PREPAREMOS
EL PRÓXIMO DÍA DEL SEÑOR
21 de Enero de 2018
Domingo de la Tercera Semana Durante el Año
Lecturas:
Jonás 3, 1-5. 10 / Salmo 24, 4-9 Muéstrame, Señor, tus
caminos / I Corintios 7, 29-31
+Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Marcos 1, 14-20
Después que Juan Bautista fue
arrestado, Jesús se dirigió a Galilea. Allí proclamaba la Buena Noticia de
Dios, diciendo: «El tiempo se ha cumplido: el Reino de Dios está cerca. Conviértanse
y crean en la Buena Noticia».
Mientras iba por la orilla del mar de Galilea, vio a Simón y a su hermano Andrés, que echaban las redes en el agua, porque eran pescadores. Jesús les dijo: «Síganme, y yo los haré pescadores de hombres». Inmediatamente, ellos dejaron sus redes y lo siguieron.
Y avanzando un poco, vio a Santiago, hijo de Zebedeo, y a su hermano Juan, que estaban también en su barca arreglando las redes. En seguida los llamó, y ellos, dejando en la barca a su padre Zebedeo con los jornaleros, lo siguieron.
Mientras iba por la orilla del mar de Galilea, vio a Simón y a su hermano Andrés, que echaban las redes en el agua, porque eran pescadores. Jesús les dijo: «Síganme, y yo los haré pescadores de hombres». Inmediatamente, ellos dejaron sus redes y lo siguieron.
Y avanzando un poco, vio a Santiago, hijo de Zebedeo, y a su hermano Juan, que estaban también en su barca arreglando las redes. En seguida los llamó, y ellos, dejando en la barca a su padre Zebedeo con los jornaleros, lo siguieron.
Palabra
del Señor.
MEDITACION
El Señor, que «guía a los humildes para que obren rectamente» (Sal), espera que
quienes creemos en Él, sintamos que tenemos una tarea urgente, porque «queda
poco tiempo» (2L), o más bien, «el tiempo se ha cumplido: el Reino de
Dios está cerca» (Ev), por lo que nos dice a todos que vayamos
donde nuestro hermano, con el siguiente encargo: «anúnciale el mensaje que
Yo te indicaré» (1L). Y el mensaje es su misericordia y su amor,
el que debe ser proclamado haciéndolo vida, nuestra vida, para que sea
coherente frente a todos.
Algunas pistas esclarecedoras.
El Reino de Dios es el gran tema de la
predicación de Jesús. De hecho, en este texto, vemos que ya está en el
contenido de su primer anuncio. Y luego seguirá mencionándolo o, en la versión
de Mateo, lo encontraremos como el Reino de los Cielos, que es lo mismo.
Por lo tanto, si nos interesa el Señor, sería
necesario que pudiésemos comprender qué es y cómo entender esta realidad que
está tan presente en su prédica. Para ayudarnos a esto, aprovecharemos
fragmentos de un trabajo del dominico Julián Riquelme, O.P.:
En primer lugar, nos hace notar que el Reino es Salud.
El sanar a los enfermos significa que el
Reino de Dios se ha acercado (Mt
11,4s [Lc 7,22]; Lc 6,19; Hch 10,38).
Incluso, esto es más importante que cumplir
la ley de Moisés, con todo lo trascendente que era para el pueblo de Jesús (Mt 12,10-12; Mc 3,2.4; Lc 6,7.9; 13,14-16;
14,3; Jn 5,16; 9,14).
Además, la sanación es para todos los
enfermos; porque nadie debe ser marginado del caminar hacia la Vida en
plenitud. Por eso no se puede excluir de la sociedad a los leprosos (Mc 1,40-45), a la hija de la cananea (Mc
7,24-30), ni al criado del centurión (Mt 8,5-13), ni al samaritano (Lc
17,16).
En resumen: Por medio de la espiritualidad
del Reino de Dios, se peregrina hacia la superación de las enfermedades, a una
vida más sana o más plena.
A continuación, nos recuerda que, para Jesús,
el Reino se asemeja a un Banquete.
