miércoles, 8 de noviembre de 2017

¿Cómo se espera que venga a nosotros Su Reino?



PREPAREMOS EL PRÓXIMO DÍA DEL SEÑOR
12 de Noviembre de 2017
Domingo de la Trigésima Segunda Semana Durante el Año

Lecturas:
Sabiduría 6, 12-16 / Salmo 62, 2-8 Mi alma tiene sed de ti, Señor / Tesalonicenses 4, 13-18

+Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Mateo  25, 1-13
    Jesús dijo a sus discípulos esta parábola:
    «El Reino de los Cielos será semejante a diez jóvenes que fueron con sus lámparas al encuentro del esposo. Cinco de ellas eran necias y cinco, prudentes.
    Las necias tomaron sus lámparas, pero sin proveerse de aceite, mientras que las prudentes tomaron sus lámparas y también llenaron de aceite sus frascos.
    Como el esposo se hacía esperar, les entró sueño a todas y se quedaron dormidas. Pero a medianoche se oyó un grito: “Ya viene el esposo, salgan a su encuentro”.
    Entonces las jóvenes se despertaron y prepararon sus lámparas. Las necias dijeron a las prudentes: “¿Podrían darnos un poco de aceite, porque nuestras lámparas se apagan?” Pero éstas les respondieron: “No va a alcanzar para todas. Es mejor que vayan a comprarlo al mercado”.
    Mientras tanto, llegó el esposo: las que estaban preparadas entraron con él en la sala nupcial y se cerró la puerta.
    Después llegaron las otras jóvenes y dijeron: “Señor, señor, ábrenos”.
    Pero él respondió: “Les aseguro que no las conozco”.
    Estén prevenidos, porque no saben el día ni la hora.»
Palabra del Señor.

MEDITACION
Para quienes sentimos ansias como la del salmista, quien canta: «Señor, Tú eres mi Dios, yo te busco ardientemente» (Sal),y «para que no estén tristes como los otros, que no tienen esperanza» (2L) se nos da una pista luminosa: «la Sabiduría se deja contemplar fácilmente por los que la aman y encontrar por los que la buscan» (1L) Es decir, la Sabiduría con mayúscula, atributo de Dios, está a nuestro alcance. Es un conocimiento profundo y experiencial de Dios y de su amor. El evangelio profundiza en la sabiduría-prudencia que se requiere en la espera del Reino, la cual es manteniendo las lámparas llenas del aceite del amor (Ev). Y así nos encontraremos con el Señor.
Una fiesta de la que somos parte.
Recordemos que en otra parábola Jesús ya había comparado al Reino con un banquete de bodas (cf. Mt 22,2ss) y entonces habíamos identificado al novio de esa celebración con el mismo Señor (cf. 2 Cor 11,2).
Es decir, que el sueño del Nazareno, al cual él llamaba Reino de Dios o de los Cielos, de una sociedad más plena, más solidaria, más fraterna, o, en otras palabras, más humana, porque desarrollaría lo mejor de nuestra humanidad, sería una sociedad obviamente más alegre. Tan alegre como… ¡una fiesta de bodas!, donde él sería el novio fiel y lleno de amor.
Pues bien, se cuenta que en aquella época la vida era dura y los placeres pocos para las mujeres: se quedaban en la casa para realizar las extenuantes tareas domésticas. Esperaban con gusto su diaria visita al pozo del pueblo (desde donde debían cargar pesadas vasijas llenas de agua) porque ahí tenían la oportunidad casi única de compartir con otras en su misma condición.
Pero, ocasionalmente, el tedio de sus vidas se rompía por los grandes eventos de la vida del pueblo, como bodas, nacimientos, ritos de paso a la adultez, e incluso los funerales. De estos, las bodas significaban la más grande celebración, por todo el tiempo que requerían de preparación y luego la fiesta misma que podía durar una semana.
Entonces, las jóvenes que eran consideradas para formar parte del cortejo que acompañaría al novio en su entrada al banquete, se tomaban su tarea en serio y, tanto como el vestuario y el maquillaje, se aprovisionaban para tener sus lámparas dispuestas para recorrer los senderos desde el camino principal hasta la casa donde se realizaría la recepción.
Jesús utiliza esta imagen para señalar cómo “se espera” la llegada del Reino.
Vemos acá que las prudentes son diferentes de las necias solamente en una cosa: tienen la precaución de llevar más combustible del normal para poder rellenar sus lámparas. Las primeras durmieron igual que las otras, pero antes se prepararon completamente para la llegada del esposo, sin importar cuánto tardara.
Primero, saber que la espera no se realiza esperando… o, al menos, no en actitud pasiva.
¿Qué actitud activa debiésemos tener los cristianos para que, por fin, venga a nosotros su Reino, como le oramos al Padre Dios?

Porque, si quienes somos sus hijos y, a la vez discípulos de su Hijo, quien hizo de su vida concreción del mensaje de amor de Dios, nos cruzásemos de brazos, no podemos creer que Él nos va a imponer un mundo mejor; ya que cuenta con nosotros para que así sea.
Entonces, siguiendo las enseñanzas de Jesús en este mismo evangelio, digamos que el aceite-actitud que debiese tener nuestras lámparas-vidas, sería trabajar fielmente para que se haga la voluntad del Señor (cf. Mt 24,45-51). ¿Cómo? usando los talentos que nos fueron dados (cf. Mt 25,14-30), de manera preferente brindando atención generosa a los más necesitados (cf. Mt 25,31-46). De esa forma, él sí puede reconocernos como sus discípulos.
Concluye el novio, quien hizo esto mismo cuando le correspondió: «Les he dicho esto para que mi gozo sea el de ustedes, y ese gozo sea perfecto» (Jn 15,11)

Que encontremos el camino a la alegría siguiendo tus pasos servidores, Señor, de tal manera que nunca nos falte el aceite del amor para iluminar el camino de tantos que te necesitan. Así sea.

Buscando, con mucha Paz, Amor y Alegría, amar y servir cada vez que nos sea posible, cada vez que se nos requiera, cada vez que notemos que alguien lo necesite,
Miguel

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