PREPAREMOS
EL PRÓXIMO DÍA DEL SEÑOR
3 de Diciembre de 2017
Domingo de la Primera Semana de Adviento
Lecturas:
Isaías 63, 16-17. 19; 64, 2-7 / Salmo 79, 2-3. 15-16. 18-19 Restáuranos, Señor del universo / I
Corintios 1, 3-9
+Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Marcos 13, 33-37
En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos:
«Tengan cuidado y estén prevenidos, porque no saben cuándo llegará el momento. Será como un hombre que se va de viaje, deja su casa al cuidado de sus servidores, asigna a cada uno su tarea, y recomienda al portero que permanezca en vela.
Estén prevenidos, entonces, porque no saben cuándo llegará el dueño de casa, si al atardecer, a medianoche, al canto del gallo o por la mañana. No sea que llegue de improviso y los encuentre dormidos.
Y esto que les digo a ustedes, lo digo a todos: ¡Estén prevenidos!».
«Tengan cuidado y estén prevenidos, porque no saben cuándo llegará el momento. Será como un hombre que se va de viaje, deja su casa al cuidado de sus servidores, asigna a cada uno su tarea, y recomienda al portero que permanezca en vela.
Estén prevenidos, entonces, porque no saben cuándo llegará el dueño de casa, si al atardecer, a medianoche, al canto del gallo o por la mañana. No sea que llegue de improviso y los encuentre dormidos.
Y esto que les digo a ustedes, lo digo a todos: ¡Estén prevenidos!».
Palabra
del Señor.
MEDITACION
Comienza Adviento y el llamado de Jesús –una especie de lema que
debiésemos tener presente todo este tiempo-
es: «estén prevenidos, porque no saben cuándo llegará el momento»
(Ev). Y, como tenemos la certeza de que Dios está cerca «de los que
practican la justicia y se acuerdan de sus caminos» (1L), sabemos que, a aquellos que enrielan su vida por el camino del bien, «mientras
esperan la Revelación de nuestro Señor Jesucristo, no les falta ningún don de
la gracia» (2L), confiados, le podemos pedir que nos haga crecer en el amor,
diciéndole: «reafirma tu poder y ven a salvarnos» (Sal).
La rutina mata
A trasmano, una vez más, de cómo vamos
viviendo nuestros días en este siglo XXI, hoy se nos invita a estar despiertos
y atentos.
Pero, ¿por qué y para qué?
Es que en los tiempos que corren, nuestro
horizonte (que antes se llamaba utopía o ideal) llega sólo hasta el ansia
porque se acerque rápidamente el fin de semana, para dejar de hacer esos viajes
que consumen largas horas y luego trabajar una jornada interminable hasta que
nos corresponde ese otro par de horas de retorno al hogar, tan agotados que
poco lograremos hacer antes de irnos a dormir, para recomenzar la rutina al día
siguiente.
Y lo mismo se replica con el transcurso del
año calendario. Sólo queremos que lleguen los feriados (mientras más largos,
mejor) y, por cierto, las vacaciones, periodos que sentiremos que se nos fueron
demasiado rápido como para alcanzar a disfrutarlos lo suficiente.
Y así se nos va la vida…
Pero la inquietante pregunta sería ¿esto es, realmente,
vida? ¿estamos, de verdad, viviendo, en el sentido de sacar provecho a nuestras
existencias? ¿No será que no nos damos cuenta y se nos está yendo el precioso
tiempo (un tiempo irrepetible, que no volverá, aunque suene obvio decirlo, pero
todas nuestras actitudes indican que no lo tenemos tan claro) y se nos va más
bien tal como si estuviésemos permanentemente durmiendo?
Un activista ambiental, hace ya una década,
hizo algo de ruido mediático con un documental llamado “Una verdad incómoda”,
donde pretendió despertar nuestras conciencias al grave daño que nos estamos
haciendo como seres humanos, y también a nuestra casa común, la Tierra, con los
efectos del llamado “calentamiento global”.
Sin embargo, algunos prefirieron, y siguen prefiriendo,
no despertar a ese drama. Entre ellos, el actual presidente del país más grande
y más contaminador del mundo.
Hace no mucho nos enteramos que la institución
estatal creada para proteger a niños y jóvenes, calificados como “en situación
irregular” (que no cuentan con el cuidado adecuado de familiares adultos
responsables), no sólo no estaba cumpliendo con aquella función, sino que,
demasiadas veces, fue negligente hasta la muerte de algunos de ellos.
Pero dejó de ser titular del noticiero y ya
nos dormimos ante tanto dolor acumulado y que sigue vigente.
Hace sólo una semana, Jesús en el evangelio
nos decía que tú, yo, y absolutamente todos, seremos juzgados, al final de
nuestra vida, bajo un solo criterio: qué hicimos -o no hicimos-, cuando
estuvimos frente a quienes necesitaban ayuda práctica y solidaria.
Y, ya pasados sólo unos días, nos hemos
vuelto a dormir en la indiferencia ante tantos que sufren de una u otra manera
cerca nuestro.
El grito del
Maestro: «¡Estén prevenidos!» intenta despertar nuestra
humanidad, es decir, lo mejor que tenemos como personas y que hagamos, que pensemos
y que busquemos cómo darle un sentido a nuestras vidas adormiladas por nuestras
sociedades dominadas por el egoísmo materialista, el cual no ve, o no quiere
ver, las situaciones que impiden que muchos hijos de Dios tengan una vida digna.
De tal manera que, involucrándonos, todos, sin excepción, podamos vivir, de
verdad, una Vida que merezca ese nombre.
Y que, ojalá, al menos los cristianos,
hagamos de nuestras existencias algo que merezca que utilicemos esa
denominación ante los demás.
Que este comienzo del Adviento y, ojalá, toda
la vida, nos desperecemos, rompamos las rutinas adormecedoras y nos atrevamos a
aprovechar toda la potencialidad y belleza del regalo de la Vida que hemos
recibido de ti, Señor. Así sea.
Buscando, con
mucha Paz, Amor y Alegría, despertar a la única Vida que merece llamarse de esa
manera: la que es digna y justa para todos sin excepción,
Miguel
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