miércoles, 3 de abril de 2024

Esta es la felicidad que Jesús nos quiere transmitir

PREPAREMOS EL PRÓXIMO DÍA DEL SEÑOR

Meditación sobre el Evangelio del próximo Domingo

7 de Abril de 2024                                                    

Domingo de la Segunda Semana de Pascua

 

Lecturas de la Misa:

Hechos 4, 32-35 / Salmo 117, 2-4. 16-18. 22-24 ¡Den gracias al Señor, porque es bueno, porque es eterno su amor! / I Juan 5, 1-6

 

+Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Juan     20, 19-31


    Al atardecer de ese mismo día, el primero de la semana, estando cerradas las puertas del lugar donde se encontraban los discípulos, por temor a los judíos, llegó Jesús y poniéndose en medio de ellos, les dijo: «¡La paz esté con ustedes!»
    Mientras decía esto, les mostró sus manos y su costado. Los discípulos se llenaron de alegría cuando vieron al Señor.
    Jesús les dijo de nuevo: «¡La paz esté con ustedes! Como el Padre me envió a mí, yo también los envío a ustedes». Al decirles esto, sopló sobre ellos y añadió: «Reciban el Espíritu Santo. Los pecados serán perdonados a los que ustedes se los perdonen, y serán retenidos a los que ustedes se los retengan».
    Tomás, uno de los Doce, de sobrenombre el Mellizo, no estaba con ellos cuando llegó Jesús. Los otros discípulos le dijeron: «¡Hemos visto al Señor!»
    Él les respondió: «Si no veo la marca de los clavos en sus manos, si no pongo el dedo en el lugar de los clavos y la mano en su costado, no lo creeré».
    Ocho días más tarde, estaban de nuevo los discípulos reunidos en la casa, y estaba con ellos Tomás. Entonces apareció Jesús, estando cerradas las puertas, se puso en medio de ellos y les dijo: «¡La paz esté con ustedes!»
    Luego dijo a Tomás: «Trae aquí tu dedo: aquí están mis manos. Acerca tu mano: Métela en mi costado. En adelante no seas incrédulo, sino hombre de fe».
    Tomás respondió: «¡Señor mío y Dios mío!»
    Jesús le dijo: «Ahora crees, porque me has visto. ¡Felices los que creen sin haber visto!»
    Jesús realizó además muchos otros signos en presencia de sus discípulos, que no se encuentran relatados en este Libro. Estos han sido escritos para que ustedes crean que Jesús es el Mesías, el Hijo de Dios, y creyendo, tengan Vida en su Nombre.

Palabra del Señor.

 

MEDITACIÓN                                                                                                             

Después de la Resurrección, «los que creen sin haber visto» (Ev) verifican en que en el mundo y en sí mismos «La mano del Señor es sublime, la mano del Señor hace proezas» (Sal). Una de ellas es vencer la terrible tendencia al egoísmo, produciendo un hecho como el que «la multitud de los creyentes tenía un solo corazón y una sola alma» (1L). Es que «el que ha nacido de Dios, vence al mundo» (2L), con sus prédicas individualistas y alienantes, superadas plenamente por el mensaje del Resucitado.

Esta es la felicidad que los creyentes debiésemos transmitir.

Texto a continuación de Pedro Olalde (www.feadulta.com)

¿Qué era la paz, el shalom para un judío? Era el buen saludo, el buen deseo. La paz que Jesús da no es ausencia de riñas. Es bienestar general. Es anchura de espíritu. Es una situación plena. Es poder decir desde dentro: Soy feliz.

Esta es la comunicación de Jesús, a la que le da la máxima importancia, porque quiere que acojamos en nuestra vida esta paz profunda, para que estemos a gusto con nosotros y con los demás y demos gloria a Dios. Esta es la felicidad que Jesús nos quiere transmitir, felicidad que abarca la hondura de nuestro ser.

El que acepta la paz, la felicidad interior que da Jesús, se siente impulsado a transmitir eso mismo a otros. Es algo que no se puede poseer en exclusiva. Como se contagia la tristeza y el pesimismo, así también se transmite la alegría y la dicha profunda.

No podemos reducir el perdón a la función sacramental. Todos nosotros estamos llamados a vivir en el perdón y a darlo en nuestro vivir diario.

Jesús nos invita a comunicar vida y libertad. Y esto está dirigido a todos. Todos somos ahora la presencia viva de Jesús. Él quiere llegar por medio de nosotros a nuestros hijos, familiares, amigos y desconocidos.

El texto aborda también las dificultades. Tomás era uno de los Doce. No creía. No estaba con los demás en la Comunidad. Los otros le decían: “Hemos visto al Señor”, pero él seguía sin creer.

Y ¿dónde estaba la dificultad? Hoy mismo, si alguien de otra cultura nos pregunta: “Vosotros, ¿de quién sois seguidores? Y si le contestáis: “De un crucificado”, él os puede contestar: “Qué insensatez”.                                                               

Nosotros, a 2000 años de distancia, lo vemos todo normal; pero los primeros cristianos se preguntaban: ¿Se puede mostrar Dios en un condenado a muerte?

Dios estaba con Jesús cuando su compromiso por los marginados de este mundo lo llevó a morir ajusticiado. Dios está en la debilidad, en la pobreza. Esta es la lógica de Dios. Y parece que tiene que ser así.

“Al anochecer, el primer día de la semana”, es decir, en domingo, cuando están reunidos para la Fracción del Pan, tiene lugar el encuentro con Jesús Resucitado. Como nosotros, que podemos tener experiencia de Jesús en nuestra Eucaristía, a través de la Palabra y del Sacramento… Y así sentimos la presencia de Jesús, su paz, su alegría.

Tomás supera las dificultades en la Comunidad, por el testimonio de los demás, porque se pone a tiro de recibir el don del Espíritu. También a él se le calienta el corazón en contacto con Jesús y siente su paz y su alegría. Al final se rinde: ¡Señor mío y Dios mío!

 

Señor, que prodigaste tu paz a los apóstoles, concédenos ser constructores de unidad. Tú que provocaste la alegría de ellos, enséñanos a vivir con gozo la fe. Tú que les impulsaste a perdonar, inspíranos a ser creativos impulsores de reconciliación. En fin, permite que tu resurrección transforme nuestra forma de existir. Así sea.

 

Buscando, con mucha Paz, Amor y Alegría, encontrar al Resucitado en la comunidad que vive la paz, el perdón y el gozo,

Miguel.

 

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