miércoles, 15 de noviembre de 2017

Por nuestro bien, ¡que den frutos nuestros talentos!



PREPAREMOS EL PRÓXIMO DÍA DEL SEÑOR
19 de Noviembre de 2017
Domingo de la Trigésima Tercera Semana Durante el Año

Lecturas:
Proverbios 31, 10-13. 19-20. 30-31 / Salmo 127, 1-5 ¡Felices quienes aman al Señor! / Tesalonicenses 5, 1-6

+Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Mateo  25, 14-30
    Jesús dijo a sus discípulos esta parábola:
   
«El Reino de los Cielos es también como un hombre que, al salir de viaje, llamó a sus servidores y les confió sus bienes. A uno le dio cinco talentos, a otro dos, y uno solo a un tercero, a cada uno según su capacidad; y después partió.
    En seguida, el que había recibido cinco talentos, fue a negociar con ellos y ganó otros cinco. De la misma manera, el que recibió dos, ganó otros dos, pero el que recibió uno solo, hizo un pozo y enterró el dinero de su señor.
    Después de un largo tiempo, llegó el señor y arregló las cuentas con sus servidores. El que había recibido los cinco talentos se adelantó y le presentó otros cinco. “Señor, le dijo, me has confiado cinco talentos: aquí están los otros cinco que he ganado”. “Está bien, servidor bueno y fiel, le dijo su señor, ya que respondiste fielmente en lo poco, te encargaré de mucho más: entra a participar del gozo de tu señor”
    Llegó luego el que había recibido dos talentos y le dijo: “Señor, me has confiado dos talentos: aquí están los otros dos que he ganado”. “Está bien, servidor bueno y fiel, ya que respondiste fielmente en lo poco, te encargaré de mucho más: entra a participar del gozo de tu señor”.
    Llegó luego el que había recibido un solo talento. “Señor, le dijo, sé que eres un hombre exigente: cosechas donde no has sembrado y recoges donde no has esparcido. Por eso tuve miedo y fui a enterrar tu talento: ¡aquí tienes lo tuyo!” Pero el señor le respondió: “Servidor malo y perezoso, si sabías que cosecho donde no he sembrado y recojo donde no he esparcido, tendrías que haber colocado el dinero en el banco, y así, a mi regreso, lo hubiera recuperado con intereses. Quítenle el talento para dárselo al que tiene diez, porque a quien tiene, se le dará y tendrá de más, pero al que no tiene, se le quitará aun lo que tiene. Echen afuera, a las tinieblas, a este servidor inútil; allí habrá llanto y rechinar de dientes”.
»
Palabra del Señor.

MEDITACION
El Señor se ha ido de viaje, no sabemos por cuánto tiempo, y en espera de su regreso, te «confió sus bienes» (Ev): y a eso se responde siendo quien «Abre su mano al desvalido y tiende sus brazos al indigente» (1L), de manera tal que se diga de la comunidad de creyentes, seguidores de Jesús: «todos ustedes son hijos de la luz» (2L), por poder entrar en su gozo, ya que es «Feliz quien ama al Señor» (Sal), amando sus caminos y sus inspiraciones.
Causas y consecuencias.
A veces creemos que sólo algunos tienen talentos, capacidades o habilidades. Y no es así.
Todos las tenemos. Sólo que no para lo mismo.
Gracias a Dios –literalmente, porque Él «a uno le dio cinco talentos, a otro dos, y uno solo a un tercero, a cada uno según su capacidad»-, nuestras habilidades son complementarias, de tal manera que todos podamos hacer nuestro aporte, el cual, sumado al de los demás, mejorará nuestra comunidad, en su nombre.
Eso si es que, por llamarnos cristianos, entendemos que estamos en el mundo como «sus servidores», aquellos a quienes, como en la parábola, les confió sus bienes.
¿Qué bienes?
Nos confió el cuidado de sus hijos, que son todos los seres humanos, incluidos nosotros mismos, por cierto. A la vez que nos encargó nuestra casa común, la Tierra que con tanto amor creó.
Ante esto, cabría preguntarnos, por ejemplo:
¿Nos ha dado lo mismo que compatriotas nuestros vivan como en países desarrollados, mientras otros lo hacen como si estuviesen en los más pobres del mundo?
O, ¿nos sumamos a los que usan y abusan de los recursos naturales como si estos fuesen eternos y sin pensar en que el planeta debe seguir sirviendo a muchas generaciones más?
Porque, siguiendo el relato, llegará el momento en que se nos pedirá cuentas de lo que hicimos con esta responsabilidad…
Pero en aquella ocasión, que nadie se equivoque, el Juez Divino no exigirá a todos que hayan “producido” exactamente lo mismo, sino lo que Él y cada uno sabe bien que sus capacidades les permitieron.

Y, tampoco hay que perderse en que ahí se trata de castigos o premios eternos. Al menos, no en la versión terrorífica de los primeros, ni en la fácilmente justificadora del mínimo esfuerzo, que fueron los tópicos en los que fueron criados nuestros abuelos y también sus antepasados por muchos siglos anteriores…
Eso, si queremos creer en el Dios Padre misericordioso y justo que nos presentó Jesús.
Por ello, podríamos entender que el “premio” a quienes utilizaron sus dones para lo que les fueron otorgados, será que la alegría que sintieron cumpliendo su misión, se multiplicará hasta la eternidad.
Pero aquellos que prefirieron cómoda o cobardemente esconder sus talentos en vez de hacerlos florecer, no conseguirán nada nuevo, sino sólo se habrán hecho acompañar hasta el final por las tinieblas a las cuales acostumbraron su vida de egoísmo e individualismo infértiles.
Por todo lo anterior, debemos saber que nadie nos obliga a nada -ni siquiera el Señor-, pero cada quien es responsable de lo que realice con su vida y, por lo tanto, de asumir las consecuencias que su forma de existir le traigan.
Estamos advertidos.

Que podamos tener siempre presente tus invitaciones a una vida más feliz, Señor, la cual sólo es consecuencia del buen aprovechamiento de nuestros talentos, tal como lo hiciste tú en primer lugar. Así sea.

Buscando, con mucha Paz, Amor y Alegría, desarrollar los talentos que el Señor nos dio para aportar a un mundo mejor,
Miguel

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