miércoles, 17 de enero de 2024

Llamados a aportar lo que somos y tenemos

PREPAREMOS EL PRÓXIMO DÍA DEL SEÑOR

Meditación sobre el Evangelio del próximo Domingo

21 de Enero de 2024                                                

Domingo de la Tercera Semana Durante el Año

 

Lecturas de la Misa:

Jonás 3, 1-5. 10 / Salmo 24, 4-9 Muéstrame, Señor, tus caminos / I Corintios 7, 29-31

 

+Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Marcos     1, 14-20


    Después que Juan fue arrestado, Jesús se dirigió a Galilea. Allí proclamaba la Buena Noticia de Dios, diciendo: «El tiempo se ha cumplido: el Reino de Dios está cerca. Conviértanse y crean en la Buena Noticia».
    Mientras iba por la orilla del mar de Galilea, vio a Simón y a su hermano Andrés, que echaban las redes en el agua, porque eran pescadores. Jesús les dijo: «Síganme, y yo los haré pescadores de hombres». Inmediatamente, ellos dejaron sus redes y lo siguieron.
    Y avanzando un poco, vio a Santiago, hijo de Zebedeo, y a su hermano Juan, que estaban también en su barca arreglando las redes. En seguida los llamó, y ellos, dejando en la barca a su padre Zebedeo con los jornaleros, lo siguieron.

Palabra del Señor.

 

MEDITACIÓN                                                                                                             

El Señor, que «guía a los humildes para que obren rectamente» (Sal), espera que quienes creemos en Él aprovechemos su orientación, actuando con la conciencia de que «queda poco tiempo» (2L), ya que «El tiempo se ha cumplido: el Reino de Dios está cerca» (Ev), por lo que nos dice personalmente: a cada hermano que encuentres en el camino «anúnciale el mensaje que Yo te indicaré» (1L): el mensaje de su misericordia y su amor, anuncio que sólo tiene sentido si se hace vida -nuestra vida-, de manera que sea coherente frente a todos.

Como aporte a que se haga realidad el Reino.

Ese afán literalista (creer al pie de la letra lo que cuentan los textos sagrados) del que hemos hablado anteriormente, ha producido unas reflexiones simplistas sobre el texto que se nos propone este día: los pescadores, de la nada, habrían dejaron todo por seguir a un desconocido…

Con eso, se buscaba resaltar la confianza ciega y la absoluta disponibilidad de los primeros discípulos hacia Jesús, pero nada de esto resiste la mirada de una persona adulta, racional y del siglo XXI, incluidos en esto los creyentes. Si Dios nos creó con cerebro fue para usarlo.

Como sabemos por otros relatos, Jesús había conocido al menos a Andrés y Simón en la comunidad del Bautista, en la que se habían participado (Jn 1,35-42). Pues ocurrió que «después que Juan fue arrestado» todos sus seguidores, como era previsible, se dispersaron, pero el Maestro sintió que lo que comenzó así: «se presentó Juan el Bautista, proclamando en el desierto de Judea: “Conviértanse, porque el Reino de los Cielos está cerca”» (Mt 3,1-2), una realidad que todos esperaban que llegase y que tanto esfuerzo y costo personal tuvo para “la voz del desierto”, no podía quedar inconcluso, por lo que se acercó a esas dos parejas de hermanos, de quienes ya conocía su disposición y sus capacidades, para proponerles sumarse a su proyecto, el cual sería una continuación de aquel del Profeta del Jordán, proclamándolo de manera semejante a la de él: «El tiempo se ha cumplido: el Reino de Dios está cerca. Conviértanse y crean en la Buena Noticia».

A Marcos, probablemente, con su versión de esta historia le interesa mostrar a su comunidad el origen de los primeros líderes del movimiento de Jesús, resaltando su paso desde la pesca artesanal al trabajo en la cosecha del Señor (Lc 10,2).

Es posible que quisiera que sus lectores no se sintieran demasiado pequeños en lo que implicaba el seguimiento de Jesús, resaltando que esos primeros miembros de la primera comunidad, quienes a esas alturas ya debían ser casi míticos nombres de la evangelización, fueron antes sencillos trabajadores, unos que, casi con certeza, debido a las condiciones sociales de su tiempo, debían haber sido incluso analfabetos.

Otra característica que podría parecerle importante que tengan presente sería que el Señor requiere para difundir la Buena Noticia a gente común, de tal manera que se entienda que «no he sido yo, sino la gracia de Dios que está conmigo» (1 Cor 15,10) la que produce los frutos.

Y, por último, podría estar entre sus objetivos al elaborar de esta manera el relato, el que se entienda que todos pueden aplicar los conocimientos y habilidades de los que se está dotado en la tarea de acercar el Reino. Los trabajadores del mar, por ejemplo, podían aportar las experiencias de su oficio: la paciencia, la constancia y el conocimiento de la naturaleza, entre otras, para llegar a ser ahora «pescadores de hombres».

Visto así, podríamos rescatar para nosotros, habitantes de otro tiempo y otra cultura, lo que vale para todos quienes nos sentimos invitados a ir por nuestro mundo anunciando la Buena Noticia (Mc 16,15) del mundo nuevo que se nos viene si permitimos que el Espíritu de Dios reine en él.

Vale decir: no sentirnos demasiado pequeños para lograrlo, porque no lo haremos solos, sino con muchos más que han recibido este mismo llamado, además de que lo haremos impulsados por él: «Síganme, y yo los haré…»;

También, recordar que se requiere gente común, porque el Evangelio es para aplicar en la vida cotidiana, donde están las personas corrientes, no es para los grandes acontecimientos, al menos no prioritariamente;


Y, además, que sepamos poner nuestras habilidades a disposición de la comunidad (1 Cor 12,7), de tal manera que seamos, para ayudar a implementar el Reino, “zapateros de hombres”, “profesores de hombres”, “enfermeras de hombres”, “constructores de hombres”, es decir, servidores, siempre servidores de los hombres y mujeres de nuestro tiempo (Mc 9,35), desde nuestros trabajos y oficios, por una sociedad mejor, más humana, más cristiana, más a la medida de lo que quisiera Dios para el bienestar de todos.

 

Señor, nos has llamado y sigues llamando a cada uno por nuestro nombre, eligiéndonos para que aportemos conocimientos y habilidades, haciéndonos tus compañeros y colaboradores en ir construyendo el Reino del Padre Misericordioso que se manifiesta en y desde nosotros para todos. Que sepamos responder a tu confianza. Así sea.

 

Buscando, con mucha Paz, Amor y Alegría, recordar quién nos llama, a qué nos llama y cuáles son los aportes que estamos dispuestos a hacer para que se haga realidad el proyecto de Jesús,

Miguel.

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