miércoles, 30 de julio de 2025

Buscando ser ricos a los ojos de Dios

PREPAREMOS EL PRÓXIMO DÍA DEL SEÑOR

Meditación sobre el Evangelio del próximo Domingo

3 de Agosto de 2025                                                

Domingo de la Décimo Octava Semana Durante el Año

 

Lecturas de la Misa:

Eclesiastés 1, 2; 2, 21-23 / Salmo 89, 3-6. 12-14. 17 Señor, Tú has sido nuestro refugio / Colosenses 3, 1-5. 9-11

 

+Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Lucas     12, 13-21


    Uno de la multitud le dijo: «Maestro, dile a mi hermano que comparta conmigo la herencia».
    Jesús le respondió: «Amigo, ¿quién me ha constituido juez o árbitro entre ustedes?» Después les dijo: «Cuídense de toda avaricia, porque aun en medio de la abundancia, la vida de un hombre no está asegurada por sus riquezas».
    Les dijo entonces una parábola: «Había un hombre rico, cuyas tierras habían producido mucho, y se preguntaba a sí mismo: "¿Qué voy a hacer? No tengo dónde guardar mi cosecha". Después pensó: "Voy a hacer esto: demoleré mis graneros, construiré otros más grandes y amontonaré allí todo mi trigo y mis bienes, y diré a mi alma: Alma mía, tienes bienes almacenados para muchos años; descansa, come, bebe y date buena vida".
    Pero Dios le dijo: "Insensato, esta misma noche vas a morir. ¿Y para quién será lo que has amontonado?"
    Esto es lo que sucede al que acumula riquezas para sí, y no es rico a los ojos de Dios».

Palabra del Señor.

 

MEDITACIÓN                                                                                                                

Si nos preguntamos «¿Qué le reporta al hombre todo su esfuerzo y todo lo que busca afanosamente bajo el sol?» (1L), una buena respuesta podría ser: la posibilidad de ganarse su sustento y el de los suyos, además de la oportunidad de realizarse personalmente desarrollando sus capacidades, «para que nuestro corazón alcance la sabiduría» (Sal). El problema se presenta cuando nos gana la avaricia, como si nunca fuésemos a escuchar «Insensato, esta misma noche vas a morir. ¿Y para quién será lo que has amontonado?» (Ev). Nuestro Maestro nos invita a recuperar la sensatez, siguiendo el camino que lleva a la felicidad, luchando contra el egoísmo, revistiéndonos «del hombre nuevo, aquel que avanza hacia el conocimiento perfecto, renovándose constantemente según la imagen de su Creador» (2L), de tal manera de parecernos cada vez más a él en su amor y entrega gratuita permanente.

Y no acumular miseria humana…

Todos conocemos tristes historias de familiares que se enemistan a causa de la repartición de una herencia. Y es tan corriente que los estados han tenido que darse leyes específicas para esto.

Jesús manifiesta desinterés por el tema: «Amigo, ¿quién me ha constituido juez o árbitro entre ustedes?».

Inmediatamente después, habla de lo que sí le interesa: «Cuídense de toda avaricia, porque aun en medio de la abundancia, la vida de un hombre no está asegurada por sus riquezas».

Es decir, él, que nunca pierde de vista lo importante, prefiere resaltar lo que aporta a la vida plena o en abundancia (Jn 10,10). Por lo tanto, si quieren hablar de bienes materiales, es importante que sepan que para el profeta del Reinado de Dios no es por ahí que se encuentra la felicidad.

Para lo anterior, con el espíritu didáctico que lo caracterizaba, les cuenta una pequeña historia: «Había un hombre rico, cuyas tierras habían producido mucho», una imagen que en su tiempo, como ocurre en todo tiempo, era bien conocida.

Este señor, ante tanta abundancia, utiliza la mentalidad individualista y materialista que, tristemente, también recorre la historia de la humanidad. Es así que no se le ocurre nada mejor que construir ampliaciones para guardar aquella profusión de cosechas, suponiendo que, en esa situación podría olvidarse de todo. Y de todos… «tienes bienes almacenados para muchos años; descansa, come, bebe y date buena vida».

Pero hay algo que no tenía presente (como también es habitual en todas las culturas y épocas): nadie nunca puede sentir que tiene asegurada su vida: «Dios le dijo: "Insensato, esta misma noche vas a morir. ¿Y para quién será lo que has amontonado?"».

Pero, espera… ¿qué tiene de malo guardar lo que se ha obtenido? ¿qué otra opción racional existe?

Se atribuye al pensador social Emir Sader la siguiente reflexión: “Si un mono acumulase más bananas de las que puede comer mientras otros monos mueren de hambre, los científicos estudiarían al acumulador para saber qué demonios ocurre con él. Cuando los humanos hacen lo mismo, los colocamos en la portada de Forbes (revista de negocios internacional)”.


La otra opción, pues, es el criterio de la solidaridad fraterna, base fundamental del Evangelio del amor misericordioso que anuncia Jesús. Recordemos, por ejemplo, como hicimos hace muy poco, el diálogo entre los discípulos y el Maestro en la multiplicación de los panes. Ahí dijimos: “es necesario comprender que (Jesús) impulsa a sus seguidores de entonces y de siempre, para que cuando se enfrenten a las necesidades de las personas, se atrevan a vencer la lógica económica: lo que hay no alcanza, a no ser que espere que hagamos algo tan absurdo como «que vayamos nosotros a comprar alimentos para toda esta gente». Su invitación es a que entren más bien en su lógica solidaria: habrá para todos, si se comprometen y aprenden a compartir: «Denles de comer ustedes mismos»” (Lc 9,13).

El Maestro no exige ni impone. Él sugiere a quienes quieran entrar en el estilo del Reino que elijan entre ser el «que acumula riquezas para sí» o ser coherente con la idea de que, como somos todos hermanos, hijos del Creador, debe estar consciente de las carencias de los demás cuando se tenga más de lo estrictamente necesario y saber compartir para lograr ser «rico a los ojos de Dios».

 

Señor, Maestro del amor generoso, te pedimos que penetres con tu luz nuestros corazones, para que ilumines nuestras sombras de egoísmo y elimines con tu calor nuestras frialdades, de tal manera de que nos hagas instrumentos de solidaridad. Ábrenos los ojos y los oídos del corazón, para saber discernir tus caminos fraternos siendo constructores de Vida Nueva. Así sea.

 

Buscando, con mucha Paz, Amor y Alegría, saber ser ricos a los ojos de Dios, en el estilo del Maestro del amor misericordioso,

Miguel.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

El buen ejemplo del malo

PREPAREMOS EL PRÓXIMO DÍA DEL SEÑOR Meditación sobre el Evangelio del próximo Domingo 26 de Octubre de 2025                           ...