miércoles, 18 de julio de 2018

Asemejándonos a su entrega generosa


PREPAREMOS EL PRÓXIMO DÍA DEL SEÑOR
22 de Julio de 2018
Domingo de la Décimo Sexta Semana Durante el Año

Lecturas de la Misa:
Jeremías 23, 1-6 / Salmo 22, 1-6 El Señor es mi pastor, nada me puede faltar / Efesios 2, 13-18

+Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Marcos  6, 30-34
    Al regresar de su misión, los Apóstoles se reunieron con Jesús y le contaron todo lo que habían hecho y enseñado.
    Él les dijo: «Vengan ustedes solos a un lugar desierto, para descansar un poco». Porque era tanta la gente que iba y venía, que no tenían tiempo ni para comer. Entonces se fueron solos en la barca a un lugar desierto. Al verlos partir, muchos los reconocieron, y de todas las ciudades acudieron por tierra a aquel lugar y llegaron antes que ellos.
    Al desembarcar, Jesús vio una gran muchedumbre y se compadeció de ella, porque eran como ovejas sin pastor, y estuvo enseñándoles largo rato.
Palabra del Señor.

MEDITACIÓN                                                                                                             
Por la fe sabemos que «por medio de Cristo, todos sin distinción tenemos acceso al Padre, en un mismo Espíritu» (2L), de tal manera de poder sentir: «Tú estás conmigo: tu vara y tu bastón me infunden confianza» (Sal) para que, apoyados en esa fuerza, nos atrevamos a hacer lo que nos sea posible para que su amor y ternura lleguen a quienes no han tenido la misma posibilidad. Por eso, a quienes «eran como ovejas sin pastor» (Ev), les promete «Yo suscitaré para ellas pastores que las apacentarán; y ya no temerán ni se espantarán» (1L). Tú y yo y todo aquel que fue bautizado es llamado a realizar esa misión. ¿Estás disponible?.
Más disponibles, mucho más…
En una sala de clases en los años ’80, un profesor sacerdote le decía a un grupo de aspirantes a seminaristas que ellos tenían más suerte que la que tuvo él, ya que le había tocado ese mismo proceso en plena efervescencia posterior al Concilio Vaticano II, tiempo en que mucha gente dejaba los hábitos, en contraposición con aquella época en que, al menos en Chile, la Iglesia del lado de los perseguidos y pobres era muy prestigiosa y querida, por lo que, como sus auditores, muchos querían formar parte de sus filas…
Hoy estamos en otros tiempos. Hace mucho que el cristianismo dejó de ser dominante en nuestra cultura, en general. Se han propagado y se han hecho famosas entre nosotros, doctrinas y espiritualidades ancestrales y otras más nuevas, o nuevas versiones de algunas antiguas que no eran habituales entre nosotros.
Sumado a eso, en variadas ocasiones ocurre que, los cristianos, especialmente católicos, nos sentimos atacados en la fe por algunos hermanos de credos que pareciera que les es más importante satanizar nuestras prácticas y formas de creer en vez de convencer de las bondades de las suyas. Además, por cierto, de sufrir el juzgamiento severo y merecido bajo el que estamos, debido al mal uso que hicieron algunos de su ministerio y ascendiente sobre otras personas.
Otra vez son tiempos difíciles para declararse cristiano o católico… y buscamos qué decir o qué responder.
Pero, tal vez, más que ocuparnos de hablar, debiésemos buscar que nuestros gestos y acciones digan qué somos, qué representamos y, sobre todo, en Quien creemos.
La hermana Karoline Mayer, una misionera con una inmensa labor social en Chile y en otros países de América Latina, en una entrevista publicada, a la pregunta acerca de la hora en que terminaba su jornada diaria, respondía: “cuando la última persona toca mi puerta”.
Seres luminosos como ella están entre quienes, gracias a Dios (literalmente), han comprendido que la fidelidad a Jesús que profesan, implica, entre otras cosas, saber que la compasión, la solidaridad y la fraternidad no tienen horario; es decir, sus acciones, más que sus “prédicas” dicen que ellos intentan ser reflejos del mensaje de Jesús y no son meros “funcionarios” de la religión…
Todos conocemos (y es posible que nosotros mismos caigamos en esto), hermanos que tienen reglas y horarios bastante rígidos para desarrollar su servicio. Bueno, al menos sirven… y eso es un gran paso. Pero si tenemos como parámetro al Maestro, debiésemos sentir que nos falta un segundo paso: el de la disponibilidad.
No es fácil. Nunca nada con respecto a la fe en el Nazareno nos resulta simple, porque la comodidad, la conveniencia y hasta la supervivencia cotidiana nos quitan tiempo y ánimo.

Por eso, es imprescindible volver siempre los ojos al origen, a nuestro punto original: Jesús, su persona, sus acciones y su estilo, ya que, sólo intentando, cada vez más, cada vez mejor, y con cada vez más ganas, ir asemejándonos a su ejemplo, tenemos alguna garantía de que vamos por el camino correcto, el que conduce a hacer realidad la voluntad de Dios.
Y no estamos hablando de hacer curaciones o grandes signos milagrosos como él, obviamente, sino de observar su forma de relacionarse con los demás y compararla con la nuestra.
Jesús es quien envía a sus discípulos a trabajar en sintonía con el Reino (ver evangelio de la semana anterior) y cuando estos vuelven, se preocupa y se ocupa del reposo de ellos. Pero, posteriormente, «vio una gran muchedumbre y se compadeció de ella, porque eran como ovejas sin pastor» y se dedicó a ella, sin anteponer ni la convivencia con sus amigos ni su propio descanso.
Es que él hablaba mucho de la misericordia del Padre Dios y, a la vez, hacía lo posible por ser encarnación de esa misericordia.

Que, al ver las necesidades de nuestros hermanos, podamos vencer nuestras comodidades y egoísmos para poder intentar estar disponibles “hasta que la última persona toque a nuestra puerta”, según aprendimos de ti, Señor. Así sea.

Buscando, con mucha Paz, Amor y Alegría, progresar, cada vez más y cada vez mejor, en la actitud de servicio hacia los demás,
Miguel

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