Mt 6,33).
Y ojo: algo
que nos recuerda este pasaje del evangelio es que la tentación puede usar (o
abusar) de la propia Biblia. Sin embargo, en ella misma, en la «palabra que sale de la boca de Dios», podemos encontrar, de preferencia en
comunidad y en oración, la guía necesaria para vencer estas pruebas, tal como
Jesús, con el auxilio del Espíritu Santo, ya que «nadie conoce los secretos de
Dios, sino el Espíritu de Dios» (1 Cor 2,11)
Que sepamos
estar alertas ante las tentaciones que el mundo y sus poderes intentarán
ponernos en el camino cuando queramos servir a los necesitados, tal como
hicieron contigo, Señor. Así sea.
Buscando con mucha Paz, Amor
y Alegría, ser fuertes ante las pruebas que van poniendo los enemigos de la
Vida digna y en abundancia que nos invita a construir el Señor,
Miguel
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