domingo, 8 de julio de 2018

«No podemos callar lo que hemos visto y oído» (Hechos 4,20)


PREPAREMOS EL PRÓXIMO DÍA DEL SEÑOR
15 de Julio de 2018
Domingo de la Décimo Quinta Semana Durante el Año

Lecturas de la Misa:
Amós 7, 12-15 / Salmo 84, 9-14 Manifiéstanos, Señor, tu misericordia y danos tu salvación / Efesios 1, 3-10

+Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Marcos  6, 7-13
    Jesús llamó a los Doce y los envió de dos en dos, dándoles poder sobre los espíritus impuros.
    Y les ordenó que no llevaran para el camino más que un bastón; ni pan, ni provisiones, ni dinero; que fueran calzados con sandalias y que no tuvieran dos túnicas.
    Les dijo: «Permanezcan en la casa donde les den alojamiento hasta el momento de partir. Si no los reciben en un lugar y la gente no los escucha, al salir de allí, sacudan hasta el polvo de sus pies, en testimonio contra ellos».
    Entonces fueron a predicar, exhortando a la conversión; expulsaron a muchos demonios y curaron a numerosos enfermos, ungiéndolos con óleo.
Palabra del Señor.

MEDITACIÓN                                                                                                             
El Señor no quiere profesionales de la Palabra, sino gente como tú y yo. Amós cuenta cómo Él «me sacó de detrás del rebaño y me dijo: "Ve a profetizar a mi pueblo"» (1L). Tal como él, todos «los que escucharon la Palabra de la verdad, la Buena Noticia de la salvación, y creyeron en ella» (2L) debiesen sentirse enviados con el poder de Jesús (Ev) a anunciar la Buena Noticia de que «El mismo Señor nos dará sus bienes y nuestra tierra producirá sus frutos. La Justicia irá delante de Él, y la Paz, sobre la huella de sus pasos» (Sal).
No ser egoístas con la fe propia.
Los discípulos ya habían sido testigos de suficientes hechos y enseñanzas de Jesús acerca del nuevo estilo de relaciones humanas que debiese nacer de la conciencia de ser –todos- hijos amados del Padre Dios y, como consecuencia de ello, hermanos unos de otros.
Lo habían escuchado enseñar con más autoridad que los sabios (Mc 1,22); lo habían visto liberar a una persona de sus demonios internos (Mc 1,23-27); también curar muchas enfermedades (Mc 1, 29-34); además observaron que era infatigable en su misión (Mc 1,37-39), sin temerle a ninguna afección (Mc 1,40-42). Y así se fueron empapando de su mensaje.
Es el momento de ir a dar testimonio de lo visto y oído (1 Jn 1,3) y a eso los envía.
¿Y qué relación tiene esto con nosotros?
La vida en el espíritu, la relación con Dios, tener fe en el amor del Padre y en la acción de Jesús y del Espíritu Santo en y desde nosotros, y ser testigos de que todo esto se manifiesta en vidas entregadas por cariño, fraternidad y solidaridad hacia los demás, es algo tan maravillosamente grande que no es posible guardarlo para sí mismo/a: si es auténtica, esta misma fe nos impulsa a compartirla con otros.
«Los envió de dos en dos, dándoles poder sobre los espíritus impuros»
Si es auténtico también ese sentido de misión, comprenderemos que una herramienta poderosa para llevarla a cabo será la comunidad, ya que el sólo hecho de ir de a dos (o más) es un claro testimonio contra los espíritus impuros de la indiferencia individualista que siempre han dominado entre nosotros y no son del gusto del Maestro, porque no le hacen bien a nadie.
«Y les ordenó que no llevaran para el camino más que un bastón»
Además, si sentimos que somos enviados realmente por el Señor, normalmente sabríamos, muy en nuestro interior, que sobran y hasta pueden transformarse en estorbo las seguridades económicas y materiales para realizar esta tarea, debido a que pueden provocar que olvidemos que, si Él nos confía la tarea, nos auxiliará en las necesidades que ésta conlleve.
«Permanezcan en la casa donde les den alojamiento hasta el momento de partir»
Lo otro que debiese caracterizar a quienes se sienten inspirados y motivados por el bello desafío de anunciar la Buena Noticia, es que hay que permanecer sólo donde la Palabra sea acogida, y no intentar imponerla a quienes no están dispuestos, ya que sin libertad no existe el verdadero “efecto Dios” en las personas.
«Entonces fueron a predicar, exhortando a la conversión; expulsaron a muchos demonios y curaron a numerosos enfermos»
¿Cuál sería “el efecto Dios”? La conversión: cambiar la vida, la forma de relacionarnos con los demás; ayudar a revelar y a vencer los demonios que quieren impedir que sea sólo el Padre y su misericordia activa quienes reinen entre nosotros; y juntos aguzar la vista para ser capaces de ver las necesidades y dolores de los demás de tal manera de intentar encontrar la forma de aliviarlos un poco o “un mucho”...

El Papa ha insistido bastante en el concepto de una “Iglesia en salida”, es decir, de relevar el hecho que, ante tantas carencias en nuestro mundo, los cristianos no debiésemos quedarnos en la facilidad de lo ya conocido o el abrigo de nuestros propios muros, sino que debiésemos arriesgarnos a ser más creativos, para poder ser misioneros de la Palabra de misericordia y del estilo humanizador de nuestro Señor, porque, siempre según su parecer, es preferible una Iglesia “accidentada, herida y manchada por salir a la calle, antes que una Iglesia enferma por el encierro y la comodidad de aferrarse a las propias seguridades” (Evangelii Gaudium N° 49).
Esto último bien podría entenderse como una actualización, en palabras de hoy y para la situación actual, del envío del Señor a sus apóstoles.
¿Nos atreveremos a ser Discípulos Misioneros de ahora en más? Y si no, ¿qué nos lo impide?

Que podamos comprender que fe y misión son casi palabras sinónimas en el lenguaje del Reino, Señor. para que busquemos las formas de lograr ser cada vez más fieles a tu Palabra y ejemplo. Así sea.

Buscando, con mucha Paz, Amor y Alegría, encontrar y/o renovar el impulso misionero que conlleva la fe en Jesús,
Miguel

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Escoger a Dios y sus caminos

PREPAREMOS EL PRÓXIMO DÍA DEL SEÑOR Meditación sobre el Evangelio del próximo Domingo 21 de Septiembre de 2025                          ...