Y enumera situaciones que enlazan con el
alimento: el Nazareno come con los pecadores (Mc 2,16); realiza la
multiplicación de los panes y los peces, insistiendo en el compartir (Mt 14,13-21; Mc 6,30-44; Lc 9,10-17; Jn
6,1-15); en el padrenuestro pide a Dios Padre “Danos
hoy nuestro pan de cada día” (Mt
6,11; Lc 11,3); invita a dar de comer al hambriento (Mt
25,35). Y anuncia el Reino de Dios como un gran banquete, una fiesta, con buena
comida y bebida (Mt 22,1-14; Lc
14,15-24).
Es más, para acortar la distancia entre ricos
y pobres, el apóstol Pablo “inaugura” una interpretación “profunda” de la Cena
del Señor, y la relaciona con la práctica de la Comunidad. Más aún, incluye a
la creación entera en este banquete (Rm
8,22).
Por cierto, también señala que los evangelios
se refieren -todos- a la Última Cena de Jesús con sus discípulos (Mt 26,26; Mc 14,22; Lc 22,24; Jn 6,53).
En suma: Por medio de la espiritualidad del
Reino de Dios, se tiende a participar en un banquete, aunque sea sencillo,
donde se comparte el alimento en un ambiente de fraternidad.
Finalmente, el padre Riquelme nos indica que el Reino genera nuevas relaciones.
Por ejemplo, en el gran Sermón de la montaña,
Jesús educa a sus discípulos y a la multitud, para que cultiven nuevas
relaciones humanas (Mt 5,1-7,28;
cfr. Lc 6,17-49): “Amen a sus enemigos y
oren por quienes los persiguen. El Padre hace salir el sol sobre malos y buenos
y manda la lluvia sobre justos e injustos…. Sean perfectos como perfecto es el
Padre celestial de ustedes” (Mt
5,44-48; Lc 6,27-36).
Es que, nos dice, hay enemigos externos, pero
es más importante neutralizar los enemigos internos, porque succionan fuerzas
interiores nuestras y debilitan a nuestras personas.
Continuando con la novedad en la forma de
relacionarse de quienes quieren seguir a Jesús, nos recuerda otras sentencias
suyas, como: “No se puede servir a dos señores. No se puede servir a Dios y al
dinero” (Mt 6,24), recordándonos que hoy estamos sirviendo más al Mercado que a la Vida
Humana.
Sigue: “Busquen el Reinado de Dios y su
justicia, y todo lo demás se les dará por añadidura” (Mt 6,33).
Más eruditamente, enseña que la actitud
fundamental del Padre es la “gratuidad” en el amor; por eso el apóstol Pablo
llama al Reinado de Dios “gracia” (1
Cor 15,10; Gal 1,15; 2,20; Ef 2,4; 3,19).
De hecho, nos cuenta que Pablo usa 155 veces
la palabra “gracia” [járis] en sus textos.
A continuación, el dominico nos recuerda que Jesús
enseña que el amor a Dios y el amor al prójimo
son inseparables y
complementarios (Mc 12,28b-34; Mt
22,35-38); que un pagano y un samaritano pueden
cultivar nuevas relaciones, propias del Reinado de Dios, como lo indica la
Parábola del Buen Samaritano (Lc
10,25-37); que en la Última Cena declaró: “Yo no los
llamo a ustedes siervos, sino amigos. Porque el siervo no sabe lo que hace su
señor. Yo les llamo amigos, porque todo lo que he oído a mi “Padre” se los he
dado a conocer” (Jn 15,15) y “Les doy un mandamiento nuevo, que se amen unos a otros como Yo los
he amado. En esto conocerán que ustedes son discípulos míos” (Jn 13,34-35).
En síntesis: Por medio de la espiritualidad
del Reino de Dios, se tiende a propiciar nuevas relaciones entre los seres
humanos.
Y todo esto, agregamos nosotros, significa
que, si decimos creer en Jesús -si le creemos realmente-
estamos invitados a convertir nuestros egoísmos y comodidades, nuestros
individualismos e indiferencias a un estilo de vida y relaciones con los demás
que sea Buena Noticia para ellos, lo que, como consecuencia, será Buena Noticia
de mejor calidad de vida para nosotros mismos.
Que podamos sentir como un mensaje siempre en
tiempo actual aquel que anunciaste, Señor, cuando dijiste que ya era tiempo que
el Reino se hiciera presente y hagamos lo que nos sea posible para convertirnos
a él. Así sea.
Buscando, con
mucha Paz, Amor y Alegría, anunciar, con la palabra y la forma de vivir, que el
Reino se acerca en la medida que cambiamos lo malo nuestro y del mundo,
Miguel
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